Editorial: La partida de Don Walter Espinoza
Es muy probable que de ahora en adelante, quienes le conocieron y trabajaron cerca de él, tengan ahora el enorme compromiso de recoger la antorcha de don Walter, en procura de una sociedad mejor.
Llevamos muchos años familiarizados con la imagen serena y sobria; semblante amable a la vez, de un profesional de elevada capacidad y vasta experiencia; una autoridad en materia judicial que ha mantenido durante varios años a los costarricenses informados de la penetración del narcotráfico y de la forma en que el crimen organizado ha venido ganando terreno en Costa Rica. Asertivo, transparente y asequible en su relación con los medios de comunicación y con una facilidad de expresión, simple, clara y directa, le permitió a la población entender la magnitud de estos flagelos en Costa Rica. Es evidente que la experiencia durante tantos años de servicio en el Poder Judicial, le posibilitó a don Walter, hacer aportes significativos en la compleja lucha contra el delito. Su experiencia y conocimiento nos dejan hoy, con su partida a la morada celestial, la extraña sensación de ser elementos difíciles de ser sustituidos por alguien más.
Al detenerse y valorar estos atributos del más reconocido de los jerarcas que ha tenido el OIJ, no es difícil comprender entonces el estado de “shock” que ha provocado su deceso entre el personal a su cargo y de tantas personas quienes le conocieron. Don Walter se ganó un importante espacio de afecto en el corazón de muchos costarricenses, en virtud de su asidua y comprometida labor con el Organismo de Investigación Judicial. Ha dejado una huella profunda producto de su asidua labor, dedicación y entrega a su trabajo profesional, pero sobre todo de servicio y humildad, elevando la conciencia de los costarricenses, y alterando al mismo tiempo la tradicional ingenuidad ciudadana sobre este tipo de males.
En uno de los casos públicos más resonantes: el de “Cochinilla”, los hallazgos del OIJ luego de una meticulosa investigación y liderado por Don Walter, provocaron un estremecimiento importante en la conciencia pública sobre la penetración de la corrupción. Ello evidenció poder constatar, una siniestra alianza entre un pequeño grupo empresarial y funcionarios públicos con afanes delictivos. Hablamos por supuesto de una situación que desde el punto de vista jurídico está inconclusa. En todo caso la magnitud de la situación producto del crimen organizado, y su hermano el narcotráfico; de lo cual nos dió cuenta Don Walter, nos permite identificar una realidad de implicaciones insospechables.
Es muy probable que de ahora en adelante, quienes le conocieron y trabajaron cerca de él, tengan ahora el enorme compromiso de recoger la antorcha de don Walter, en procura de una sociedad mejor. Habrán posiblemente de continuar realizando un incansable trabajo como él lo hizo, para posibilitar un futuro más promisorio a los más jóvenes y en general a la ciudadanía en nuestro país.
¡Descanse en Paz Don Walter Espinoza!
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