Carlos Francisco Echeverría.
No todos los comentarios furiosos por la victoria de Biden son de trolls. Muchos son de personas reales y únicas, que tienen en común la religiosidad, sobre todo (aunque no exclusivamente) evangélica. Esto es importante e interesante en extremo, porque muestra una corriente cultural que no va a desaparecer con Trump.
Tiene un sustrato socioeconómico claro: bajo nivel educativo, y en consecuencia posiblemente bajo ingreso. Y una motivación central muy poderosa: el tema del aborto, que en USA es un parteaguas político y que se ha proyectado también en Latinoamérica.
Pero el grado de beligerancia y cohesión que muestra esa gente no sería posible sin una dirección estratégica. En alguna parte tiene que estar oculto un núcleo o un líder, una especie de Steve Bannon religioso, que mueve los hilos de esa trama.
¿Será el tal Q Anon o algo similar, o paralelo? En todo caso, creo que los pastores y líderes evangélicos responsables, que los hay y muchos, tienen una gran tarea por delante: la de hacer luz en esas tinieblas, reemplazando el odio y el miedo con compasión y fe. Que se les oiga alto y claro. Que no sean lámparas bajo la mesa, sino luz para el mundo. Este es un momento decisivo de la historia y es mucho lo que está en juego.
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