Hay una pequeña aldea en donde todos saben que tienen un serio problema, las amarras que sostienen el puente de hamacas, por el que transitan todos, de un lado hacia la aldea principal de la cual se abastecen, se están aflojando y pronto caerá por la ladera al caudaloso río.
El chamán, le dice a los nativos que está en contacto con los Dioses, que nada pasará. El jefe de la tribu le dice a la gente que él se hará cargo junto con sus asistentes porque esa es su prioridad. Los caciques menores están en una importante discusión en su choza principal, sobre cuanto durará el puente en caerse, unos dicen que el cálculo de una semana es pesimista porque el puente puede aguantar veintidós días. Además dicen que lo importante es encontrar al culpable.
Convocan un día al jefe, otro día al chamán y a un experto en amarras y les hacen preguntas complicadas sobre el puente. Alguien dice que es culpa de los que tienen vacas y otro sugiere que es por tantas cabreros por las cabras que pasan a cada rato. Los mayores lo que hacían antes cuando había un problema se sentaban en círculo, dialogaban y trataban en una maloka, sus problemas, pero ya eso no se hace, porque ahora nadie confía en nadie.
El puente se cayó y la aldea quedo aislada en su miseria.
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