Resumir una vez más el recuento de hechos que llevó al país a una segunda ronda electoral, sería aburrido e innecesario para la mayoría de los lectores; tampoco, hacer un refrito de los temas de campaña, de lo que se dijo y lo que no.
En esta Segunda Ronda Electoral y a escasas horas de elegir al próximo Presidente de Costa Rica para el cuatrienio 2018-2022 ; resulta aburrido e innecesario para la mayoría de los lectores, hacer un refrito de los temas de campaña, de lo que se dijo y lo que no.
Lo que sí merece subrayarse las veces que sea necesario, es el llamado a la tranquilidad, a la tolerancia y a La Paz, banderas que hemos alzado al mundo; sin dejar de lado nuestras diferencias, opiniones sobre lo que creemos y pensamos, como lo hemos hecho en nuestra bicentenaria democracia.
Alguien escribió un día de estos, que nuestra democracia estaba alcanzando la madurez política de los países más avanzados, lo cual es un gran mérito nuestro, pero que también, demostramos la incapacidad para el manejo de la tolerancia; cada vez aceptamos menos las posiciones contrarias. Como demócratas tenemos la tarea de definir las grandes líneas de lo que como sociedad queremos.
Esto último, será el gran reto de las elecciones del 1º de abril, que nos enfrenta a decidir entre dos valiosos jóvenes costarricenses, cuyo liderazgo los ha llevado a esta jornada electoral.
Sin duda, ambos desean dar lo mejor de sí para su país, amparados en equipos, programas y seguidores.
La diferencia está en sus posiciones ideológicas, como es entendible, con un ingrediente adicional, el de la fe religiosa de uno de ellos, que añade valores éticos y morales que resultan un tanto “exóticos” para unos y amenazantes para otros, en esta “sui generis campaña”.
El espíritu costarricense y la experiencia histórica nos ha demostrado que el respeto y la tolerancia son los pilares de nuestra convivencia. Pensemos en ello, veámonos como oponentes, pero jamás como enemigos. Respetemos los resultados y apoyemos al Presidente de todos los costarricenses cuya elección se define una vez más en las urnas.
La sabiduría popular y la representatividad ante un Congreso que da cabida a diferentes ideologías y pensamientos, constituyen garantía en nuestro sistema democrático. Confiemos en nuestra Institucionalidad, en nuestro Estado de Derecho, por el bien del país.
Confiemos en nuestra institucionalidad y en el buen senso como Norte. Celebremos nuestra democracia.
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