Arabella Salaverry, Escritora, actriz y gestora cultural.
Ausencia
Ausencia I
Dulce tu nombre
y dulce tu presencia en la memoria
el espacio que ocupó tu ausencia en la memoria.
Dulce tu tacto y más dulce el recuerdo de tu tacto.
La marca que dejó tu tacto
El recuerdo que le quedó a la piel de tu caricia.
Dulce es la sombra
que cobijó el fantasma de tu sombra.
Tu presencia reflejada en los espejos
aquellos que reflejan las ausencias.
Dulce tu olor
y más dulce aún la memoria de todos tus olores.
Dulce tu palabra
pero más dulce aún
el eco que se construye al regreso
de la palabra ausente.
Dulce el espacio del eco que se inventa
pero más dulce aún
el nicho del eco en la memoria.
Sin aliento
Este desgarro de tu palabra ausente
marcado
por el corte de la muerte
me deja sola ante el recuerdo de tu voz.
Tu voz que conformó
la rotunda presencia del deseo.
Este desgarro de tu palabra ausente
marcado por el corte violento de los años
me deja sin aliento
con el cuerpo seco
y en silencio.
Ausencia II
¿Por qué
hoy lejos de tu regazo
trato de hallarte
te doy mi mano
para que la recibas en caricia?
Deseo del deseo
Que esta luna
plata maciza en el viento
me deje abrir las compuertas.
Está exacta.
A contraluz con el cielo.
Rotunda.
Con un halo de azul
como frontera.
Casi espejo
de este dolor helado
que se ha ido cincelando
con el tiempo.
Un sudario
con el cual se viste la memoria.
O bien el nicho
que deja el recuerdo en la memoria.
Esta ausencia de lo que fue
sin serlo.
Corola despedazada por el viento.
Deseo del deseo.
Ausencia.
Luz de plata en el cielo.
Presencia
Plata es la luna.
Plata.
Plata su camino en la noche
luz de luna.
Plata
la rotunda blancura de tu risa.
Plata en tus ojos
circundando
el negro amanecer que es tu mirada.
Crucifixión
Un ancla en cada mano
crucificada en los restos de un naufragio.
Medusas que atraviesan la carne
anémonas por ojos
la cabeza coronada de serpientes
estas últimas palabras pronunciadas
desde la voz de un caracol.
Después abandonada
enterrada boca abajo en la arena
al tercer día resucitada
de entre las algas.
Aquí estoy.
La poca piel que va quedando
se la bebieron los peces.
No queda ya frontera
que transgreda el deseo.
Inmóvil
Yo que lloro en mi jardín sin sombra
inmóvil ya
como el agua ya seca
te invoco
te reclamo
te busco sin rumbo y sin palabras
invento una distancia de canciones
para calmar la voz que quedó muda.
Pasa una estela de golondrinas muertas
rompiendo con sonidos la tarde silenciosa.
Te busco.
Sí.
Después de los caminos.
Y mido tu perfil hecho de ausencia
y espero
el pecho abierto
tu regreso.
Faltantes
Nos faltó el sol
Luz vertical
de la mañana
Nos faltó el abrazo
Camino enlazado
en las arenas
Nos faltó el beso
Áspera sensualidad
con la tormenta
Nos faltó el tacto
Recuento completo
caricia del agua
Nos faltó nacernos despacio
Nos faltó vivirnos de nube
bebernos de viento
morirnos de asombro
Nos faltaron palabras
nos faltaron momentos
Ahora que no somos más
nos sobra el páramo del sosiego
Insomnio
En esas largas
alunadas noches
de ladridos insomnes
perdidos por entre la lejanía de los cerros
noches de horas recurrentes
cuando la tristeza va carcomiendo los sueños
y el estar ahora
es casi un sobresalto de luciérnagas
este cuerpo mío es la mortaja
de mi propio deseo.
Pero me salva entonces
un estruendo de pájaros
que salta sobre la madrugada.
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