Diana Ávila Solera.
Del libro Mariposa entre los dientes
Objeto volador no identificado
Ninguna luz existe y no me importa
demasiado sol tiene la luna
la noche brillante y sus rugidos de dinosaurio
apresuran mi corazón
en esta calle ecuestre no me puedo quedar quieta
mis piernas suben y bajan corriendo como si fuera
la última vez cada vez más
intensamente firmes sobre esta tierra intensamente
callada y triste
Vengo a esta ventana luminosa
para que se siente mi espalda a conversar con la luna
para que caiga la espuma de la noche sobre mi boca
con un ácido poema
quiero que las plumas de mis hermanos muertos vengan
a jugar en mi lengua de lluvia
en mi cabeza remolino
y empollen una bella mariposa entre mis dientes
Yo podría quedarme quieta
ver la lluvia apagarse
no tocar nada
dejar que el musgo se llene de oscuro
que la soledad anide en mi espalda
en el caracol ardiente de mis revueltas noches
podría quedarme callada
esperando que me contaran las piedras
su canto de guerra
que me abrieran sus huesos hechos al silencio
su escama ardiendo día y noche
y su aire
donde la húmeda serpiente se desliza aceitosamente
si yo fuera la noche
la noche su vuelo
capaz de alcanzar la muerte
como una flor inesperada
resplandeciente en mi lengua
casi entonces el terciopelo del mar mi corazón abierto
mi corazón no mío
mi muslo para sentir la vida
Manitas de salamandra
para Mario Castrillo
He puesto pezuña en tierra como un animal sereno
al corazón mío tan caótico
para abrigar tu voz
y que me acompañe en este invierno
mientras exijo a la noche tregua
para armar un collage con lo que queda
manitas de salamandra tu risa
manitas de salamandra tus ojos
tus dedos chuecos
tu corazón hermoso
los dientes tuyos mordiéndose la uña
la uña de estar solo
la más luminosa en tu dibujo
la fruta de tus noches frías
Hoy me encontré tu carta
y tu mano flaca dibujada sobre todas las palabras
como un arcoíris
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