Editorial: Recuperar la memoria en el mes de la patria (Podcast)
La lucha enEl enojo y el miedo deben ser los motores no para encomendar a otros la suerte de la democracia, sino por el contrario para asumir el rol que a cada quien corresponde en una sociedad que se jacta de celebrar su independencia.tonces continúa, independiente de las nuevas realidades, tenemos que tener muy en claro la defensa a ultranza de la democracia, donde no cabe descanso en procura de la paz, la justicia y la equidad en las Américas.

Debemos tener presente que las naciones se encuentran insertas dentro de un modelo geopolítico de mayores complejidades, y por tanto mantenemos ligamen con el destino de otros países altamente industrializados, los cuales en su accionar inciden en el comportamiento de los más pequeños y vulnerables. La independencia por consecuencia está determinada por el juego de complejos y mayores intereses que van más allá de las fronteras del limitado espacio geográfico. La llamada democracia representativa que caracteriza a Occidente, ha evidenciado en pequeños países como el nuestro, que se ha consentido un modo de vida insuficiente, que amerita una necesaria revisión de ajuste a los momentos en que nos ha correspondido vivir. La democracia exige una enorme responsabilidad individual y colectiva para vivir con justicia y dignidad, un mayor compromiso no sólo con la tierra que nos vio nacer, pero también con nuestros semejantes y todos aquellos con quienes compartimos la dicha enorme de ser costarricenses.
Mucha agua ha pasado bajo el puente desde aquel Setiembre de 1821 y si bien es cierto que en este sitio hemos podido aprender tantas cosas; las cuales nos identifican como miembros de una colectividad muy especial en la que hemos aprendido valores, tradiciones, cultura y en donde la educación principalmente ha contribuido a forjar nuestra identidad nacional. Sabemos asimismo, que existen un sin fin de posibilidades y oportunidades para ser todavía mejores. Algo sin embargo está sucediendo hoy día, cuando todos esos factores que nos unían, no son ya suficientes para mantenernos unidos ni para mantener una forma de vida digna para las mayorías. Es como si estuviésemos perdiendo la memoria, y como sociedad nos estemos alejamos de todo aquello que nos enorgullecía sobre el ser costarricense. Mucho ha sido cambiado y no necesariamente para bien, factor que nos coloca en el sendero de un rumbo absolutamente incierto. En vez de acercarnos y unirnos, algo hay que nos fragmenta y separa cada vez más , y por consecuencia, vamos olvidando el camino del bienestar y la felicidad. Hoy difícilmente podemos discernir entre lo que realmente importa y lo que no.
La ciudadanía implica responsabilidad para retomar las riendas del destino y la única vía para lograrlo es la educación, la conciencia y la participación así como la solidaridad con los demás, y en particular con los sectores más vulnerables de la población. Conlleva comprender que un destino colectivo es forjado entre todos y por tanto no se puede dejar en manos cualesquiera, como parece ser ahora la opción, de las democracias decadentes.
El enojo y el miedo deben ser los motores no para encomendar a otros la suerte de la democracia, sino por el contrario para asumir el rol que a cada quien corresponde en una sociedad que se jacta de celebrar su independencia. Encauzar el rumbo conlleva educación, conciencia, participación y elevados valores y sobre todo el propósito principal debe ser la convicción absoluta, de que no podemos heredar a los que vienen menos de lo que muchos de nosotros hemos recibido de esta tierra generosa.
Celebrar implica por tanto la determinación de ejercer la ciudadanía con un mayor nivel de responsabilidad de solidaridad no sólo ciudadana sino también humana.
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