Editorial: Chaves vs Cruz… implicaciones

Nadie le ha dado el poder pontificio al Presidente para tratar de imponer cátedra de moralidad y justicia ante la Corte Plena del Poder Judicial.

Sin duda la invitación que hizo el Presidente de la Corte Suprema de Justicia Fernando Cruz, al Presidente de la República Rodrigo Chaves, con la idea de tender puentes entre poderes, se convirtió en un momento incómodo y desagradable para el anfitrión.

El Presidente Chaves, utilizó la oportunidad para enfatizar en su agenda personal, tratando de diluirla hábilmente con los problemas objetivos que atraviesa el Poder Judicial. Eso permitió a los adeptos del “comité de aseo” a salir en su aguerrida defensa, y de paso acentuar una lamentable práctica cuyas raíces de manoseo se encuentran de forma consabida en el Poder Legislativo y por ende en el sistema político. Chaves recibió a la vez la reprimenda de izquierdas y derechas,  tirando por la borda (al menos por ahora) la significativa oportunidad de edificar relaciones entre poderes y usar los puentes en beneficio de la colectividad.

Ciertamente el sistema judicial  experimenta una compleja problemática. Han sido puestas de relieve en estos días y desde hace un tiempo, situaciones indeseables. Tal parece que hay un  grupo que ha venido cooptando el poder en su beneficio a través de un bien elaborado tejido interno y externo. La Magistrada Vicepresidenta Solano primero y el Magistrado Salazar han sido expuestos ante la opinión pública por la forma en que inciden en ciertas decisiones y en el manejo de la información, lesionando gravemente el sistema, y provocando el claro repudio de muy diversos sectores. Será esto en realidad la punta de un iceberg?  Esto ocurre al tiempo en que la percepción ciudadana sobre la justicia  en Costa Rica, continúa siendo una quimera. El atraso en el nombramiento del Fiscal General y las cosas que ocurren en el MP de un tiempo atrás, son quizás ejemplos que dejan otras tantas inquietudes.

También hay quienes; como es el caso del Presidente de la Corte y algunos otros magistrados, que hacen lo posible, por desencallar esta inmensa nave. La defensa de la independencia judicial en este contexto; bajo su bandera, es una imperativa necesidad, siempre y cuando se tenga el tino de atender la problemática que corroe la posibilidad de acceder a una justicia pronta y cumplida en Costa Rica. Sin duda cada uno de los poderes formales enfrenta sus propias contradicciones y sus crisis severas, pero aún se parte de la premisa de que estos son independientes y que están en capacidad de resolver sus propios entuertos, aunque esto tome tiempo y el desgaste sea mayor. Por eso también damos la razón al Presidente Cruz, cuando saca a relucir el tema del financiamiento de los partidos políticos, como uno de los temas gruesos pendientes de resolver.   Oportuna es por tanto la mención a la división de poderes formulada por Montesquieu, para determinar los ámbitos de acción del Estado en un sistema de pesos y contrapesos.  Cruz le ha hecho saber al Presidente que no basta citar a Montesquieu, sino leerlo y comprenderlo.

Son tiempos difíciles y de continuos exorcismos. La prensa y otros grupos tradicionales por supuesto han tomado partido, y eso es perfectamente comprensible, sin embargo los temas de fondo continúan allí sin resolver. Por lo pronto nadie le ha dado el poder pontificio al Presidente para tratar de imponer cátedra de moralidad y justicia ante la Corte Plena del Poder Judicial.

El que esté libre de culpa que tire la primera piedra pareciera ser la máxima. La Asamblea Legislativa y sus fracciones políticas también deben sacar el espejo y echar para su propio saco. Por su parte al Poder Judicial le está llegando la hora de cambiar de rumbo.  Esperamos entonces que algo bueno habrá de salir de este cúmulo de entuertos, en beneficio del país.

 

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