Diana Ávila Solera.
Poemas del libro El sueño ha terminado
Soy una vieja mariposa extraña que se siente clavada en una colección de
inoportunos cadáveres de piedra
y pretenden que yo sea igual
yo no soy igual
soy de hoja de tierra de ceniza de almeja
lo que sea
pero siempre le he tenido miedo a las piedras
porque las conozco y sé cómo se siente no tener boca ni pies descalzos
ni lengua dulce
Es dolorosamente cierto que este atardecer es anaranjado
y que voy a terminar despedazándome contra el mar
porque no he nacido no he aprendido a volar
y no sé tampoco si voy a ser pájaro o piedra…
Cuando la vida se pierda
quedarán las cosas cuidando
que nuestros pasos vayan por buen camino
hasta que se encienda el fuego
otra vez
descubriendo
el canto de la vida y el silencio ardiendo
volverán a las manos y a las bocas
el primitivo reencuentro
con alas en nuestra piel
reirá al día
poema para esta mujer
cualquier mujer caída
desde los más bajos pantanos
hasta el fondo fértil del corazón
cantora de la leche amarga y los helechos rojos
de huesos desperdigados
del silencio blanco como el golpe seco de las mariposas y los sapos derrotados
célebre insaciable sedienta
de volar sobre el mismo lugar
después de que el cadáver enamorado se había quemado
y desaparecido
pero ciega…
esperándolo
seguirá esperándolo
y amará ese hueco que queda con el olor
se lavará los ojos con la sangre del pájaro
tormentoso pájaro de sangre que sí sabe vivir
sobrevivir
entre todas las cosas
le hará en la raíz de su vientre
un lugar infranqueable
abierto
y lo hará su amante
y será amada
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