Roberto Gallardo, Mayo 2017. Dice Luis Guillermo Solís que las obras de infraestructura que ha inaugurado, y que vienen, TODAS, –menos una-, de otras administraciones, son del pueblo de Costa Rica y nadie puede reivindicarlas como propias. Aparte de la evidente contradicción de decir que nadie puede apropiarse de esas obras, precisamente en actos de inauguración en los que su gobierno trata de hacer precisamente eso (ofreciéndolas como prueba de que el cambio prometido se ha concretado), hay un problema mayor que trasciende este debate, y que podría resumirse en una sencilla pregunta al presidente: ¿y cuales son las obras que deja en marcha su gobierno?
Para alcanzar el desarrollo, se requiere de un esfuerzo sostenido. Cuando de infraestructura se trata, ese esfuerzo debe ser aun mayor. Y en un país como Costa Rica, en el que cuesta tanto hacer las cosas, esto es particularmente cierto, por lo que es poco probable que un gobierno pueda completar todos las etapas del ciclo de un proyecto.
Por esto es común que un gobierno termine inaugurando obras iniciados en gobiernos anteriores, como le ha pasado al actual gobierno con TODAS, –menos una- de las obras que ha inaugurado. Si se quiere reconocer o no el aporte de predecesores en esto, en realidad, es secundario, aunque sirve para calibrar la generosidad o mezquindad de algunas personas. Pero para el país es importante, en esa aspiración al desarrollo que tenemos como sociedad, no solo lo que se inaugura hoy, si no lo que se inaugurará mañana.
Y aquí es donde comienzan los problemas. El actual gobierno no deja NINGÚN proyecto de infraestructura en marcha. No hay NINGÚN proyecto que esté siquiera en sus fases iniciales, ni hablar de su financiamiento o diseño. Nada. La interrupción del ciclo de proyectos de infraestructura que venían ejecutándose desde el 2006, tendrá un impacto en el proceso de desarrollo, cuyas consecuencias la sufrirán las futuras generaciones. Es un resultado esperado de un gobierno que prefirió siempre ver hacia atrás y nunca hacia adelante.
Una nota aparte. Aparentemente estamos perdiendo la ambición como país. Hacer de la inauguración de un puente nuevo, por paradigmático que sea, un evento nacional y un motivo de debate acalorado, refleja una mentalidad muy chiquitita, que ojalá no se convierta en el listón contra el cual se mida el progreso de ahora en adelante. No nos resignemos. Se puede hacer mas y se ha hecho antes.
Roberto Gallardo
Académico, Politólogo, ex Ministro en Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica y ex Ministro en Ministerio de Comunicación y Enlace Institucional
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