Alfonso Chase: Disruptiva belleza

La pintura de Philipp Anaskin irrumpe en el arte costarricense en 2015 con singular fuerza. De allí en adelante, hasta este año, la maestría de sus trazos, la violencia real de sus colores proponen una experimentación continua, no solo en los temas, sino a la propuesta de un arte pictórico aparentemente fragmentado en donde sus paisajes, muy pocos, son musgosos y húmedos, pero en los cuales se experimenta lo que luego su creación propondrá como paisajes de desolación humana, interna y externa, en donde asistimos a lo cotidiano convertido en expresión desolada de algo, un tropismo,que está ocurriendo activamente y en donde hay coincidencias sutiles entre uno y otro cuadro, que no dependen del tamaño en si, sino en los detalles de ese mundo en donde se transgrede la historia contada, para mostrarnos la real, percibida, primero por el pintor, luego por nosotros, sus espectadores.

El rasgo de universalidad determina el carácter planetario de sus propuestas, que se manifiesta por el desgaste del mundo, siempre convulso, y los hombres y mujeres fragmentados, como testigos y protagonistas de la historia personal del creador Anaskin.

Inmerso en esa continua maestría de los trazos. Philipp fija todo eso en algunos autorretratos o a veces en sus comentarios sobre si mismo, donde se descubre la esencia de su personalidad creativa, su origen ruso, su pertenencia nacional y la plenitud de su universalismo, que es lo que lo en en ese paraíso tropical desolado, que le sirve de inspiración para lo que debería denominarse, lo académico explosivo, es decir esa presencia suya, activa, valiente, contemporánea, la muerte, la violencia, el inmovilismo espiritual, a la vez que testimonio es la mas viva muestra que hay manera de sobrevivir a nuestro tiempo, gracias a la belleza, disruptiva de su arte.