Se acerca de nuevo ese momento en que corresponde a la olvidada ciudadanía tomar decisión para elegir, y es triste sin duda percatarse que en términos generales, el votante sufre durante varias semanas un despiadado ataque de torrente informativo, lo cual incluye publicidad insulza, encuestas, promesas, programas con cálculo matemático, basura empaquetada con ataques alevosos, además de comunicación orientada a inflar imágenes y pescar incautos. Se dan chispazos sobre aspectos relevantes, pero en general lo que hay es subasta de egos y propuestas exóticas.
La realidad electoral evidencia entonces una multiplicidad de aspectos; además de partidos desdibujados, los cuales confunden al electorado para poder decidir con tino. Son veinticinco candidatos presidenciales, y muchos aspiran a una curul legislativa; en lo que parece ser el motivo principal de su participación, junto a otros tantos, que figuran también como aspirantes al Parlamento.
Eso hace del escoger y decidir una tarea titánica. Es necesario procurar que la escogencia sea lo menos errada posible y de ahí el imperativo de formularnos varias interrogantes; lo cual –advertimos- no evita el elemento subjetivo implícito en ellas:
¿Cuáles de las candidaturas ofrecen alguna experiencia positiva en el manejo de la cosa pública?
¿Quiénes tienen cualidades de liderazgo y determinación suficiente para implementar sus ideas?
¿Quienes de los y las postulantes, estarán en capacidad cierta de hacerse rodear de buenos equipos de trabajo; o por decir lo menos, de personas confiables para acompañar su Administración?
¿Cuáles de ellos o ellas, en razón de sus ideas y actitudes nos pueden conducir más cerca del abismo y ahondar en la crisis, debido a su impericia o incapacidad?
¿Quiénes parecen estar conectados(as), con las preocupaciones sustantivas de la ciudadanía y del país?…y quien un operador(a) político con capacidad para dialogar conciliar diferencias?
¿Quienes tiene capacidad de poder ver más allá de los escándalos o de las fumarolas, que pueda empezar a atender las raíces de los problemas nacionales y nos pueda catapultar al futuro…Es decir alguno(a) con olor a estadista que vea más allá de la aldea?,
Asumimos que la respuesta a estas preguntas, le reduce al y la votante, el número de postulantes; indispensable para seleccionar la alternativa para el país en virtud de su actual estado de postración. Por ahora debemos asegurarnos; en esta trascendental coyuntura, que la escogencia no nos acerque más al abismo, sino más bien al diálogo y a la convergencia entre actores. Revitalizar la credibilidad en esta maltrecha democracia, alejándonos de ese riesgo, es hoy el principal reto para Costa Rica. La ciudadanía, aunque también golpeada, es responsable al decidir y luego al ejercer vigilancia activa, porque ambas son responsabilidades democráticas ineludibles.
El objetivo por tanto, es evitar ser arrastrado por el aspaviento electorero, y no comprar irracionalmente un producto; que aunque tenga fecha de vencimiento, sí puede agravar nuestras penurias, al comprometer la suerte propia y la de los nuestros, tan solo a la vuelta de la esquina.
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