Eli Feinzaig: #SoyOrgullosamenteLiberal

El Partido Liberal Progresista, que presido, no tiene diputados ni fue invitado a opinar sobre el expediente 20.580 en el trámite legislativo. Pero cuando uno es propositivo y hace política basado en argumentos, dejando de lado los eslóganes vacíos, es mucho lo que puede lograr. Aún desde la llanura.

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Eli Feinzaig, Economista.

Como dice mi amigo Jossue Daniel Peña, la aprobación del paquete fiscal me produce tanta jaqueca como su no aprobación. Como he dicho en varias ocasiones, el día después del desenlace final, este país tendrá que ponerse a trabajar diligentemente en las transformaciones que necesita, incluyendo una verdadera reforma fiscal que equilibre las finanzas públicas reconociendo la insostenibilidad del gasto, ampliando la base impostitiva y eliminando las odiosas exoneraciones, y bajando las tasas impositivas para fomentar la inversión y el crecimiento.

Mientras tanto, quiero rescatar algo de lo poco bueno que tiene el proyecto que la Asamblea está pronta a votar: el artículo 29, que finalmente ordena contabilizar el gasto del INA dentro del 8% que por Constitución debemos invertir en educación.

Cuando propuse la idea en noviembre del 2016, en el artículo que comparto, recibí -como era de esperar- toda clase de cariños y “cariños”. La idea era casi una herejía hace apenas dos años.

De hecho, en mi artículo fui particularmente crítico de una resolución de la Sala Constitucional, de la que dije que desde la perspectiva económica es “una tenebrosa colección de leguleyadas sin ningún sentido práctico”, y de un informe de la Contraloría General de la República que la propia Sala IV usó para sustentar la exclusión del INA del cálculo del 8% en la sentencia del 2012.

El informe en cuestión había sido firmado por la entonces Contralora, hoy Ministra de Hacienda, doña Rocío Aguilar, quien terminó dándome la razón al incluir mi propuesta en el texto del proyecto de ley sobre el que los diputados tendrán que decidir.

Alguna gente cree que las discusiones en la Asamblea Legislativa se dan a puerta cerrada, a escondidas de la ciudadanía, y algunos cabezas calientes incluso se han atrevido a hablar de “totalitarismo parlamentario”. Lo cierto es que el trámite legislativo permite a una infinidad de sectores de la sociedad manifestarse, tratar de influir en la redacción de los proyectos y modificarlos para lo que a su criterio sea beneficioso.

En este caso, un artículo en un medio de comunicación colectiva hizo el truco. El Partido Liberal Progresista, que presido, no tiene diputados ni fue invitado a opinar sobre el expediente 20.580 en el trámite legislativo. Pero cuando uno es propositivo y hace política basado en argumentos, dejando de lado los eslóganes vacíos, es mucho lo que puede lograr. Aún desde la llanura.

El autor es Economista, consultor y empresario. Liberal, demócrata y librepensador.
Presidente del Partido Liberal Progresista.

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