Bernal Herrera: “Haití – Lucha épica, deuda externa y miseria”, en Miscelánea
Es bien conocida la miseria económica que la mayoría de la población de Haití, y el país como tal, han sufrido históricamente. Mucho menos conocido es una de las principales causas de esta situación: la astronómica deuda impuesta, bajo amenaza militar, por Francia al entonces nuevo país en 1825. Se resumen y comentan algunas facetas de esta historia.
Bernal Herrera Montero.
Es bien conocida la miseria económica que la mayoría de la población de Haití, y el país como tal, ha sufrido históricamente. Mucho menos conocido es que una de las principales causas de esta situación: la astronómica deuda impuesta, bajo amenaza militar, por Francia al entonces nuevo país en 1825. Se resumen y comentan algunas facetas de esta historia.
Siendo un adolescente, llegó a mis manos un libro deslumbrante: El reino de este mundo, de Alejo Carpentier. Los hechos contados y la forma de narrarlos eran fascinantes, y su mezcla me resultó irresistible. La novela del cubano me ayudó a ver la riqueza de la literatura latinoamericana y el carácter a menudo asombroso de la historia de nuestra región. También me introdujo en la historia de la rebelión, a fines del siglo XVIII, de la población esclavizada de Haití, por entonces colonia francesa, rebelión que originaría una historia épica y luego una tragedia humana que no ha cesado.
Haití fue la segunda de las antiguas colonias europeas en el continente americano que logró su independencia, precedida tan solo por la de los Estados Unidos, donde el proceso fue liderado en gran medida por élites coloniales criollas, que luego mantuvieron la esclavitud por un siglo más. En Haití, en cambio, donde el sistema esclavista había sido particularmente violento, las élites coloniales fueron mayoritariamente destruidas o expulsadas por una rebelión popular, cuyo principal protagonista colectivo fue la población hasta entonces esclavizada. La haitiana fue la primera y única rebelión esclava que logró llegar al poder durante el período moderno, siendo Haití el primer país en América donde la esclavitud fue abolida. Pero a pesar de su enorme significado histórico, esta historia no era enseñada, y acaso tampoco lo sea ahora.
Inducido por la lectura de El Reino de este mundo, pronto leí otra gran novela de Carpentier, El siglo de las luces, que me mostró la complejidad y contradicciones de las acciones de la Revolución Francesa, esta sí muy mencionada y enseñada, en las colonias caribeñas francesas de la época. Ambas novelas me apasionaron, pero otras lecturas e intereses me llevaron por otros rumbos.
Décadas después, el recuerdo del placer deparado por ambas novelas me llevó a releerlas, esta vez en el contexto de mi interés en la expansión y el colonialismo europeo. Abundan en la historia de dicho colonialismo hechos poco conocidos que, siendo sorprendentes de primera entrada, calzan muy bien en su accionar general. Así, tras la abolición de la esclavitud en el imperio británico, el gobierno indemnizó no, como parecía lo lógico, a las personas esclavizadas, que debieron trabajar gratis por varios años más para sus antiguos dueños, sino a estos, y los pagos por tal indemnización se prolongaron, óigalo bien, hasta bien entrado el siglo XX. No menos asombroso e indignante es que Haití, la antigua colonia esclavista cuyo azúcar y café le habían generado a Francia cuantiosas riquezas y creado fabulosas fortunas, fue obligado a pagar a su antigua metrópoli una dizque compensación por haberse liberado de su yugo.
Como es regla en la historia, es imposible atribuir a un sola causa la miseria en que la mayoría de la población haitiana ha vivido a lo largo de su historia, pero es evidente que una de las principales causas, acaso la principal, es el chantaje al que fue sometido el gobierno haitiano en 1825, tan solo veinte años después de lograr su independencia: o el país asumía una deuda tan injusta como desproporcionada, o sería atacado militarmente por la poderosa flota francesa enviada por Carlos X, ya lista y en posición para invadir el país. El gobierno haitiano acabó asumiendo la deuda, cuyo monto no estuvo sujeto a negociación, lo que inició uno de los peores casos conocidos de deuda externa, préstamos leoninos, invasiones e intervenciones extranjeras, todo ello en complicidad con la oligarquía local. A mediados del siglo XX, tras haberse desangrado el país pagando la mayoría de la deuda, la esperanza de tiempos mejores fue anulada por el ascenso de Francois Duvalier, el temido Papa Doc, que pronto contó con la venia de Francia y los Estados Unidos, y quien fuera sucedido por su hijo, el no menos temible Baby Doc. El ascenso al poder, mediante elecciones, de Jean Bertrand Aristide, trajo una nueva esperanza, pero los intereses de las viejas potencias imperiales y la oligarquía local, llevo a doble derrocamiento en 1991 y en el 2004, este último en parte provocado por la campaña de Aristide exigiendo al gobierno francés la restitución de los recursos financieros extraídos de Haití a raíz del ciclo iniciado con el chantaje de 1825. La suma solicitada, veintiún billones de dólares, fue ridiculizada por la diplomacia francesa, y de primera entrada suena exagerada.
La historia del chantaje francés y de sus repercusiones en Haití, era dominio de unos pocos especialistas. Ahora, una larga y minuciosa investigación del New York Times ha dado a conocer al público, por primera vez, los principales hechos, montos, datos y personajes de la historia de esta deuda y de sus consecuencias. Una de sus conclusiones es que la suma pedida por Aristide, lejos de ser arbitraria o desmedida, coincide con los cálculos de los especialistas en historia financiera consultados durante la investigación. Esta es la historia que espero contar, muy brevemente, en la próxima Miscelánea.
Comentarios