Diana Ávila: De “El sueño ha terminado” (II)

Diana Ávila Solera.

Poemas del libro El sueño ha terminado

 

Soy una vieja mariposa extraña que se siente clavada en una colección de

inoportunos cadáveres de piedra

y pretenden que yo sea igual

yo no soy igual

soy de hoja de tierra de ceniza de almeja

lo que sea

pero siempre le he tenido miedo a las piedras

porque las conozco y sé cómo se siente no tener boca ni pies descalzos

ni lengua dulce

Es dolorosamente cierto que este atardecer es anaranjado

y que voy a terminar despedazándome contra el mar

porque no he nacido no he aprendido a volar

y no sé tampoco si voy a ser pájaro o piedra…

 

 

Cuando la vida se pierda

quedarán las cosas cuidando

que nuestros pasos vayan por buen camino

hasta que se encienda el fuego

otra vez

descubriendo

el canto de la vida y el silencio ardiendo

volverán a las manos y a las bocas

el primitivo reencuentro

con alas en nuestra piel

reirá al día

 

 

poema para esta mujer

cualquier mujer caída

desde los más bajos pantanos

hasta el fondo fértil del corazón

cantora de la leche amarga y los helechos rojos

de huesos desperdigados

del silencio blanco como el golpe seco de las mariposas y los sapos derrotados

célebre insaciable sedienta

de volar sobre el mismo lugar

después de que el cadáver enamorado se había quemado

y desaparecido

pero ciega…

esperándolo

seguirá esperándolo

y amará ese hueco que queda con el olor

se lavará los ojos con la sangre del pájaro

tormentoso pájaro de sangre que sí sabe vivir

sobrevivir

entre todas las cosas

le hará en la raíz de su vientre

un lugar infranqueable

abierto

y lo hará su amante

y será amada

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