Bernal Herrera: «Dilemas de la izquierda» en Miscelánea

Las últimas décadas hemos asistido a profundas transformaciones sociopolíticas. Al igual que ocurrió en otros órdenes de la vida social, hemos atestiguado una multiplicación de posibles agendas y luchas políticas. Se analiza el impacto que ello puede haber tenido en el accionar de la izquierda.

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Bernal Herrera Montero.

Suele afirmarse que comprender la vida política utilizando la distinción entre derecha, centro e izquierda no da cuenta de la complejidad del tema. Y tanto las subdivisiones internas de estos bandos, como la existencia de tendencias difíciles de clasificar en alguno de ellos, avala tal cuestionamiento. Sin embargo, aun no ha surgido un nuevo marco conceptual que tenga la misma amplitud y utilidad para comprender las fuerzas macro de la política.

Asumiendo, por tanto, que dicho marco todavía es útil, comentaré algunos de los dilemas que hoy día enfrenta la izquierda, para tratar de entender porqué, si la vida cotidiana de las clases populares y medias suele ser mejorada por gobiernos de izquierda democrática, esas mismas clases a menudo eligen gobiernos de derecha, cuyas políticas suelen perjudicarlas.

Enfatizo que me referiré aquí la izquierda democrática. Los gobiernos autoritarios de izquierda, o que habiendo comenzado en la izquierda derivaron hacia el autoritarismo y el puro aferramiento al poder, casos de Nicaragua y Venezuela, presentan otra problemática y requieren un análisis distinto.

La pregunta, entonces, que me planteo, es: ¿cuáles son algunos de los principales dilemas de la izquierda, que le dificultan hoy día aprovechar, política y electoralmente, el fuerte malestar social comentado en Misceláneas anteriores? Considero que tales dilemas se dividen en dos grandes tipos: los originados en los nuevos panoramas sociopolíticos, y los derivados de problemas internos. Los primeros son ineludibles. Los segundos, en cambio, son más auto-inflingidos. Empecemos por los primeros.

Dos cambios recientes de la realidad social le han planteado a la izquierda dilemas que esta no ha logrado resolver adecuadamente. El primero es la fragmentación de las posibles agendas de izquierda. El segundo, muy vinculado al anterior, son las disonancias y desencuentros que la nueva multiplicidad de agendas produce entre los distintos sectores de izquierda.

Hasta hace unos cuarenta años, ser de izquierda significaba adherirse a alguna de las posiciones críticas con el capitalismo, cuyos polos eran el comunismo, que buscaba liquidarlo, y la socialdemocracia, que alentaba su capacidad de crear riqueza económica, pero redistribuía una parte significativa de esta. Entre ambos polos estaban las diversas variantes del socialismo. El fenómeno que todas estas posiciones trataban de atacar o domesticar era siempre el mismo: el capitalismo. Ser de izquierda, entonces, significaba rechazar el cuento de que los mercados se autorregulan y generan, por sí mismos, bienestar para la mayoría. Un rechazo que llevaba a luchar por el beneficio de las clases económicamente explotadas. La fractura social y la lucha política eran de clase.

Posteriormente, comenzaron a visibilizarse otras grandes fracturas sociales de muy larga data. Empezó a verse el carácter específico de las dinámicas de poder que crean y mantienen otras opresiones, irreductibles a la de clase aunque casi siempre relacionadas con esta. La primera de estas grandes fracturas sociales en ser recuperada fue la de género, teorizada y atacada por el feminismo, con antecedentes como las luchas por el voto femenino. Aquí el enemigo más directo y específico es el patriarcado, no el capitalismo.

También empezó a visibilizarse y atacarse otra gran fractura social: la impuesta por cinco siglos de racismo, expresada en estructuras de poder global y local altamente racializadas, que perpetúan la explotación y discriminación de las supuestas razas no-blancas. Tampoco aquí el enemigo más directo y específico es el capitalismo, sino el racismo y las estructuras racializadas de poder.

También fueron ganando importancia otras luchas sociales. Algunas, como las luchas ecologistas, debieran implicar una crítica a fondo del capitalismo, principal causante de la crisis ecológica que amenaza las actuales formas de vida del planeta. Pero sin olvidar que el tradicional modelo económico socialista también fue desarrollista y propulsor de la explotación de los recursos naturales.

Otras luchas, como las dadas por los derechos de diversas identidades y orientaciones sexuales, tampoco tienen al capitalismo como enemigo directo, y posiblemente es en el capitalismo más desarrollado donde ellas han conseguido más éxitos. Ello a pesar de que a menudo fue el cristianismo, difundido de la mano del capitalismo, el que introdujo en diversas culturas muchos de los prejuicios contra los cuáles se han emprendido estas luchas.

En breve, que la tradicional izquierda socioeconómica tenía un enemigo común que ayudaba a agruparla, aunque esto no siempre ocurrió. Ahora, en cambio, hay también una serie de izquierdas ecologistas y socioculturales, luchando contra diversos adversarios. Ya no solo existen diversos modos de ser de izquierda, sino que estos a veces colisionan entre sí.

La emergencia de izquierdas ecologistas y socioculturales no representa, por sí misma, un problema. Al contrario, ha sido saludable, pues atendió problemas que habían estado muy invisibilizados. En principio, las diversas agendas no son mutuamente excluyentes. Podrían y deberían articularse unas con otras. Pero no siempre ha sido así. La izquierda tradicional, concentrada en la lucha de clases, a menudo reproducía en su interior las otras fracturas sociales. Se puede ser anticapitalista y, al mismo tiempo, machista, o racista, u homófobo. Y disonancias análogas pueden darse en las luchas ecologistas y socioculturales, que concentrada cada cual en su lucha específica, a veces olvidan las conexiones con las demás.

En resumen, ser de izquierda ya no es tan unívoco como antes. Las posibles agendas de la izquierda se han multiplicado, causando divisiones e incluso enfrentamientos en su interior.

Pero estas disonancias y desencuentros, producto de la multiplicación de las luchas y los grupos, es solo uno de los dilemas enfrentados hoy día por la izquierda, tema al que volveré en una próxima Miscelánea.

 

 

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