Eli Feinzaig: ¿Para cuándo Venezuela libre?
Todo se vale para el narco régimen, pero no para los demócratas. Entre las divisiones intestinas de la oposición venezolana y la fortaleza militar del régimen, el fin de esta tragedia no parece estar más cerca. Tengamos claro que Maduro no se va a ir por voluntad propia, y la oposición no tiene los medios para deponerlo.
Eli Feinzaig, Economista.
La revuelta de Tiananmen en junio de 1989 condujo, lamentablemente, a una mayor y más brutal represión del régimen comunista chino contra los disidentes y los ciudadanos. Pero cuando un hombre solitario, con lo que parecía ser una bolsa con las compras del mercado en su mano izquierda, se paró frente a una columna de tanques que avanzaba por la calle, estos se detuvieron.
En agosto de 1991 un grupo de línea dura del gobierno de la Unión Soviética intentó hacer un golpe de estado contra Mikhail Gorbachov, por ese entonces presidente de la Unión Soviética y secretario general del Partido Comunista. Cuando una columna de tanques golpistas llegaba a la Casa Blanca de Moscú con la aparente intención de atacarla, Boris Yeltsin, presidente de la república soviética de Rusia, salió a la calle y se encaramó en un tanque, desde donde dirigió unas palabras a la muchedumbre que se había congregado en el lugar.
A la resistencia civil convocada por Yeltsin se le acredita haber salvado las reformas aperturistas de Gorbachov, la perestroika y el glasnost, que permitieron eventualmente el colapso de la Unión Soviética y el retorno de una endeble democracia a Rusia. Los tanques golpistas respetaron la vida de Yeltsin y detuvieron su avance.
Lo que hemos presenciado el día de hoy en la Plaza de Altamira, en Caracas, no tiene nombre, parangón ni perdón. Un grupo de ciudadanos venezolanos -hambrientos, demacrados y hastiados- protestaban contra el narco régimen represor de Nicolás Maduro, cuando un grupo de tanquetas de la Guardia Nacional Bolivariana se aproximó para intentar dispersar la manifestación. Frente a las cámaras, y sin el menor empacho, arremetieron contra la muchedumbre, atropellando y pasándoles por encima a varios de ellos. Sin asco. Con la más abyecta cobardía.
Es que hasta los regímenes totalitarios guardan las formas, así sea solo para aparentar. En la Venezuela de Maduro, Cabello, Padrino y sus secuaces, sin embargo, parece ser que todo vale. El mundo observa entre incrédulo, expectante e indeciso, mientras los venezolanos padecen hambre, miseria, ausencia de servicios médicos y de electricidad, atropellos y toda clase de barbarismos.
Todo se vale para el narco régimen, pero no para los demócratas. Entre las divisiones intestinas de la oposición venezolana y la fortaleza militar del régimen, el fin de esta tragedia no parece estar más cerca. Tengamos claro que Maduro no se va a ir por voluntad propia, y la oposición no tiene los medios para deponerlo.
Al régimen usurpador e inmoral de Nicolás Maduro se le acabó la legitimidad hace ya mucho tiempo, y su plazo constitucional hace unos meses. Hoy se le acabaron las excusas, la mampara, el tiempo y cualquier arresto de decencia.
La hora de irse ha llegado. La hora de sacarlo es ya. Venezuela necesita ayuda.
(Comentario editorial del día 30 de abril, en “A las 5 con Alberto Padilla”, por CRC 89.1 FM)

Economista, consultor y empresario. Liberal, demócrata y librepensador.
Presidente del Partido Liberal Progresista. #SoyLiberal
Presidente del Partido Liberal Progresista. #SoyLiberal
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