Abelardo Brenes Castro, Ph.D.
Se ha escrito mucho respecto a la dolorosa actuación que tuvo la Selección Nacional de Costa Rica en su juego inaugural de la Copa Mundial de Fútbol contra España el 23 de noviembre del presente año en el cual perdió 0 a 7. También se ha escrito mucho sobre su reivindicación, cual ave fénix, en su segundo partido ante Japón el 27 de noviembre en el cual ganó 1 a 0. ¿Cómo podemos entender cuáles fueron las causas de la desafortunada actuación de la Selección en el primer partido y su reivindicación en el segundo?
El entrenador de la Selección Nacional de Costa Rica, Sr. Luis Fernando Suárez, dijo que fue un accidente lo que ocurrió ante España y que la Selección volvió a su forma normal de actuación ante Japón. Preocupa que el entrenador no haya querido indagar y explicar cuáles fueron las causas de fondo. ¿Cómo pueden corregirse las falencias y desarrollar los potenciales del equipo si no se conocen las causas? Ese es un especie de pensamiento mágico, desgraciadamente muy común hoy en día en Costa Rica. Tengo mi propia hipótesis sobre qué puede haber sucedido.
La prensa ha dicho que previo al partido ante España a la Selección se le dio una preparación psicológica orientada a creer que tenía un gran potencial para llegar a ser campeón del mundo. Parece ser que esta fue una orientación que provino tanto del Entrenador Suárez como del Psicólogo de la Selección, Sr. Luis Felipe Camacho. El riesgo que tienen este tipo de estrategias motivacionales es que si los jugadores en el fondo no se la creen y más bien tienen una auto percepción realista respecto a sus aptitudes y preparación, puede producirse lo que en Psicología Social se denomina disonancia cognitiva. Este es un estado mental y emocional en el cual una persona toma conciencia que hay un abismo entre cómo piensa y cómo actúa. Un estado como éste se intensifica cuando existe una enorme presión social por un rendimiento acorde a las expectativas. Se dice que la Selección en ese partido parecería no tener alma, lo cual se tradujo en apatía, pasividad, falta de estrategia y tácticas acordes. Me pareció que entraron al juego como si fuese un matadero y sabían el triste destino que les esperaba, como que ni siquiera valía la pena luchar. Este es un claro síntoma de disonancia cognitiva. Si la meta era llegar a ser campeones del mundo, entonces sabiendo las calidades del equipo español, nuestros jugadores posiblemente se sintieron en el fondo que ellos eran un engaño. Es decir, que había una auto imagen falsa de ellos que se vendió, lo cual generó un estado de vergüenza que se tradujo en esta falta de empeño. Otra manera de denominar este estado mental es falsa conciencia. Esto parece ser algo común en diversos ámbitos de la autoimagen que tenemos los costarricenses de nosotros mismos en diversos ámbitos.
¿Cómo se explica la transformación positiva que tuvo la Selección para poder ganarla a Japón en su segunda actuación en la Copa Mundial? Después de la humillante derrota ante España la selección se sintió humillada, se decía que nada tenía que hacer en el máximo torneo de los mejores equipos del mundo. Más aún, sintieron que habían decepcionado a los costarricenses y en el país se sentía una especie de vergüenza y humillación compartidos. El fútbol había dejado de significar un juego sano y se convirtió en una prueba del valor del equipo y de los costarricenses. No podían haber caído más bajo tanto la Selección como la identidad futbolística del pueblo. Interpreto que, al tocar fondo, el juego ante Japón significó un ejercicio de sobrevivencia pero a la vez de autenticidad. Los seleccionados jugaron ya no para lograr una imagen colectiva idealizada de ser campeones del mundo sino para demostrarse a sí mismos, a los costarricenses y al mundo que tienen una reserva mental y anímica para superarse; que jugar es un fin en sí mismo. El héroe que emergió en ese partido fue el defensa, Keysher Fuller. No se esperada que este jugador sería quien anotaría el único gol del partido para ese triunfo, dada la trayectoria de lucha que vivió en su carrera como futbolista. Su persona, sin embargo, significa un ícono del equipo costarricense y, en otro plano, de la lucha que tenemos los costarricenses para darnos valía ante los demás.
Algo similar se vivió en la etapa previa de eliminatorias para definir los participantes en la Copa Mundial que tuvo la Selección Nacional en el marco de la CONCACAF. Los primeros partidos fueron desastrosos para la Selección pero logró reaccionar en la segunda etapa de partidos y clasificar para poder jugar y tener éxito ante Nueva Zelanda en el repechaje. Creo que se dio una dinámica psicológica similar.
Esto apunta a que hay un patrón profundo que es importante identificar, comprender y ojalá transformar por otra manera de hacer las cosas. Esto no sólo se aplica al fútbol pues creo que refleja un modo de ser de la cultura costarricense. Los países que son un referente de excelencia en el fútbol internacional se caracterizan por invertir muchos más recursos que Costa Rica en la continua preparación de sus selecciones, así como la planificación y evaluación. Tratan de minimizar al máximo el factor del azar y la casualidad. Existe una racionalidad que subyace a todas las etapas y procesos. Los ‘accidentes’ como tales pueden existir pero se les busca explicación y se aprende de ellos.
Podemos entender mucho de lo que nos pasa en Costa Rica en otros ámbitos a partir de lo mencionado sobre el fútbol. Es extraordinario cómo la identidad y sentido de valía de los costarricenses se mide por los vaivenes en el fútbol, pero también hay muchas otras formas de falsa conciencia. Las auto imágenes de ser un país feliz, líder en la protección ambiental, equitativo y democrático cada vez están más lejos de la realidad. Cuando distorsionamos nuestra visión de nosotros mismos y de la realidad, difícilmente logramos nuestras metas y aumentan las posibilidades de sufrir. Es preocupante pensar lo arraigado que está en nuestra cultura la creencia de que tenemos que llegar al bordar de los precipicios existenciales para poder reaccionar. Podemos transformar esto, así como lo saben hacer nuestros futbolistas. No debemos olvidar que en el fondo es un juego. Nuestro lado lúdico es tan importante como el logro de nuestras metas colectivas trascendentales.
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