Carlos Mejía Godoy: Carta a Rodrigo Madrigal Montealegre
Querido Rodrigo. Ahora que habitás la galaxia de los Hombres buenos, yo te invito a que sigamos conversando; para nutrirme de tu sabiduría, tu honestidad y tu eterno buen humor. Así enfrentaré con eficacia los desafíos que me toca cumplir de cara a la lucha por la libertad de mi Patria.
Carlos Mejía Godoy, Cantautor centroamericano.
Estoy en California. Aquí a mi lado, mi esposa Xochitl me ayuda a armar ese mosaico de añoranzas, vividas plenamente en tu casa de Los Yoses en San José de Costa Rica. Subo a tu estudio y ahí estás, rodeado de tus libros, tus clásicos musicales y, por supuesto, las golosinas que compartimos en deliciosa complicidad.
A pesar de tus dolencias, jamás te encontré deprimido. Paradojicamente, yo siempre salí de nuestros encuentros más fuerte y robustecido, para seguir viviendo mi exilio con la mayor coherencia. Hablamos de política, cultura, arte, viajes…; todo salpicado con esa enorme capacidad tuya de lograr pintar de vivos colores los momentos más grises. Y cuando te cuento que en el ámbito internacional nuevamente se encienden las alarmas, ante el peligro de una guerra por los intereses de Ucrania, vos, con una sonrisa irónica, me recordás la frase del sabio Einstein: La tercera guerra mundial no será con armas sofisticadas, sino a pedrada limpia.
Cambiamos de tema y preguntás por mis poetas predilectos. Darío, Lorca, Vallejo y los contemporáneos. Obviamente hacemos escala en Neruda. Recordamos los Veinte poemas de Amor, pasando por Residencia en la tierra, Extravagario… Te explico que, más que un “nerudito” soy un “nerudiómano”. Por tu parte, me confesás tu predilección por el Canto General, lamentando no haber podido ver a Mikis Theodorakis en el Teatro Nacional. Pero me mostrás el CD donde se luce el gran conductor, que saltó a la fama con la banda sonora de Zorba. A propósito de eso, me sugeríste que le envíe a Nana Mouskuri algún tema de mi autoría. A tono con tu inquietud, te comenté que ciertamente, hace una década Nana grabó el Credo de la Misa Campesina. De inmediato la buscamos en You-tube. Al escucharla callaste un par de segundos y tamborileando los dedos, oí tu veredicto: -Es extraño. No parece ella. Bueno, con todo respeto suena como si estuviese leyendo. La oímos otra vez?-
Cuando sonó nuevamente la canción, hiciste un agudo comentario: -Insisto en que no parece la Mouskuri. pero al final “se salva”-. Por mi parte y para dejar clara la situación, te explico que en la última estrofa, la que verdaderamente canta es Mercedes Sosa. Y vos, con la lucidez de un diletante, sentenciás: -Claro, tu canción es un seis-por-ocho, lejos del estilo de la griega. En cambio Mercedes tiene la pelota en su cancha. Y todavía más: es dueña de un registro grave y una tesitura apasionada.
Seguimos conversando sobre diversos temas, especialmente relacionados con la situación caótica de Nicaragua. Para estar a tono con tu irrefrenable buen humor, te hablé de “Daniel el travieso” y “Rosario, la de Popeye”. Vos me echaste segunda, diciéndome que esa señora ha levantado contra la democracia y el estado de derecho, no un simple “murillo” , sino una “muralla”. Después pasamos a Venezuela: Chávez, Guaidó, Maduro. Te pregunto si has visto en internet las metidas de pata del jerarca bolivariano. Y vos, siempre jocoso me decís que ” respeto a los choferes, pero no es lo mismo manejar un camión que una nación”.
Te conté que estoy releyendo tu Mascarada Parisina, en esa nueva edición ilustrada con fotografías de tus hijos Marcia, Mauricio y Rodrigo “Michi”. Pasamos revista a los amigos de la pandilla universitaria: los vivos y los finados. Y expresás con aire de nostalgia que de esa etapa tan intensa muchas vivencias quedaron en el tintero. Me preguntás si extraño mi biblioteca de Nicaragua. Y se me clava un torozón en la garganta, cuando pienso en el anaquel de nogal, donde me esperan las obras de la literatura universal; pero sobre mi amada literatura nicaragüense: Darío, Cuadra, Pasos, Coronel Urtecho. Menos mal, te cuento, que aliñé en mi mochila itinerante dos tesoros. La Insurrección solitaria, de Carlos Martínez Rivas y Las Memorias de Adriano de la célebre Margueritte Yourcenar. Como hombre de vasta cultura me decís que ella fue la primera mujer que entró a la Acadamia Francesa; y con tu ejemplar modestia admitís que para vos esa obra maestra ” es una asignatura pendiente”. Sin desdeñar la traducción de Julio Cortázar, preferís leerla en la versión original.
Señalás entusiasta el paquete de libros nuevos que compraste conmigo ayer en el mall San Pedro y decís socarrón: Ahí están los “difuntos”. Como notás que no entiendo mucho, me echás el trompo en la uña: – Es que dice Borges, no el Comandante Sandinista, sino el sabio argentino, que los libros son igual que cualquier artículo común y silvestre. Hasta que uno los lee, ellos realmente resucitan.
Escuchamos algo de Mozart, dos preludios de Chopín ejecutados por Rubinstein y -de postre- el Adagio de Albinoni. Antes de despedirnos, abrís una caja de chocolates y me aclaras que no son leche-burras de Nicaragua, pero resuelven.
Con un cálido abrazo culmina nuestro rico coloquio. Bajo las escaleras y, como siempre, voy despacito gozando en las parades parte de la enorme pinacoteca de mi entrañable hermana Queca Guardia. Y siempre me detengo frente aquel grabado de Amiguetti, donde está el pequeño Paquito viendo fijamente a una niña…
Querido Rodrigo. Ahora que habitás la galaxia de los Hombres buenos, yo te invito a que sigamos conversando; para nutrirme de tu sabiduría, tu honestidad y tu eterno buen humor. Así enfrentaré con eficacia los desafíos que me toca cumplir de cara a la lucha por la libertad de mi Patria.
Gracias por tu amistad. Te quiero mucho
Carlos Mejía Godoy
Es un músico, compositor y cantautor de folklore nicaragüense. Nació en Somoto, departamento de Madriz (Nicaragua), el 27 de junio de 1943. Hijo de Carlos Mejía Fajardo, músico popular, constructor de marimbas y de María Elsa Godoy, maestra de escuela y artesana de pan. Su hermano Luis Enrique Mejía Godoy, tres años menor que él, es también un renombrado músico nicaragüense.
Es uno de los más importantes compositores e interpretes nicaragüenses. Participó activamente en el período de gobierno sandinista (1979 – 1990). Su obra, de contenido altamente social, es muy importante en la historia de la música de Nicaragua y de toda la desarrollada en español. En 1977, su tema “Quincho Barrilete” gana el Festival de la OTI que se celebra en Madrid interpretado por Guayo González.
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