Eduardo Amador: Gobierno y país sin rumbo, futuro poco halagüeño
Los partidos y sus estructuras jerárquicas tienen la obligación de presentarse seriamente ante los costarricenses y el que resulte ganador de la contienda de febrero del 2022 debe tener claro que el camino que se encontrará está lleno de espinas que harán difícil su tarea como gobernante.
Eduardo Amador Hernández, Periodista.
No sé por qué razones, en las últimas semanas, he escuchado a muchos sectores hablar sobre la ideología del gobierno; unos lo califican de derechista, otros de socialista bolivariano. Yo al menos no encasilló la actual administración ni de uno ni de otro lado.
Estaría tranquilo si tuviera un norte, cualquiera que sea. Pero sucede lo peor, el gobierno marcha sin rumbo. El capitán del barco no tiene claro, tras 30 meses de dirigir los destinos del país, cuál es la meta a la que debe llegar. Esto me indica que más bien ya es tarde para tener una definición clara, precisa para llevar a la nación a buen puerto.
Un presidente que nombró a la economista Edna Camacho como coordinadora del equipo económico; a André Garnier, como enlace con el sector privado; a Rocío Aguilar como ministra de Hacienda y a Rodrigo Cubero como presidente del Banco Central, no puede ser jamás de izquierda. Siguiendo esa línea, el sustituto de doña Rocío, don Rodrigo Chaves tampoco es de izquierda. No sé qué ideología tendrá don Elian Villegas, actual ministro de Hacienda, aunque presumo que es cercana a la de su familiar Ottón Solís.
En posiciones siempre importantes, pero no tan relevantes como el equipo económico, don Carlos Alvarado designó ministra de condición de la mujer a Patricia Mora, de estirpe comunista y en otros puestos a gente que se podrían calificar de izquierda, pero jamás de comunistas.
Está por determinar cuál es el pensamiento ideológico de quienes son parte del círculo íntimo que le susurra al oído al presidente Alvarado. Se dice que son gente joven, otros son maduros con experiencia en organismos internacionales, hay otros que son los que están detrás del famoso caso de la Unidad Presidencial de Análisis de Datos (UPAD) que, eventualmente, a pesar de tener su bolsa derecha con bastante dinero, en su bolsa izquierda llevan posiblemente sus cargos de conciencia de clase
Conclusión, es claro y evidente que el gobierno navega en un mar turbulento, con rumbo errático y, en mi criterio, lo único que está haciendo en estos momentos es mantenerse a flote, en otras palabras, patear la bola hacia adelante. Y ese mar lleno de olas poderosas es producto de una serie de hechos relevantes que refuerzan mis argumentos.
En los 18 meses de la actual administración, por el ministerio de Hacienda han pasado tres personas: doña Rocío, don Rodrigo Chaves y, actualmente, don Elián Villegas, de quien espero que tenga larga vida en este puesto.
Otro ministerio clave para la buena marcha del gobierno es el de la Presidencia; es el que coordina con el Poder Legislativo todo lo concerniente a la buena marcha de la agenda legislativa. Por ese ministerio, en menos de 18 meses, han pasado también tres figurones. En primera instancia, el excandidato presidencial del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), Rodolfo Piza Escalante, quien renunció para ocupar un puesto importante en un organismo internacional. Su paso por esa dependencia fue zigzagueante, en muchas oportunidades se dijo que renunciaba hasta que lo hizo en agosto del 2019. Lo sustituyó un hombre que supuestamente es de confianza del presidente Alvarado. Se trata de Víctor Morales Mora, quien, sin embargo, tras pocos meses en el cargo se vio involucrado en el caso de la UPAD. Tuvo que renunciar para volver a ocupar de nuevo su curul en la Asamblea Legislativa.
En lugar de Morales se nombró a un dirigente liberacionista de muchos años, el ex rector de la Universidad Técnica Nacional, Marcelo Prieto. Sus primeras declaraciones a los medios de comunicación fueron fuertemente criticadas por diversos sectores, incluidos del mismo gobierno y del partido Acción Ciudadana. Esa situación llevó a que Prieto tuviera un bajísimo perfil que no es propio de un Ministro de la Presidencia, pues debe estar en permanente contacto con la Asamblea Legislativa.
Don Marcelo, silenciado, tuvo que renunciar en otro caso confuso. El domingo 20 de diciembre, antes de las 6 de la tarde, todo el mundo sabía que había dimitido o había sido destituido. Esa misma noche, la Casa Presidencial desmintió la información y, el lunes 21, la confirmó. A esta confirmación se agregó otra información que había trascendido esa noche, la salida de la presidenta de Acueductos y Alcantarillados, Yamileth Astorga, cuestionada por medio mundo.
Don Marcelo será sustituido por doña Giannina Dinarte. Ella fue ministra de Economía y Comercio de la administración Solís Rivera. Al inicio del actual gobierno no se le nombró en ningún puesto clave del gabinete y se le acomodó como jefe de la asesoría legislativa del PAC. Tras la renuncia del primer ministro de Trabajo, Steven Núñez, se le designó rectora de esa cartera y ahora pasa a un puesto considerado fundamental para las buenas relaciones entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, tarea en la que sus antecesores no tuvieron éxito.
Otro ministerio importante es el de Relaciones Exteriores. Hasta el momento, por la Casa Amarilla han pasado figuras como la primera vicepresidenta de la República, Epsy Campbell, quien tuvo que renunciar porque no dio la talla; la sustituyó Manuel Ventura, persona con pensamiento conservador que se dio cuenta de que en ese cargo no tenía nada que hacer; en la actualidad, , la política exterior la encabeza Rodolfo Quirós Solano, quien acaba de proponer que las funciones del Ministerio de Comercio Exterior sean asumidas por la Cancillería. Esta fue la razón principal para que en agosto anterior renunció Dyalá Jiménez Figueres como titular de ese cargo.
Y qué decir del ministro de Comunicación, cargo por el que también han pasado tres funcionarios: Inicialmente lo hizo Juan Carlos Mendoza; luego Nancy Marín y ahora Agustín Castro, quien ha ocupado puestos en gobiernos socialcristianos, tiene ese puesto.
Se han presentado otras renuncias o destituciones en los ministerios de Trabajo, Salud, Ciencia y Tecnología, Justicia, Ambiente, Educación, Turismo, y Asuntos Sociales. En realidad, del equipo inicial, solo se han mantenido los ministros de Seguridad, Agricultura y Ganadería, Economía, Industria y Comercio, Obras Públicas y Transportes, Cultura, Vivienda, Deportes y el coordinador con el sector privado.
Con todos estos antecedentes, no veo por ningún lado que este gobierno tenga una ideología determinada; lo siento confuso y, especialmente sin liderazgo.
Además, el sin rumbo que ha estado manifiesto en el gabinete, también se ha evidenciado en otras acciones donde se ha sido notoria la falta de orientación de un estadista. La pandemia es uno de esos casos. Sin duda, nos tomó por sorpresa a todos y todos apoyamos las acciones iniciales que adoptó el Poder Ejecutivo.
Se tomaron decisiones duras que prácticamente paralizaron por muchas semanas la economía, causando un enorme daño a una gran cantidad de empresas y, especialmente, a personas que vieron como perder sus empleos. Según las informaciones del INEC, el desempleo ronda el 22%, suma extremadamente preocupante, pues representa casi un millón de costarricenses que están en esa condición.
Aquí debo reconocer la prontitud con que el gobierno decidió hacer la compra de las vacunas contra el Covid-19 la que ya está siendo inyectada entre los costarricenses. Así, como en este caso, es que se debe actuar siempre con el fin de beneficiar al mayor número de personas
La paralización económica y a la discusión pública sacaron a flote otro asunto cuyas raíces no comenzaron a salir con la pandemia, sino que se venían insinuando desde antes, el enorme déficit fiscal que arrastra el país desde hace varios años y su forma de financiarlo: por medio de préstamos internacionales y el establecimiento de nuevos impuestos.
Y frente a esta compleja crisis, posiblemente la más grave que haya vivido Costa Rica a lo largo de toda su historia, el accionar del gobierno ha sido vacilante en su intención de quedar bien con unos y también con los otros, lo cual ha sembrado una desconfianza extremadamente grande en todos los sectores.
Se debe recordar que, en los primeros meses de la pandemia, la atención de la parte sanitaria fue casi que exclusiva; poco se habló, en esos primeros meses, de lo que todos sabían que se venía: la profundización de la crisis económica y la forma cómo combatirla .
Con el argumento, totalmente válido, de que primero la vida humana y después lo demás, el gobierno se olvidó de presentar un plan de reactivación económica y social, lo cual hizo hasta setiembre, casi seis meses de ausencia de información relevante y de toma de decisiones en el campo económico.
Posiblemente, en ese periodo, los cerebros económicos del Ejecutivo prepararon ese plan que fue presentado en setiembre y que tuvo la virtud de unir a todos los sectores que manifestaron, por diversas razones, su oposición a ese proyecto que pretendía, mediante el establecimiento de más impuestos, llegar a una negociación con el Fondo Monetario Internacional.
Impactado por ese fuertísimo rechazo, el gobierno tardó varios días en reaccionar. Prácticamente el país entero le dijo que no y, por eso, entró en estado de shock. Al final, decidió establecer las mesas de diálogo, de las cuales muchos de los que participaron dijeron que prácticamente no se había obtenido nada sustancial.
Muchos meses perdidos, el país sin rumbo político y económico y diría que comenzó a trastabillar en la parte sanitaria con medidas contradictorias como aquella del principio de la pandemia y que se mantuvo por varias semanas, de que no era necesario usar tapabocas para terminar reconociendo, varios meses después, su importancia; o como las más recientes, mientras que el resto del mundo cierra su espacio y sus aeropuertos a los aviones que salen de Inglaterra, el ministro de Salud, Daniel Salas dijo que para para los vuelos provenientes de ese país, las puertas se mantendrán abiertas pese a la gravedad de la situación sanitaria que hoy vive.
Mientras todo esto ocurre, se nos asoma el 2021 como el año preelectoral, decisivo para las próximas elecciones del primer domingo de febrero de 2022. Y el problema que se vislumbra es que no se observa quien recogerá la maltrecha tea que dejará este gobierno. Hay un sinnúmero de partidos, pero no hay liderazgos y esto es mal presagio para el país que requiere de gente de carácter, dispuesta a tomar decisiones para enrumbarlo por el camino correcto para combatir la crisis que, estimo, llegó para quedarse por mucho tiempo.
Los partidos políticos sin excepción deben hacer el mejor esfuerzo para seleccionar a sus mejores hombres para los puestos de elección popular, léase presidente, vicepresidentes y diputados. Todos los costarricenses debemos fijarnos a quién vamos a escoger y cuáles son sus proyectos para combatir la grave crisis económica que vivimos. Ojalá que no aparezcan repentinamente temas que nos distraigan, como ha ocurrido anteriormente, de la realidad que tenemos. La patria está primero, los costarricenses, especialmente de menos recursos se merecen un gobierno que piense en ellos, que piense en combatir el desempleo y con ello, la pobreza.
Los partidos y sus estructuras jerárquicas tienen la obligación de presentarse seriamente ante los costarricenses y el que resulte ganador de la contienda de febrero del 2022 debe tener claro que el camino que se encontrará está lleno de espinas que harán difícil su tarea como gobernante.
Si lo hace seriamente, el pueblo lo agradecerá.
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