Eduardo Brenes Jiménez.
Pilar Cisneros le gritaba traidora a la diputada Luz Mary Alpízar por haber votado el resello al veto del presidente a la Ley que saca a Costa Rica de la lista gris de la Unión Europea. El pachuco de Zapote por su parte le llamaba Judas a la fundadora del Partido Progreso Socialdemócrata.
A la diputada y al presidente no se les cae la cara de vergüenza de llamar traidora a alguien que tanto les sirvió cuando andaban como “Anita la Huerfanita” en 2021 en busca de un partido que le diera cabida a las aspiraciones personales de ambos para llegar a la presidencia.
Hay que ser muy cínicos para llamar traidora a quien les prestó su partido como taxi de sus vanidades y no más llegar al poder correr a fundar otros partidos y salirse de PPSD para seguir su aventura política personal sin ideas ni norte.
Y hay que ser muy cara dura para seguir usando las siglas del Partido Progreso Socialdemocratico para poder mantener privilegios de fracción en la Asamblea Legislativa cuando 9 de sus diputados aparecen en actos del nuevo partido chavista Aquí Costa Rica Manda.
Pero ojalá que todos los partidos pongan sus barbas en remojo y aprendan de este hecho de usar a un partido como taxi de aspiraciones personales sin ninguna convicción real por las ideas y los programas de los partidos.
Porque para nadie es un secreto, y sobre todo ahora que vienen las elecciones municipales, que muchos partidos políticos nacionales se autoengañan y le abren la puerta a quién sea y como sea con tal de darse el tupé de decir que presentaron muchas candidaturas municipales.
Por andar recibiendo a quién sea es que luego se les terminan infiltrado gente que no tiene ni idea de las ideas y programas de los partidos, por estar haciendo caso a “asesores estrella” que ya no los quieren en sus partidos de origen, pero que saben mucho de clientelismo político, es que luego vienen fiascos como estos.
Cualquiera que conozca lo mínimo de política local sabe que en los 84 cantones del país hay grupitos de oportunistas que andan merodeando cuánto partido político haya para satisfacer sus agendas personales y grupales y se montan en el primer taxi que les abra la puerta. Grupos que sin sonrojarse pueden pasar en tres campañas seguidas de ser socialdemócratas con orgullo, a socialcristianos de hueso colorado para finalmente terminar diciéndose liberales de corazón.
Que este evento de traiciones y partidos taxi haga ver a todos los partidos políticos, los peligros de andar recibiendo a quién sea en sus agrupaciones con tal de buscar bases para campañas presidenciales futuras o para autoengañarse creyendo que se tiene mucho apoyo electoral.
La ópera bufa del presidente y sus cinco partidos puede fácilmente cambiar de protagonistas y colores partidarios si la dirigencia nacional de los demás partidos no ponen filtros y piensan que el crecimiento de los partidos es mejor y duradero si se hace bien y no convirtiendo a sus partidos en taxis piratas que montan a cualquiera.
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