A una semana del “shock” electoral
La respuesta de la CIDH fue emitida el 24 de noviembre del 2017, el Gobierno la engaveta y la hace pública a principios de enero a pocas semanas de las elecciones
A una semana de las elecciones presidenciales y habiéndose “calmado” momentáneamente las aguas, nos reunimos con Francisco Barahona Riera, académico, intelectual, politólogo, con amplia experiencia en materia de análisis sociopolíticos, quien nos recibió una vez más en su casa, con su característica jovialidad, agradable conversación, notas de humor y con la reacción de sorpresa que todos recibimos el resultado electoral la noche del pasado domingo.
Iniciamos con los datos de la primer encuesta centrada en la segunda ronda, intentando explicar cómo se llegó a esta situación, inesperada por las dirigencias partidista, analistas políticos y empresas encuestadoras.
Así las cosas, Opol Consultores publica en el medio digital El Mundo CR, su reciente encuesta, la cual otorga a Fabricio Alvarado el 57,3% de y a Carlos Alvarado el 42,7%, en la intención de voto de los encuestados.
Para entender, o tratar de hacerlo, hay que comenzar por decir que hubo una mala lectura de los comandos de campaña que tenían la responsabilidad de interpretar la estrategia de los partidos políticos en la primera jornada electoral.
En realidad, estos grupos de personas nunca la vieron venir en términos de lo que sucedió al final del proceso electoral el 4 de febrero, de parte de los dos partidos tradicionales, el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) y el Partido Liberación Nacional (PLN), señalando Barahona que:
“Tengo la impresión de que el razonamiento de ellos fue un poco con la línea de que ellos se seguían sintiendo muy fuertes como si el electorado no hubiera cambiado. Entonces, en esa lógica como que se montaron en una parte alta de una montaña y decían “bueno nuestros seguidores de todas maneras van a votar por nosotros”.
“El bipartidismo en estas elecciones tenía una vocación de volver a triunfar, pero en una actitud nada humilde, en una actitud prepotente y en la seguridad de que, en esta ocasión, tenían los cuadros y organización necesaria para avasallar al resto.”
Pero resulta que había una diferenciación de tipo generacional y social, muy importante de cara los electores que iban a participar el 4 de febrero. El tema de la pobreza pesó mucho y ninguno de los partidos a excepción de los cristianos tenían estrategias desarrolladas. De tal forma, esa lectura tan mal dibujada efectivamente implicó que dos de los candidatos que al principio de la campaña no tenían ninguna posibilidad, terminaron estando en primer y segundo lugar.
Carlos Alvarado
El PAC tenía un ambiente muy adverso, se encontraba en una gran turbulencia y cuestionamientos, que opacaban inclusive su gestión gubernamental. Al iniciar la campaña, elementos muy fuertes de disconformidad, decepción y crítica ciudadana muy generalizada, que el gobierno de Luis Guillermo Solís no había estado a la altura, no había hecho los cambios que había prometido y había incurrido en graves faltas éticas.
“El liderazgo presidencial fue muy débil y además con varios casos de corrupción como lo probó el documento de la Comisión Investigadora del cementazo en la Asamblea Legislativa. El PAC estaban muy desprestigiados además por otros temas como sobresueldos, nombramientos, exceso de viajes al exterior, errores millonarios en proyectos y pobres resultados económicos y de reducción de la pobreza. Todos estos problemas de gestión gubernamental le resultaban muy difíciles de superar al candidato oficialista, que finalmente prefirió ampararse al fundador del partido, Ottón Solís, para salir a la caza de votos”, puntualizó Barahona.
Así las cosas, Carlos Alvarado, el ex Ministro de Trabajo y anteriormente Presidente Ejecutivo del IMAS, había surgido a la sombra de la Vicepresidenta Ana Helena Chacón, generando algunas bases populares gracias a sus puestos y el conocido clientelismo político, practicado por todos los gobiernos sin excepción.
De Carlos Alvarado, vendieron la imagen de un candidato joven, con ascendencia en la juventud, los llamados “PAC-lovers” en redes sociales comenzaron a moverse en las últimas semanas, con un llamado progresista y aglutinando al electorado que veía que solo el candidato del PAC defendería los derechos de los grupos minoritarios, como los LGTB, declarando el PAC que defendería la resolución por parte de la Corte y respetará el acatamiento, así como los derechos de los homosexuales, apuntando Barahona que:
“El resultado fue contundente, alcanzó el segundo lugar contra cualquier pronóstico, después de haber estado en el sótano de las encuestas. Esto es lo que algunos llaman el voto de última hora del PAC, que no figura en ninguna medición y que es impredecible, salvo por algunas señales, como las de redes sociales.”
Aun cuando el PAC consiguió entrar a segunda ronda electoral, hay que tomar en cuenta que se trata de un partido que viene decreciendo, según las cifras lo indican: en la primera ronda el año 2014 obtuvo 629 mil votos y en las de febrero 439 mil, perdiendo el 30% de su electorado, además de contar con tres diputados menos.
Fabricio Alvarado
Bajo el alero del Partido Restauración Nacional (PRN), un joven poco conocido por la opinión pública, pero si en los círculos cristianos, Fabricio Alvarado llega a la Asamblea Legislativa, donde comienza una vertiginosa carrera política. Desde su curul se da a conocer por sus posiciones radicales ante la concepción in vitro, la cual objeta, igualmente que ante las clases de educación sexual diseñadas por el Ministerio de Educación, el aborto y los matrimonios entre personas del mismo sexo, tomando las mismas posiciones que los sectores conservadores del catolicismo, representados en la Asamblea no por un partido en particular, sino que, con representantes en cada uno de ellos, como ha sido la costumbre, ampliando Barahona que:
“Fabricio Alvarado en las encuestas apenas aparecía en el margen de error y sin la más mínima posibilidad de subir y de obtener la votación para tener diputados, hace pocas semanas –ni meses- no contaba con una fuerza política estructurada que se fue organizando como reacción a la opinión vertida por la CIDH respecto a los matrimonios de personas del mismo sexo, la organización y reformas que requerirá la legislación nacional para su aplicación.”
En esto lo que llama la atención es que la respuesta de la CIDH fue emitida el 24 de noviembre del 2017, el Gobierno la engaveta y la hace pública a principios de enero a pocas semanas de las elecciones, sabiendo que esto tendría un fuerte impacto en la ciudadanía, que en todas las mediciones del CIEP-UCR, se muestra conservadora y rechaza de plano la discusión de estos temas.
Al hacerse pública esta respuesta, Fabricio Alvarado toma de inmediato la bandera de la defensa de la familia, muy en sintonía con otros sectores de la población que habían realizado multitudinarias marchas y manifestaciones públicas, con integrantes de diversos partidos políticos.
“Fabricio Alvarado, se adelanta y coge el liderazgo ansiado de los sectores conservadores, que necesitan una respuesta ante la posibilidad que se den cambios no deseados por ellos en la sociedad”, según Barahona.
En entrevistas realizadas a los candidatos, Fabricio Alvarado vino a ocasionar mayor más disconformidad, tratando como un irrespeto, que la CIDH, viniera a decirle al país que decisiones tomar en materia de aprobación del matrimonio homosexual, su disconformidad le lleva a proponer que el Costa Rica, debe retirarse de la Corte.
A raíz de una consulta del gobierno de Luis Guillermo Solís, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) ordenó a Costa Rica garantizarles a las parejas del mismo sexo todos los derechos existentes en la legislación, incluido el derecho al matrimonio, sin discriminación alguna frente a las parejas heterosexuales.
“El haber engavetado la opinión de la Corte y convertido en secreto de Estado para uso discrecional del Gobierno cuando sus cálculos políticos lo consideraran oportuno y de cara a algún resultado electoral, provocó, un golpe externo al proceso que venía en curso, donde los temas país eran el centro de discusión de candidatos y ciudadanos”, considera Barahona.
Con esta decisión del Gobierno, prácticamente se dejan los temas de interés prioritarios para convertir las elecciones presidenciales en una especie de referéndum: se está a favor o en contra del matrimonio igualitario. Esto lleva a que inclusive se hagan sátiras en otros países caricaturizando a Costa Rica como el país cuyo único problema era definir el futuro de la población gay.
El resultado que obtuvimos el 4 de febrero no era esperado por nadie, como se señala al inicio, tampoco se puede elucubrar de no haber sucedido ciertos hechos controlados y ciertamente irresponsables del Gobierno, que habrían manipulado al electorado en beneficio o detrimento del candidato oficialista, cuyo éxito se sabrá el Domingo de Resurrección.
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