Editorial: Un plan de seguridad en la Plaza de la Democracia
Lo más importante a fin de cuentas hoy día, es el liderazgo claro, visionario, y unificador de voluntades, para así hacer ejercicio de una verdadera soberanía nacional...

Sí es notorio la forma bulliciosa y un tanto estridente, en que se plantean las líneas de respuesta por parte de los jerarcas; más bien reactivas a los problemas que nos aquejan. Dependiendo de la disconformidad de opinión pública, así se dan acciones; a veces un tanto ocurrentes, para atender una situación realmente compleja, como la que el país está viviendo en materia de seguridad. Porque un problema nacional exige respuestas articuladas de los distintos actores, más la ciudadanía organizada y responsable. Sobre este aspecto nos parece que hay un buen nivel de claridad, y en al menos otros tres grandes problemas que están afectando el curso de la civilidad y la paz en Costa Rica. El hecho de que nuestro pequeño territorio sea el espacio de juego; donde poderosas bandas criminales operan, nos debe hacer conscientes que no podemos los costarricenses pecar de ingenuos y mucho menos estar divididos.
El hecho de que bandas criminales en barriadas pobres hayan asumido el control de comunidades y regiones, obliga a un enfoque de carácter estructural y articulado para encarar la situación. Eso sí, que mientras no enderecemos el timón de la educación y el de la seguridad social en Costa Rica, va a ser muy difícil brindar respuestas concretas en materia de seguridad nacional. Hay gente muy capaz en este campo, y la Presidencia debiera llamarles de inmediato para trazar una estrategia integral y sistémica, en donde todos los actores; por más diversos políticamente que sean, encuentren espacio para aportar.
Institucionalidad, experiencia y tecnología son aspectos que deben ir de la mano de un cuerpo policial con mentalidad cívica pero consciente de la forma de actuar ante los hechos delictivos tan graves que experimentamos. Por algún lado hay que empezar, y la forma errada es repartiendo culpas a diestra y siniestra para justificar la inacción solidaria…o la falta de cooperación. Diagnósticos ya hay muchos, y expertos o analistas que comprenden la problemática también los hay a granel. La cuestión es entonces cómo sumar en equipo, cómo definir una estrategia actualizada e inteligente en coordinación con países amigos para el combate a las fuerzas oscuras. Los ciudadanos debemos hacer lo propio y organizarnos mejor en nuestras propias comunidades y espacios. La prevención hacia el futuro es el instrumento más poderoso, para hacer frente al flagelo y a sus nefastas manifestaciones en los barrios más humildes y vulnerables del territorio nacional.
Lo más importante a fin de cuentas hoy día, es el liderazgo claro, visionario, y unificador de voluntades, para así hacer ejercicio de una verdadera soberanía nacional…
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