Eduardo Brenes: ¿Cuál plan B para CINDE?

El estilo autoritario, vengativo y ajeno de datos y decisiones sólidas y argumentadas es hoy la forma preferida de este gobierno para dictar política pública. Una vergüenza nacional y una tristeza total.

Eduardo Brenes Jiménez.

Cada hora que pasa nos enteramos de más cosas de la irracional decisión del “gobierno de las ocurrencias” de rescindir el contrato con Cinde y así traerse al suelo una de las alianzas público privadas más exitosas de las que se tenga memoria en nuestro país.

Hace pocas horas conocimos la posición oficial de la UCCAEP y llama poderosamente la atención saber que dicha cámara se abstuvo de votar la recisión del contrato con CINDE pues su representante dijo que no podía votar positivamente la recisión de un contrato si el gobierno, que fue quien presentó la propuesta, no presentó un plan alternativo concreto para sustituir lo que hacía Cinde en su papel oficial de atraer inversiones al país.

Y es que entendamos una cosa, claro que el estado no solo puede, sino que debe de evaluar toda alianza público privada que tenga, llámese CINDE, Fundación Omar Dengo o llámese cómo se llame. No solo debe de evaluarse sino juzgar periódicamente su conveniencia, pero debe de hacerse sobre la base de la seriedad, la buena fe y la evaluación objetiva de unos indicadores de gestión que ese mismo estado, que fue quien decidió establecer esa alianza, estableció. Lo que no se vale ni puede, es hacerlo sobre la base de la ocurrencia, el hígado, el rencor y la venganza. Tampoco se vale usar excusas tan pueriles cómo la falta de presupuesto cuando es tan obvio que en el mismo estado no solo hay desperdicio de recursos, subejecuciones obscenas o duplicidades insostenibles.

Pero es que todo el argumentario utilizado por quienes hace nada hubieran defendido la labor de CINDE y su alianza con PROCOMER y sus resultados positivos es debatible. Hoy lo atacan solo por defender al gobierno fuera de cualquier racionalidad.

Dicen los aplaudidores oficiales y oficiosos del gobierno que es que CINDE no atraía inversión a zonas rurales y costeras, cosa que no solo es falso pues para el 2022 había más de 36 empresas multinacionales operando fuera de la GAM en lugares como Turrialba, Santa Cruz, Liberia, Pérez Zeledón, Orotina, Nicoya o San Carlos. Y lo que no se dice tampoco es que atraer inversión extranjera directa a esas zonas no es sencillo pues el estado costarricense es quien ha quedado debiendo en cumplir su parte, ya que por el pésimo sistema educativo público no se puede contar con la mano de obra calificada que supla esos puestos de trabajo que necesitaría una empresa; o por los altos costos de producción y la nula inversión en infraestructura en esas zonas, las empresas potenciales no sé interesan en ir a esas zonas tampoco.

También dijo el presidente Chaves, en su ya acostumbrado desconocimiento o vil forma de mentir, que es que CINDE solo atrae inversión de EE.UU. y no se ha diversificado el origen de las inversiones. Vil mentira que se cae con solo revisar los datos: de 405 empresas internacionales atraídas a CR por CINDE, 140 de ellas son de países distintos a los EE.UU. habiendo entre ellas de Canadá, Inglaterra, China, Francia, Alemania, Japón o España.

Pero más irracional y descabellada se torna la decisión cuando uno escucha argumentos de algunos dizque liberales que se dejan decir que quienes nos reconocemos cómo liberales deberíamos de apoyar la decisión del gobierno pues es una decisión “muy liberal”. Nunca he escuchado mayor disparate. Ahora resulta que uno como liberal tiene que estar a favor de que el estado concentre más poder, agrande más su planilla y acreciente sus funciones cuando una alianza público privada no solo podía, sino que lo hacía, mucho mejor en un esquema de estado y sector privado haciendo lo que cada uno puede hacer mejor, impulsando la eficiencia y el abaratamiento de costos. A la fecha no sabemos ni tenemos datos de cuánto le va a costar al estado costarricense está aventura de concentrar más funciones y poderes en un ministerio, regidos por la Ley General de Administración Pública, con todas las trabas burocráticas propias del sector publico. A todos esos dizque liberales les recuerdo que esto que hizo el gobierno de Chaves no es ni siquiera original, ya el Frente Amplio, su bestia peluda actual, lo había propuesto en el 2014. Es decir que Chaves si está cumpliendo, está cumpliendo una propuesta frenteamplista al pie de la letra. Ya me imagino a muchos de los chavistas criollos lo que hubieran dicho si esto que hizo el gobierno actual con CINDE, lo hubiera hecho el PAC usando la propuesta del FA del 2014. ¡horror de horrores! ¡propuesta de comunistas!

Y es que esto no va de ser “team CINDE” o “team PROCOMER”, hace menos de un mes muchos veíamos a ese binomio público privado como una carreta cuyos bueyes jalaban muy alineados por un bien común: la atracción de inversiones por un lado y la promoción de exportaciones por otro, todo eso en pro del crecimiento económico del país y de la creación de más y mejores empleos. Pero es hoy, gracias a esa descabellada e irreflexiva decisión que metieron a algo que funcionaba bien (con las obvias oportunidades de mejora) en un lodazal político que ya debe de estar cobrándose pérdidas de confianza en las empresas interesadas en invertir al ver semejante espectáculo tercermundista. Porque no sé si muchos sabían, pero el modelo de CINDE- PROCOMER era tan exitoso que no fueron pocas las autoridades de países del primer mundo que vinieron a aprender y tratar de emular ese modelo que llevaba adelante un país como Costa Rica. Sí, autoridades de Finlandia o Nueva Zelanda por ejemplo.

Y es que ya caemos en el mundo de la intriga, la vendetta y el mundo bajo cuando nos enteramos que parte del combustible que alimentó la decisión tomada en días pasados fueron las bajas pasiones de la envidia, la sacada de clavo, los deseos ególatras de controlar y tener poder o peor aún, el considerar algo tan bueno como para querer dirigirlo y por tanto participar en el concurso de elección de su dirección ejecutiva hace solo 4 meses y hoy despotricar contra esa corporación que no me eligió, como es el caso del actual director ejecutivo de Procomer, Pedro Beirute. Y ni que decir de los deseos napoleónicos de nuestro Bukele de wish, que pretendía tener injerencia en la decisión de quién dirigía CINDE o de un ministro que desde que llegó defenestrado de su anterior nombramiento como embajador en la OCDE se dedicó, como el presidente actual a repartir rencor a diestra y siniestra. Da tristeza que ese sea el motor de las decisiones de un país que necesita y debe de salir de ese pensamiento tercermundista y subdesarrollado.

Y es que repito, si la alianza PROCOMER-CINDE no servía y había que rescindir ese contrato, lo que procedía era primero que todo señalárselo a los actores principales y haber entrado en un proceso de contradicción y debate para ver si los datos y números que manejaba el gobierno eran válidos; segundo, si se hubiese encontrado que sí era perjudicial para los intereses del estado mantener esa alianza, había que haber entrado a un proceso de transición en el que se hubiera estructurado un plan alternativo para hacerle frente a todo lo que esa alianza le hacía frente y se hubiera tenido que dar un proceso de transición y transferencia de conocimiento de forma gradual para evitar daños mayores al proceso de atracción de inversiones. Pero no se hizo así, se hizo a la brava, de forma incoherente y contradictoria, tanto que el 1 de mayo el presidente usaba a Cinde para sacar pecho y mostrar sus logros y dos días después rescindía el contrato. Una chapuza total.

Da mucha tristeza además que habiendo tantas instituciones que en serio no funcionan en el inmenso aparato estatal costarricense, se haya escogido una alianza público privada exitosa y reconocida mundialmente para destruirla. Pudo el presidente haber comenzado con Radiográfica, el CNP, Fanal o Recope, pero decidió hacerlo con la Fundación Omar Dengo y con CINDE. Y lo hacen porque a callado y entre corrillos dicen que son entidades manejadas por liberacionistas, y si así lo fuera, y la mezquindad fuera el único norte que los mueve ¿No sería lo más inteligente basar en faltas o ineficiencias concretas y probadas su decisión de dejar de trabajar con ellas y no hacerlo a la brava y por berrinche?

Creo que no lo hacen porque crean verdaderamente en quitar esas argollas de las que tanto hablan pero nunca concretizan, porque son unos cobardes en el fondo. No lo hacen bien porque lo que estás decisiones esconden en el fondo es una lucha de élites nuevas cercanas al poder que quieren quitar a otras que lo estuvieron en el pasado. Lo que nos debería de importar son los resultados y no a quien responden o no las élites conectadas, que siempre existirán. Y a la fecha este gobierno no ha podido ni decirnos de forma concreta cuál es ese plan B para enfrentar la recisión del contrato con CINDE. Y ya el daño está hecho. El estilo autoritario, vengativo y ajeno de datos y decisiones sólidas y argumentadas es hoy la forma preferida de este gobierno para dictar política pública. Una vergüenza nacional y una tristeza total.

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