Editorial: Permanecer distraídos o enterarnos de la realidad y asumirla…
Es hora de asumir nuestra realidad y superar la prueba de una representatividad en crisis, donde todo absolutamente está articulado. Es tiempo de despertar, de alzar la voz y construir en tiempos difíciles y ciertamente complejos.

La energía que el país demanda para gobernar en situaciones como la presente es mucha, caso que la pretensión fuera ayudar a sacar al país del abismo en que pareciera encontrarse. El Presidente y los legisladores, pero también otros jerarcas; como los del Poder Judicial debieran focalizar toda esa energía en procurar puentes y acuerdos para mitigar o atender los serios problemas que enfrenta la sociedad costarricense; esto en vez de diluirla mediante reyertas cada vez más frecuentes, y diseñadas al parecer, para distraer a la colectividad.
En el proceso ya de alcanzar un año de Gobierno, el rumbo hacia la estabilidad económica y social parecen aún muy lejanos. Más que propuestas para enrumbar al país, sacándolo de su estancamiento, se utiliza la crispación, la falta de transparencia y el monólogo como herramientas para el ejercicio del poder. Aún así nadie desea ni espera que a la presente Administración le vaya mal, pero es propicio e imperativo, facilitar puentes con los demás poderes.
La ciudadanía con todo su escepticismo y su actitud crítica hacia las diversas instituciones y hacia la democracia misma, no puede prestarse para el juego de tumbar las bases que han hecho posible esta sociedad de oportunidades, y no puede permitirse que ese andamiaje el cual contribuyó a la paz social y permitiendo a muchos costarricenses superarse personal y profesionalmente, pueda ahora tirarse al suelo ante la mirada indiferente de muchos.
Estamos obligados a rediseñar nuestra casa, a planear nuestra estrategia, a comunicarnos y también a educarnos. No se puede ser adalid de causas tan contaminadas, pero sí se puede; asumiendo con responsabilidad trazar un camino nuevo y distinto, en donde todos tengamos al menos un espacio para construir y también para articular con otros sectores tan diversos.
Debemos celebrar nuestra democracia defectuosa, nuestras instituciones, y una visión compartida de Estado sin lo cual estaríamos perdidos. Ello sin embargo requiere unión y determinación, a sabiendas de que hay una democracia debilitada y con poca esperanza para desplegar las alas y remontar de nuevo el vuelo.
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