Lilliana Sánchez B., Politóloga (Msc.).
“Matar a una persona en Venezuela se llama homicidio, pero matar a todo un pueblo se llama chavismo”.
Óscar Arias Sánchez
Venezuela uno de los países más ricos de América Latina, con las reservas de petróleo más grandes del mundo, con una tradicional democracia ha vivido una desconcertante transformación desde 1992. Hoy, en Venezuela además de reinar la miseria y la inseguridad tiene la inflación más grande del mundo.
¿Cómo pudo Hugo Chávez, un militar golpista, seducir al pueblo de una de las naciones más ricas del continente para lograr gobernarlo a su antojo? pero, ¿cómo Nicolás Maduro ha podido mantenerse en el poder prolongando y agudizando la crisis social, económica y política de Venezuela? y más aún ¿cómo hay quienes idealicen ese fracaso político en nuestro país?
Toda democracia tiene sus virtudes y defectos, ya Winston Churchill nos decía: “la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”. Pero de ahí a pasar a la negación de los derechos fundamentales bajo el manto de las nuevas dictaduras y borrar de un plumazo la democracia, es otra cosa muy diferente.
El populismo tiene una respuesta peligrosa: la pobreza de muchos en Venezuela es el resultado de la riqueza de otros, por lo tanto los pobres deben expropiar las riquezas a los prósperos y repartirlas. En el odio, la división, el maniqueísmo que divide a todos en buenos y malos, la mentira, la censura y la represión deben buscarse las bases del éxito chavista, según el excelente documental de Gustavo Tovar que presenta una crónica del colapso sufrido por esa nación latinoamericana con su documental “El Chavismo: La Peste del siglo XXI”
Hugo Chávez cambió la Constitución, el escudo y la bandera nacional, y hasta el nombre del país. El chavismo quiso construir un nuevo orden social sobre los restos de la democracia liberal venezolana y lo logró. Y este triste camino ha continuado con Nicolás Maduro. ¡Increíble!
Un país en llamas, con hambre, sin salud. Un país donde sus ciudadanos salen por las fronteras buscando ayuda humanitaria. Un país ciertamente destruido social, económica y políticamente.
Los Derechos Humanos han desaparecido. Los que no están con el dictador, serán torturados, desaparecidos o asesinados. Los que no están con el dictador deben de salir de su país, deben de huir.
Dos décadas después de la llegada de Hugo Chávez al poder y cinco años después de su muerte, debemos de tomar muy en serio las palabras de Arias Sánchez, Premio Nobel de la Paz, y ex Presidente cuando afirma: “Matar a una persona en Venezuela se llama homicidio, pero matar a todo un pueblo se llama chavismo”.
Óscar Arias y un grupo de insignes políticos aúnan voces en el documental, clamando porque el pueblo venezolano pueda enrumbarse nuevamente por los derroteros de la democracia, el respeto a la vida, los Derechos Humanos y el progreso que todos nos merecemos.
No permitamos nunca los costarricenses, que nos destruyan nuestro país. No permitamos que el populismo engañe a nuestros ciudadanos. Cuidemos nuestra democracia, reconstruyamos nuestra sociedad. Luchemos por eliminar la desigualdad social pero no perdamos nuestra paz.
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