Editorial: Permanecer distraídos o enterarnos de la realidad y asumirla…

Es hora de asumir nuestra realidad y superar la prueba de una representatividad en crisis, donde todo absolutamente está articulado. Es tiempo de despertar, de alzar la voz y construir en tiempos difíciles y ciertamente complejos.

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 De verdad que es increíble la cantidad de basura y distractores con que se enturbia el entorno político y social del país. Pareciera que vivimos en una nebulosa conformado por pequeños eventos disruptivos y manejados con clara intencionalidad. Hay una buena cantidad de usuarios en redes sociales y otros,  dispuesta a atragantarse con raudales de información, sin importar su propósito o la fuente de la que provenga, siempre y cuando alimente sus opiniones y prejuicios.   Hay en este accionar deliberado temas  de telenovela como la reciente renuncia de la Ministra de Salud, de quien se rumora terminará como diputada de la Asamblea Legislativa, movida de ajedrez para jugar a cambiar sin cambiar nada, y para enralecer más el tenso ambiente político.   El punto es que se invierte mucho tiempo en cosas de esta naturaleza y sin embargo poco para atender los problemas estructurales del país. Pareciera entonces que estos movimientos forman parte de una planificada estrategia cuyo propósito, además de mantener un ataque constante contra la frágil institucionalidad del país, favorece a determinados sectores económicos; conclusión a la cual fácilmente se podría llegar, de mantenerse el interés por vender las joyas de la abuela y desacreditar en forma sistemática, la ya maltratada democracia costarricense.

La energía que el país demanda para gobernar en situaciones como la presente es mucha, caso que la pretensión fuera ayudar a sacar al país del abismo en que pareciera encontrarse. El Presidente y los legisladores, pero también otros jerarcas; como los del Poder Judicial debieran focalizar toda esa energía en procurar puentes y acuerdos para mitigar o atender los serios problemas que enfrenta la sociedad costarricense; esto en vez de diluirla mediante reyertas cada vez más frecuentes, y diseñadas al parecer, para distraer a la colectividad.

En el proceso ya de alcanzar un año de Gobierno, el rumbo hacia la estabilidad económica y social parecen aún muy lejanos. Más que propuestas para enrumbar al país, sacándolo de su estancamiento, se utiliza la crispación, la falta de transparencia y el monólogo como herramientas para el ejercicio del poder. Aún así nadie desea ni espera que a la presente Administración le vaya mal, pero es propicio  e imperativo, facilitar puentes con los demás poderes.

La ciudadanía con todo su escepticismo y su actitud crítica hacia las diversas instituciones y hacia la democracia misma, no puede prestarse para el juego de tumbar las bases que han hecho posible esta sociedad de oportunidades, y no puede permitirse que ese andamiaje el cual contribuyó a la paz social y permitiendo a muchos costarricenses superarse personal y profesionalmente, pueda ahora tirarse al suelo ante la mirada indiferente de muchos.

Estamos obligados a rediseñar nuestra casa, a planear nuestra estrategia, a comunicarnos y también a educarnos. No se puede ser adalid de causas tan contaminadas, pero sí se puede; asumiendo con responsabilidad trazar un camino nuevo y distinto, en donde todos tengamos al menos un espacio para construir y también para articular con otros sectores tan diversos.

Debemos celebrar nuestra democracia defectuosa, nuestras instituciones, y una visión compartida de Estado sin lo cual estaríamos perdidos.  Ello sin embargo requiere unión y determinación, a sabiendas de que hay una democracia debilitada y con poca esperanza para  desplegar las alas y remontar de nuevo el vuelo.


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