Eli Feinzaig, Economista.
El titular de la Extra del 7 de febrero es engañoso. El gobierno no es quien tiene que activar la economía, y eso, precisamente, es lo que no han entendido las autoridades del gobierno (ni tampoco Diario Extra).
El gobierno lo que tiene que hacer es despejar el camino para que el sector privado pueda crecer, dinamizar su actividad, generar riqueza y crear empleo.
La actitud confiscatoria y punitivista de Hacienda y de la Caja asusta a cualquiera. No bastó con la aprobación de la reforma fiscal, la adopción de la factura electrónica y la creación del registro de accionistas. Tributación también quiere su propio registro de sociedades inactivas. La Caja se opone al proyecto de amnistía de las cuotas de la seguridad social para promover la formalización: es más importante prensar a cuatro gatos y llenarlos de multas, que facilitar que centenares de miles de trabajadores y empresas puedan formalizar su situación.
La irresponsabilidad fiscal del gobierno asusta a cualquiera: subieron los impuestos, creció significativamente la recaudación, pero el gasto sigue creciendo a ritmo de reggaeton y el déficit, en vez de ponerse bajo control, se disparó. El ciudadano se sacrifica y el gobierno sigue de fiesta.
Las cifras de desempleo asustan a cualquiera. El riesgo de perder el trabajo y no poder encontrar otro crece con cada trimestre que pasa. El riesgo es mayor si usted es joven, viejo, mujer o reside en la periferia del país. La cuarta parte de la fuerza laboral tiene problemas serios (la suma de los desempleados, los subempleados y los desalentados). Prácticamente la mitad de quienes tienen trabajo, están en el sector informal. Pero la Ministra de Trabajo dice que no es culpa del gobierno, es culpa de la gente (https://bit.ly/2v9t2qd).
Un consumidor asustado recorta sus gastos, pospone la compra de bienes duraderos, ahorra para las vacas flacas. Un productor asustado pospone inversiones, disminuye planilla, recorta donde puede. Un empresario asustado no contrata personal, desinvierte, busca oportunidades en otros países. Un inversionista asustado exige mayores tasas de interés, menores plazos y, en última instancia, se lleva su capital del país.
Este es el ambiente en el que vivimos los costarricenses: el gobierno nos tiene montada la perseguidora y las cosas van de mal en peor. Hoy nadie en su sano juicio puede decir que, con un déficit del 6.96% del PIB y un desempleo del 12.4%, vamos por buen camino.
El gobierno no tiene que reactivar la economía. Tiene que cambiar su actitud para empezar a recuperar la confianza de las personas. No va a haber confianza mientras no se le ponga freno al gasto público. No va a haber confianza mientras emprender en este país sea un calvario. No va a haber confianza mientras ser empresario y hacerse rico sea mal visto. No va a haber confianza mientras el éxito económico sea objeto de castigo y no de alabanza.
Si el Estado se quiere convertir en un facilitador y promotor del progreso, tiene que cambiar la forma en que trata a sus ciudadanos. Tiene que dejar de vernos con cara de alcancía y de tratarnos como criminales.
En el pronunciamiento del Partido Liberal Progresista, que adjunto, presentamos algunas propuestas de cosas que sí puede hacer el gobierno para dejar de ser un estorbo y un lastre. Nada nuevo bajo el sol; las venimos proponiendo desde hace mucho tiempo, sin que las autoridades se den por notificadas.
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