El Banco Central saca el manual y reduce el Encaje Mínimo Legal (EML)
Está bien bajar tasas de interés, flexibilizar condiciones para la colocación del crédito y facilitar el refinanciamiento de créditos con problemas. Y, si les apetece, que jugueteen con su “encaje”. Pero mientras no cambien las condiciones reales que frenan la producción real y la generación de empleos, todo lo demás apenas será un paliativo de muy leves consecuencias.
Luis Paulino Vargas Solís, Economista (Ph.D).
¿Qué carajos es eso?
La definición de manual introductorio: “porcentaje de cada depósito recibido que los bancos deben mantener en reserva en el Banco Central”. Esto a su vez corresponde a la idea de que los bancos primero captan ahorros (depósitos) de la gente, los cuales luego utilizan para prestar (dar crédito). El banco actúa entonces como “intermediario”: por aquí recibe ahorros, por allá coloca esos ahorros como crédito. Si la reserva que deben “guardar” (el EML) es más alta, obviamente la parte de cada depósito que puedan prestar será menor. Si es más baja, entonces podrán prestar más.
La idea subyacente es que existe algo así como un estanque donde está contenido todo el dinero existente en la economía. El dinero en ese estanque viene siendo, pues, lo que en economía se llama “oferta monetaria”, la cual está bajo control del Banco Central: éste determina la “base monetaria”, que es algo como la mamá-papá de la que surge todo el dinero existente en la economía en un momento dado, mediando para ello ciertos mecanismos (el llamado “multiplicador bancario”).
El proceso en su conjunto está bajo control del Banco Central; este origina la “base monetaria” y mediante diversos instrumentos controla que haya más o menos dinero en el estanque. Cuando la cantidad de dinero es mayor, los bancos recibirán más depósitos y podrán dar más crédito. En particular, la rebaja del EML, al recortar la obligación de los bancos de mantener reservas “guardadas”, libera dinero de los depósitos que habían recibido y amplía el margen para que concedan crédito.
El propósito del Banco Central al reducir el “encaje” es entonces promover que se conceda más crédito, para así estimular que las empresas inviertan, amplíen su producción y contraten más gente, como también incentivar que las personas saquen créditos para consumo. Todo ello estimularía la “reactivación” de la economía.
Tal es, muy en breve, la llamada “teoría exógena” –determinada “desde fuera” por el Banco Central– de la oferta monetaria. Es una tesis obsoleta, divorciada de las realidades de los sistemas financieros contemporáneos.
Pero…
Tal es, a grandes rasgos, la “teoría endógena” del dinero (de la cual existen al menos tres variantes, con algunas diferencias menores entre sí). Es “endógena” porque explica la creación del dinero como un proceso dinámico al interior del sistema financiero, y porque establece una relación entre el desempeño de la economía, o sea, su mayor dinamismo y capacidad de generación de empleos, y la colocación de crédito.
Esto es muy importante porque nos advierte que, en general, no es el crédito el que aumenta para hacer aumentar la producción en la economía, sino que es la producción –su dinamismo y su capacidad para crear empleos– la que genera demanda por crédito y, por lo tanto, lo hace crecer. Es una idea que ya estaba presente en Marx, que Keynes tenía muy clara y que la corriente poskeynesiana ha afinado y profundizado.
¿Y las tasas de interés?
Por supuesto que son importantes ya que influyen en la viabilidad de los posibles proyectos empresariales, puesto que la sostenibilidad de éstos depende de que se logre una rentabilidad razonable una vez cubierta la tasa de interés sobre el crédito. Pero tengamos claro que las tasas de interés están influidas por las decisiones del Banco Central (ahí sí que su influencia es significativa) y, sobre todo, la eficiencia de la banca, o sea, su capacidad para funcionar rentablemente con tasas de interés suficientemente bajas.
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Pero incluso tasas de interés bajas podrían no ser suficientes, si en la economía no hay condiciones apropiadas que incentiven a las empresas a tomar crédito para ampliar su producción y su personal. Para ello es necesario que las empresas tengan niveles de rentabilidad satisfactorios, y que la demanda por su producción sea dinámica, o sea, que el mercado “se mueva” y las ventas sean buenas.
Esas dos condiciones están ausentes en la economía costarricense actual. El deterioro en ambos aspectos viene de atrás, deslizándose cuesta abajo a lo largo de varios años consecutivos. De ahí la incertidumbre, las expectativas pesimistas y, en fin, la contención.
La modificación en el Encaje (EML) no altera absolutamente nada de eso
Y mientras eso no se corrija, no habrá más demanda por crédito, ni por parte de las empresas ni por parte de las personas consumidoras. Ni tampoco “reactivación económica”. Una baja suficientemente significativa de las tasas de interés (algo que está muy lejos de ocurrir), podría quizá ayudar, pero sería muy insuficiente si las condiciones indicadas no se modifican.
El frío no está en las cobijas.
Está bien bajar tasas de interés, flexibilizar condiciones para la colocación del crédito y facilitar el refinanciamiento de créditos con problemas. Y, si les apetece, que jugueteen con su “encaje”. Pero mientras no cambien las condiciones reales que frenan la producción real y la generación de empleos, todo lo demás apenas será un paliativo de muy leves consecuencias.
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Luis Paulino Vargas
El autor de formación en sociología, ciencias políticas y economía, es Director Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE-UNED) y Presidente Movimiento Diversidad Abelardo Araya. Recibió el Premio Nacional Aquileo Echevarría.
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