Editorial: Si tan solo aprendiéramos algo de nuestros atletas olímpicos (incluye podcast)
La Revista quiere de esta forma, rendir su propio homenaje; a ellos, y a quienes están dispuestos siempre dar lo mejor de sí. Esta sociedad tiene muchos hombres y mujeres capaces de predicar con su ejemplo y espíritu de lucha contagiando a los demás. Si tan sólo aprendiéramos algo de nuestros atletas olímpicos, saldríamos muy pronto de donde estamos y seríamos mil veces mejores de lo que somos.
Mucho del trabajo de los atletas olímpicos en su afán por representarnos en Tokyo, implicó no sólo un gran esfuerzo personal y familiar sino una disciplina extraordinaria de su parte, bajo condiciones por lo general adversas, así como la falta de un apoyo contundente y continuo del Estado.
Deberían también por eso, quedar guardados en nuestra mente y en la de generaciones más jóvenes, los nombres de Andrea y Noelia Vargas, Kenneth Tencio, Brisa Hannessy, Andrey Amador, Luciana Alvarado, Beatriz Padrón, María José Vargas, Arnoldo Herrera, Ignacio Sancho, Leilani McGonagle, Neshy Lee Lindo, y Gerald Drummond. Igual se debe honrar a quienes a través de diferentes disciplinas, junto a sus entrenadores y asistentes, han dado lo mejor de sí; sea que hayan podido o no asistir a unos juegos olímpicos.
Para todos ellos Tokyo fue una meta, es decir el viaje a la superación, y esto quizás sea algo de lo que los costarricenses podríamos aprender mucho. Es momento propicio quizás, para evocar una parte del famoso poema Itaca del griego Constantino Cavafis (1863-1933)… “ Cuando emprendas tu viaje a Itaca pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. No temas a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Podeidón, seres tales jamás hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti ”
Y es que en la presente coyuntura del país, se necesita de muchas personas con disposición de atletas, con actitud, con afán, con orgullo, dignidad y espíritu de superación, porque sabemos que para esta representación ha sido un camino difícil y tortuoso. El humilde origen de algunos, no ha sido impedimento para dar lo mejor de sí y poner el nombre de nuestro país en alto. Su experiencia tampoco está concluida, porque se encuentran en un proceso de mejoramiento continuo. Andrea, ya piensa en París; sitio al que han decidido trasladar sus máximos sueños y anhelos.
Es importante subrayar el trabajo en equipo, como factor indispensable y para ello el ejemplo más meritorio sin duda, es el de las hermanas Noelia y Andrea Carolina Vargas y su madre Dixiana Mena, quien ha recibido una distinción a nivel de las Américas por tan brillante labor. Es saber y tener conciencia de que el equipo, puede en un momento determinado, convertirse en las emociones y las aspiraciones de un país completo. Cuando los entrenadores impulsan a sus discípulos a competir, les recuerdan siempre que el trabajo equipo es más importante que la persona, y les insisten en que la competencia puede sacar lo mejor de ellas, y por tanto es una bendición. Ayuda al sano orgullo y a la determinación, siempre y cuando se combine con una dosis de humildad y la capacidad de reírse de sí mismo y con los demás.
En momentos complejos, es importante buscar los referentes. La Revista quiere de esta forma, rendir su propio homenaje; a ellos, y a quienes están dispuestos siempre dar lo mejor de sí. Esta sociedad tiene muchos hombres y mujeres capaces de predicar con su ejemplo y espíritu de lucha contagiando a los demás. Si tan sólo aprendiéramos algo de nuestros atletas olímpicos, saldríamos muy pronto de donde estamos y seríamos mil veces mejores de lo que somos
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