Editorial: El mañana no deseable

¿Será imaginar el mañana y evitar lo que sabemos nos espera, o al menos amortiguarlo, construyendo juntos, una misión imposible?

Sí tan solo nos atreviésemos a mirar más allá de las montañas, más allá de la cordillera de pequeñeces que hemos levantado frente a nosotros, podríamos ver el mañana;  ese amanecer que despunta con fuerza de incertidumbre detrás de esa sombreada silueta.

Sí pudiéramos hacerlo o sí usáramos el sentido común, los costarricenses nos daríamos perfecta cuenta, que ese mañana dista mucho de lo anhelado por nosotros y para los nuestros. La desesperanza,  y el sufrimiento nos esperan allí,  con esa paciencia que es sólo dable al Tiempo. No es que no la haya,  hay muchos ya afectados por la desigualdad y la inequidad social, pero como sociedad debemos tratar no solo de ser mejores,  sino de  evitar el naufragio nacional.

La cuestión es que nuestro mañana, a diferencia de aquel que cada día nos da el Hacedor, se construye con las manos, con sudor, con  anhelos y con lo mejor de nosotros mismos. En nuestra diminuta aldea por el contrario, hemos dedicado mucho tiempo a dilapidar las oportunidades construidas  por otros soñadores; la de  quienes nos nos precedieron. Hemos preferido la hostilidad, la negligencia, la arrogancia, la desidia, la indiferencia  y hasta la irresponsabilidad, para seguir por un lado defendiendo intereses particulares y por otro postergando decisiones colectivas de implicaciones  trascendentes.

Los conflictos políticos de hoy son gestionados para llegar al mediodía social y quizás al atardecer, más no para desdibujar ese mañana pesimista.   Pero a lo mejor esas sean señales de la  inevitable contradicción manifiesta entre un mundo obsoleto y otro abriéndose campo hacia el mañana.  A lo mejor en eso radica la esperanza.

Nos espera también un mundo aún más automatizado, donde el impresionante desarrollo tecnológico y biotecnológico está generando tantas oportunidades como amenazas y corresponde a cada sociedad diseñar la forma de alcanzar las primeras y sortear las segundas.

Las decisiones políticas inciden en lo económico , lo social, lo ambiental, en todo lo que compete a la colectividad. La inserción hacia el  futuro no se resuelve entonces tratando de negarse o negativizando de mil formas, tan solo para llegar al final del día. Es ahí donde nos quedamos cortos, donde mueren las ideas y naufraga la actitud valiente de los nuevos soñadores.

Nuestros actuales liderazgo políticos, gremiales, empresariales y otros, están obligados a asomarse al mañana y ayudar a  rectificar el rumbo,  ese que nos conduce  hacia un futuro inmediato no deseable . Hoy la negociación por ejemplo es sobre quien paga el deficit y cuánto debe aportar y lo que está en juego sin embargo,  lo importante es cómo queremos llegar a enfrentar con inteligencia y buena voluntad el después. Lo inmediato no servirá de nada sin el diseño, el trazado, la ruta conducente, es decir la clara ruta de la travesía hacia la sostenibilidad necesaria.

Todo lo que exigimos a quienes están negociando es botar las anteojeras que impiden ver el indeseable mañana que nos espera y abandonen el afán de echar unas monedas al bolsillo del ahora. Luchar a conciencia, pero para construir de una manera radicalmente distinta.

¿Será imaginar el mañana y evitar lo que sabemos nos espera, o al menos amortiguarlo, construyendo juntos,   una misión imposible?

 

También podría gustarte Más del autor

Comentarios

Cargando...