Editorial: En el nuevo escenario del Sur Global (Podcast)

Ya pasó la época en donde había trueque de espejitos por soberanía y dignidad. Tiempo es, para enderezar el rumbo, generar las nuevas alianzas y construir la sociedad que las nuevas generaciones demandan.


Estados Unidos va gradualmente perdiendo preponderancia en su rol hegemónico, aunque continúa manteniendo su poderío militar, y sin tampoco negar que aún mantiene un importante grado de influencia global. China por su lado ha venido con el tiempo, adquiriendo una importante ventaja con respecto a su inversión económica e influencia política en diferentes regiones del planeta y por supuesto en Latinoamérica. Las naciones que conforman el BRICS; bloque constituido por Brasil, Rusia, India, China y África del Sur ha asumido un claro protagonismo, y procura ampliar su radio de acción a otras 6 naciones, las cuales pueden aportar elementos novedosos en el actual juego geopolítico mundial. Una anotación al margen, es la cautela que China ha mantenido con respecto a involucrarse directamente en aventuras militares, sin experimentar mayor desgaste, que en el caso de Occidente ha implicado miles de millones de dólares al erario público en beneficio de la industria armamentística, así como un enorme costo en vidas humanas.

El denominado Sur Global, curado de algún modo por el juego bipolar durante el período de la Guerra Fría, se convierte ahora en un actor importante y estratégico, participando y desplazándose con un sentido mucho más audaz y pragmático; menos ideológico, para así poder crear y ganar espacio en donde sobrevivir, es el aspecto trascendente para las sociedades en desarrollo y se convierte en un factor de enorme valía. Líderes como Lula, han hecho saber a las grandes potencias, que el Sur desconfía, y al mismo tiempo es capaz de forjar las alianzas necesarias sobre la base de la mutua dependencia mutua para garantizar la sostenibilidad en un mundo inestable. Todo ello en momentos en que se agudiza el deterioro de las democracias, sus sistemas políticos, así como el desencanto hacia la democracia en general. Esto lo ha subrayado el mandatario brasileño en su reciente discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, advirtiendo que el neoliberalismo fallido ha pretendido ser sustituido por un populismo autoritario y primitivo, cuyas respuestas fáciles son igualmente falaces. Petro de Colombia, al igual que Lula aboga por una lucha real para enfrentar la madre de todas las crisis que es la climática y han puesto ambos sobre la mesa, lo que han dado en llamar la lucha por la vida, esa que igualmente merece la atención urgente de las naciones altamente industrializadas.

Una de las conclusiones más evidente a esta altura del Siglo XXI, es la vieja consigna de que las guerras sólo conducen al fracaso mismo de la humanidad. No es diferente en el actual conflicto entre Rusia y Ucrania, que de paso evidencia el naufragio del diálogo y por tanto de la diplomacia, cuyo impacto se mide lamentablemente, por los miles de vidas sacrificadas en vano, pero sí en favor de la industria armamentista. Esto, sin dejar de lado el perverso autoritarismo de Putin o bien el viejo afán de los policía del mundo de Estados Unidos, ahora con el apoyo de sus aliados en Europa. El pañuelo en que se ha convertido el planeta, afronta múltiples crisis, las cuales sólo podrían ser superadas sí existiese la voluntad política y la voracidad del capital disminuida su influencia, para así ponerse de acuerdo en atacar las raíces de la profunda desigualdad experimentada en distintas regiones del globo.

Costa Rica a pesar del momento que experimenta su institucionalidad democrática, debe igualmente aprender de las enormes enseñanzas del pasado, donde el simple alineamiento no es garantía de sobrevivencia. Ha de haber determinación y firmeza en las decisiones que se tomen, para garantizar la sostenibilidad de naciones como la nuestra. Ser parte del juego no es suficiente, debe haber claridad y mucha dignidad en el manejo de la política exterior del país. Los desafíos del presente pasan por la urgente necesidad de construir alianzas y de generar una fuerza autónoma suficiente, para condicionar una negociación digna y justa para las sociedades en desarrollo. Ya pasó la época en donde había trueque de espejitos por soberanía y dignidad. Tiempo es, para enderezar el rumbo, generar las nuevas alianzas y construir la sociedad que las nuevas generaciones demandan. Sí hay tiempo o no, aún no lo sabemos pero lo cierto es la urgencia de intentarlo.

 

EDITORIALES ANTERIORES

 

También podría gustarte Más del autor

Comentarios

Cargando...