Alfonso Chase: Rolando Cubero, la imagen hechizada
La maestría de Cubero se expresa también en los objetos, que cobran vida propia en su inmovilidad y se diferencian unos de otros. Es cuando son vegetales o, exánimes objetos, que no alcanzan a hablar para contar la historia de lo que se quiere decir, pero cuyo valor supera el simbolismo tradicional que se refleja en los diferentes fragmentos de su participación, con especiales señales que muestran, también, la honda cultura simbólica del pintor.
Alfonso Chase.

Su espacio pictórico, la sucesión de obras, salvando algunos retratos, es parte de un espacio vital, en donde la belleza armónica, algunas veces también disruptiva, nos ofrece el cuerpo femenino en su proceso de maduración en sí mismo, con elementos simbólicos no anecdóticos, ya lo dijimos, sino que también están allí para asumir una historia y para dar cuenta que quien nos mira lo hace para existir en su propia naturaleza, y es ahí donde la facultad de abrir puertas en el arte realista costarricense hace que su labor no sea estática, sino que los modelos capturados sean diferentes cada vez que aparecen en la ficción de Rolando Cubero a la manera de esas obras pictóricas narrativas que se quedan detenidas en los detalles, queriendo conversar con los espectadores.
La maestría de Cubero se expresa también en los objetos, que cobran vida propia en su inmovilidad y se diferencian unos de otros. Es cuando son vegetales o, exánimes objetos, que no alcanzan a hablar para contar la historia de lo que se quiere decir, pero cuyo valor supera el simbolismo tradicional que se refleja en los diferentes fragmentos de su participación, con especiales señales que muestran, también, la honda cultura simbólica del pintor.
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