Elizabeth Jiménez: Mi papá falleció sin conocer mi primer libro

Elizabeth Jiménez Núñez.

La Revista entrevista a una de sus constantes colaboradoras: Elizabeth Jiménez Núñez, Liza. Ella ha contribuido con una serie de artículos a los cuales usted puede acceder desde aquí. Así también ha estado en una constante producción de podcasts relacionados con sus escritos. Participa además en la publicación digital “Casi Literal”, de circulación centroamericana y autora de “Flores de pergaminol”, su reciente novela.

Con hablar fuerte y seguro, la además de escritora abogada, nos atiende en un de diálogo abierto a través de diversas temáticas sobre su vida personal y profesional labor intelectual

La entrevista está a cargo de Ronald Fernández Pinto, quien ha. Asumido temas literarios y entrevistas en esa esfera.

I. Primera aproximación a la literatura.
  • Usted se introduce al mundo universitario a través del derecho y usted ingresa a la carrera a los 18 o 19 años, me imagino.

No, yo ingreso más vieja, como a los 23. Mi primera intención era ser actriz .Pero mi papá no estaba muy en ello. Él lo que quería era que yo me dedicara a la judicatura. Sin embargo, el derecho no llegó a tocarme hasta que entré a uno de esos “call centers” donde se requiere el inglés. Ahí pagaban bien. Pero me di cuenta que daban poco tiempo para ir al baño, lo que me parecía que atentaba contra los Derechos Humanos. Y esa noción de cuestionarme las cosas más allá de la causa y el efecto, me llevó a estudiar Derecho, como una necesidad de entender como se ha estructurado el fenómeno de la justicia, si es que había un fenómeno que se llamara justicia. Nosotros éramos una familia de clase media. Sin embargo, mi mamá ha sido una una mujer que ha vivido la literatura y ha leído muchísimo. Mi inclinación por las letras vino con la madurez, después. Mi papá siempre me hablaba en modo de cuento. Así, me fui familiarizando con el lenguaje poético desde muy pequeña. Me enseñó un poema de Martí desde los cinco años.


II. Primeras influencias.
  • ¿Cómo se dió su despertar propiamente literario?

Me llama la atención cuando empiezo a llevar derecho procesal penal. Me llama mucho la atención la clasificación de la culpabilidad como un hecho objetivo. Entonces yo levanté la mano y le pregunté al profesor: “Bueno, por ejemplo en un libro como a Sangre Fría  de Truman Capote, como se va a hablar de responsabilidad objetiva cuando estos asesinos fueron dañados por el sistema.”  Le dije que “si en un lugar le hacen atrocidades a los niños, éstos van a crecer haciéndole lo mismo a sus semejantes”. El empieza a elucubrar y me dice bueno, entonces es culpa de las monjas que les hicieron daño cuando eran pequeños; al final le vamos a tener echar la culpa a alguien que podría ser Dios. Luego agregó “por qué no lee Crimen y Castigo de Dostoievski. Cuando empiezo a leerlo me doy cuenta de que trata de una una novela psicológica, sin un ápice de romanticismo. Los  rusos están concentrados en otra cosa, en un monólogo interior, en un flujo de conciencia.

  • ¿Podríamos decir que su impulso inicial literario se lo proporciona Dostoievski?

Así es. Es mi primer impulso.  Me hace hace viajar a un país al cual nunca había viajado; me hace entender cuál es la miseria humana y qué es lo que se esconde detrás de esa justicia que supuestamente estoy buscando a través de mi formación en el mundo de las leyes. Ese primer acercamiento, lo que me plantea es la inexistencia de la justicia a nivel formal; también la posibilidad de reconocer otros aspectos dentro de la condición humana.

  • ¿Además de Dostoievski qué otros autores le cautivan?

Me quedé con Crimen y Castigo. Y cuando entro de lleno en la literatura, después de terminar mi Maestría en Derecho Público, ya tengo como 25  No he sido una lectora sistemática, un ratón de biblioteca. Contrariamente a mi mamá que ha sido una lectora sistemática toda su vida. Mi abuelo también era un gran lector; se llamaba Manuel Jiménez Montealegre. En mi caso lo que me impulsa es una necesidad de escribir. Empiezo con una noción, con una intriga, con un montón de claves y de signos que hay que ir descifrando. Yo pensaba en el arte como un medio de expresión. Pero todavía no había indagado más allá en los clásicos o en los autores latinoamericanos. De alguna manera mi papá influía en mi vocabulario, a través de la poesía; en El Brindis del Bohemio, por ejemplo

III. La poesía
  • ¿Qué poetas son los que le llaman la atención al adentrarse en el campo de la literatura?

Cuando empiezo a estudiar la poesía, me llaman muchísimo la atención Machado, Martí. También un poeta polaco que se llama Czeslaw Milosz, Premio Nobel de Literatura. Me gusta mucho García Lorca: Poeta de Nueva York. En la Universidad, en la Facultad de Letras, logro indagar un poco más a García Lorca. Me percato que hay la poesía requiere ser desentrañada, captada en sus  códigos complejos. Eso significa que uno tiene que haber estudiado formalmente a los autores para poder captarlos. También me llamó la atención la traducción literaria: entender cómo hay gente que se especializa por años en descifrar, por ejemplo, el polaco para luego trasladarlo al  inglés. Felizmente, tuve profesores muy buenos. Por ejemplo,  uno a quien le decían el chino y con quien nadie quería recibir clases porque era muy estricto. Creo que la poesía es muy difícil; por eso  me compré un diccionario de símbolos para entender el extrañamiento en la obra de  García Lorca y después para  “tirarme al agua”. Como por ejemplo cuando me atreví a hacer un análisis poético sobre la poesía de Paul Benavides, que por cierto fue publicado aquí en La Revista-.

  • Personalmente me gustó mucho lo que usted hizo. Mi hermana, más experimentada que yo en el análisis literario, me decía que lo que usted escribió era como un poema, como poesía sobre poesía.

También me gusta muchísimo Gabriela Mistral, Darle relieve o hablar o enaltecer la obra de alguien más para mí ha significado un crecimiento. Muchas personas que han escrito durante su vida, han querido tener el reconocimiento de sus padres ya fallecidos. En mi caso mi papá falleció sin conocer mi primer libro. Lo importante es que esas cuestiones cíclicas puedan cerrarse. Mi aporte se dirige, en gran parte, en esa dirección.

  • Bueno, usted entonces es una abogada, que transita por las aulas de letras y que incursiona en la literatura a través de la narración. ¿Así es?

Yo lo que hacía era como una especie de aforismos, pero desastrosos, porque no sabía cómo poner un punto y una coma, hasta que me dí cuenta de que la literatura no era una cosa de poner la rosa es bonita y huele riquísimo. No, no, no era así. Entonces, mi primera aproximación consistió sí en unos poemas desastrosos.

IV. Recursos técnicos
  • Usted nos ha ido delineando su camino en la literatura, díganos: ¿Existe  en su obra un modelo? ¿A qué se refiere con eso?

Le di cinco versiones a la novela; cambiaba el objeto y el sujeto, la víctima. Hay que construir al villano porque tiene que haber un villano. Este fue un proceso de depuración, para luego llegar a madurar a mis personajes. Fue partir de un proceso autorreferencial, en donde la mayoría de las veces el ímpetu de esa voz interior nace porque yo quiero decir que sufrí y que hay miles de personas en el mundo que han sufrido. Fue un proceso traumático: poner la mirada en el otro, concentrarme y observar no solamente el dolor ajeno, sino la realidad, esa ficción inmensa que te dice todo y no dice nada. Don Miguel Ángel Rodríguez me ayudó mucho porque él lee la novela, que habla sobre el modelo económico, y me dice que está muy bien escrita. Incluso me hace unas acotaciones con respecto al personaje. Esa conversación fue importante. Donde yo le digo usted es la misma persona después de la cárcel y me dice: No, yo no soy la misma persona. Y probablemente no había tenido una conversación así con sus propios hijos.

Construyo mi primer libro, “Los pasos rojos”, que es una serie de cuentos cortos entrelazados. Se discute si son cuentos o en realidad es una novela. Son cuentos redondos; los personajes aparecen a veces en primera o tercera persona. Es una experimentación que va más allá y que gusta a la gente. Ha sido publicado por una editorial privada que se llama Uruk Editores.

V. periodismo y la crónica
  • Usted después de iniciarse en la literatura incursiona en el periodismo. Así tenemos tres vertientes, cuatro en realidad: la de abogada, la de novelista, la de poeta y la periodística. ¿Esta última es periférica?

Nunca he recibido formación periodística. Empecé a escribir en una revista centroamericana donde experimenté con artículos de toda índole. Por ejemplo, hubo  en el Museo de los Niño una exposición de Botero, y hago una reseña sobre una de sus obras El Viacrucis .

VI. La Vocación Literaria
  • Entonces estaríamos hablando de crítica estética, en el sentido positivo, de evaluación literaria.

Creo que ha sido un proceso que se ha dado sin que yo me diera cuenta.  Realmente no lo he buscado. Creo que tengo una personalidad compleja y hago muchas cosas al mismo tiempo. No sé si todas las hago bien, pero lo que siempre trato de hacer es ser consecuente con mis principios.

  • Dentro de esa complejidad o dentro de esas posibilidades que usted señala y que se abren espontáneamente ¿dónde se siente más cómoda, en la novela,  en la poesía, o en las dos?

Bueno, no me considero poeta del todo. Después de esos aforismos que  hice, lo que hago ahora es  microrrelatos o crónicas. Pero poesía en el sentido formal, no. Me parecería irrespetuoso considerarme a mí misma poeta. Lo que creo es que transité por ese camino, lo entendí y me quedó la admiración de poetas como García Lorca. Y cuantas veces pueda, mientras esté viva, voy a recitar de memoria El Brindis del Bohemio porque me recuerda a mi papá; pero eso no significa que me hace poeta.

  • Sin embargo, noto que usted usted utiliza recursos poéticos en su prosa. Su prosa tiene elementos lírico- poéticos. La gente no lee poesía. Y es porque le tienen miedo; y le tienen miedo porque, como usted lo dijo anteriormente, se cree que la poesía se capta espontáneamente alguna gente, e ignoran que apreciarla requiere mucho estudio; es una labor muy ardua.

Por eso estudié.  Estuve cuatro años llevando literatura española, teoría literaria, historiografía, en la Universidad de Costa Rica, tuve que leer mucho y lo continúo haciendo. Hay mucho que aprender y si existe realmente interés en la literatura hay que estudiar y aprender.

  • Eso es bueno porque el previo aparente desorden después se va integrando y permite generar cosas propias.

Así es. Un día me decidí a hacer tres pinturas en acuarela de tres mujeres que siempre veía por donde vivo. Y para ese fin quería como que todo se mezclara en el producto final. Me llamaba mucho la atención ver los tubos de pintura a medio acabar, de los cuales salían los colores que iluminarían las acuarelas de mi madre.

  • De nuestra conversación entiendo que le gustan las artes plásticas: ¿Usted también pinta?

Si a mí me gusta la pintura, pero no me considero pintora. Esto de la plástica lo he vivido en la familia por muchos años y ciertamente ha influído en mi, como le decía.

  • Bueno aparece otra veta en su trayectoria.  Ya veo que tiene muchas vertientes. Lo que lleva a preguntarme: ¿usted sigue sintiéndose más cómoda en la narrativa novelística, en la narración extensa?

Creo que mi gran reto ahora es lo que pueda lograr con el microrrelato. Hacer un ejercicio que sea de pequeñas crónicas.

Por ejemplo imagino que en México, cerca del Palacio de Bellas Artes, hay un borrachín. Está muy borracho y está hablando por teléfono con su mano; está peleando con la persona que está dentro o detrás de la mano. Y yo nada más le digo que cuelgue para que lo dejen de fregar. Y el borrachillo, cuelga el teléfono. Hay imágenes poéticas que no puedo dejar en el aire. Otro ejemplo: un padre está con su hijo; el papá agarra una de estas hojas cuando ya el zacate está crecido y la mueve, y el chiquito hace lo mismo sin que el papá se dé cuenta; en esa imagen hay poesía y un breve relato. Estas impresiones las conservo en  libretitas que tengo por todo lado y que me sirven a la hora de escribir.

  • Usted, sabrá que el relato corto ha sido uno de los campos favoritos del género femenino de escritura. Existe una colección de formidables autoras. Y una de las más grandiosas, me parece, es Clarice Lispector. ¿Usted piensa o quiere incursionar en la narrativa de vanguardia o está su sensibilidad alejada totalmente de esas posibilidades?

A Clarice Lispector la he estudiado porque me atre. De hecho, mi hija que ahora tiene 12 meses, se llama Clarice en honor a Clarice Lispector.

Yo me siento muy identificada con Clarice, porque retrata a cabalidad la naturaleza humana. Entonces ese es un camino que quiero transitar también. Necesito  tratar a mis personajes sin decirle a los lectores quiénes son y por qué son de esta manera. Siempre me cuestiono. Pero tampoco he buscado copiar estilos aunque  a ella la admiro muchísimo. Habré de encontrar mi propia ruta. A mis 39 años todavía hay mucho que aprender y lograr.

  • Me imagino que usted está consciente de que una de las características principales de la literatura nueva es la utilización del lenguaje como entidad independiente en sí. Los juegos del lenguaje son muy propios de la narrativa contemporánea y también de la poesía. García Lorca nos enseñó las maravillas que se pueden hacer con el lenguaje, y Antonio Lobo en la  narrativa. He visto en algunas de sus frases una tendencia a la síntesis. Usted sintetiza imágenes, tiempos, y quiebra la estructura gramatical. ¿Usted es consciente de eso?

Sí. García Lorca me daba pánico; era muy difícil para mí; había que desentrañarlo, comprender sus códigos y estudiarlo:  saber a qué movimiento perteneció; cuáles eran sus contemporáneos, etc. Las vacilaciones producen quiebres. De eso estoy consciente  aunque no se presenta como un ejercicio forzado.

A mí se me quedan las imágenes. Se convierte en resonancias de las que tiene  que nacer algo. También hay detalles que me llaman mucho la atención. Creo que me he convertido en una investigadora cuyos descubrimientos me sirven para poder delimitar campos asociativos e ir experimentando sin alambicamientos innecesarios.

Siempre he creído que mi literatura es un ejercicio que tiene que ver con la naturalidad. Pero no es un proceso que  busque de manera consciente y que implique excesivo esfuerzo para que ello fluya.

  • Claro, porque si lo hacés consciente, se vuelve rígido; mata  la musa como se dice. Vea usted la poesía de Benavides. Es una poesía pensada; también es una poesía sentida. Contiene una gama de emociones y sensaciones  de una amplitud inmensa que le permiten asociaciones insólitas, ocurrencias que conjuntan  una cosa con otra que no tiene nada que ver para generar un nuevo sentido. En eso consiste la creatividad que  tiene que fluir. Y siento que a usted  le fluye. A mí me gusta una cierta tendencia que usted tiene al desorden.

Sí. Incluso me han hablado de cierta ambigüedad y de un estilo espontáneo sin mayores ataduras en lo que escribo, como usted de cierto modo lo señala. La espontaneidad es imprescindible.

  • Porque usted conjunta sin conjuntar, por así decirlo; no sé si valga la paradoja. Eso es un recurso literario contemporáneo. Como una imagen que aparentemente no dice nada, sin que sea así.

Incluso podría llegar a pensar que, a veces, cuando escribo para La Revista por ejemplo, no me doy cuenta de que me está leyendo un montón de gente, y que puedo estar escribiendo un perfecto disparate. Creo que en mi escritura hay una especie de atrevimiento .Creo que mi intención,de ahora en adelante, es recuperar toda la voz de las mujeres que históricamente, en mi familia y fuera de ella, se han detenido. Si hay algo que tengo claro es que no quiero ser recordada como víctima, sino como escritora, como productora.

No me quiero quedar en espacios teóricos, o bien retóricos que lo que hacen es estancar la producción femenina. Estoy tratando de estar presente en esa producción textual, y tratar de hacerlo de la mejor manera recurriendo a los procesos formales, a la investigación, a la sensibilidad. Por eso les dije  que quería reseñar 10 libros, sin considerarme crítica literaria, para dar relieve al trabajo de otras personas.

  • El hecho es que usted ya pasó la etapa más difícil. Es decir, mucha gente cree que el arte es hacer cosas bonitas y eso es absolutamente falso, porque el arte “bonito”  cansa y desfigura fácilmente. El arte “feo” es muy, muy importante, como lo ha demostrado el expresionismo. Usted no le tiene miedo a la novela negra o gris. Y decidió ausentarse de la irritante novela “kitsch”. Usted le perdió el miedo a decir las cosas con cierta “brutalidad”, en el sentido literario.

Pero creo que es parte de la sensibilidad. A mí la escritura me persigue. No, no puedo deshacerme de ella porque estamos muy, muy vinculadas.

  • Uno de mis novelistas favoritos, Antonio Lobo, decía que para él la escritura ha sido su salvación. Antonio se hizo psiquiatra, participó en la guerra de Angola y vivió sus horrores. Por dicha. Las inimaginables experiencias lo nutrieron, le permitieron producir una de  mejores literaturas de nuestra época. Indicó que no escribía para que lo aplaudieran, sino que por necesidad. Es decir, la escritura como terapia, no la terapia para las señoras burguesas aburridas a las que les duele la cabeza sino la de los males existenciales de verdad, los propios de esta era del suicidio ambiental y del miedo administrado que engrasa los mecanismos de una voraz plutocracia.

Bueno, yo ahorita lo que quiero hacer es escribir un libro que hable sobre pequeñas cosas que pasan, pequeños crónicas de la vida cotidiana.. Yo dije qué bonito, un libro que tenga pequeñas crónicas que den fuerza, que le den fuerza a la gente. Nada, nada complicado, pero con sensibilidad. O de hacer pequeñas obras de arte, que son como extractos de imágenes, cositas. Mi plan es seguir escribiendo hasta que pueda y hacerlo de la mejor forma, sin miedo. A mí me gusta investigar más; pero necesito leer más sobre política y economía, porque creo que es una responsabilidad estar actualizada.

Creo que ese es el legado que le voy a dejar a mis hijos. Que sepan que escribí hasta donde pude y que eso es lo que a mí me gusta. Y por dicha lo puedo hacer porque produzco rápido, porque si no, sería difícil en verdad. Feliz de que ustedes me hayan dado este espacio.

Sobre “Flores de pergamino”.  Es la historia de un detective que no es un detective clásico; es una mujer que está entre cuatro paredes, en condiciones difíciles. Probablemente la pérdida del miedo es el impulso que tengo para escribir, y creo que esa novela es como un trago amargo. Yo se la recomendé a mi cuñada, que es una muchachita burguesa. Me dijo que ese tipo de literatura ya no la leía, que ella me lo agradecía, pero no. Muchas gracias. Entonces estoy muy orgullosa de hablar sobre las cosas que a las personas no les no les gusta. Estoy contenta.

Es difícil escribir una novela. Me gustó el personaje construido a partir de esa noción que tienen las mujeres, porque ni siquiera hablo de la apertura de otras cirugías y otras cuestiones que tienen que ver con la belleza. A partir del dolor y de cómo se redime una mujer después de todos sus procesos, incluso los hombres en estos escenarios donde ellos están. Y quiero que la novela se defienda. Y quiero que la novela haga lo que tenga que hacer. puede. No, no es una novela para disfrutar exactamente. Pero bueno, estoy muy feliz, pero más feliz estoy porque el novelista o la persona que hace cuentos tiene que dejar los tiempos largos.

  • Esa es su veta periodística.

Si yo no sabía lo de los podcast. Y la verdad es que yo creo que uno tiene que llegar a sentirse pleno y disfrutar todo : que uno se levanta, que uno puede respirar en medio de tanta catástrofe y estar en paz porque uno no sabe cuándo lo van a llamar y le dicen hasta aquí. Entonces, por ahora tengo que aprovechar y tener constancia. y ahí está. Mientras que mi cerebro me lo permita, voy a escribir.

He quedado satisfecha, contenta y en paz.  Le agradezco muchísimo a Eugenio su apoyo. Me hace sentirme plena.

  • Ronald Fernández Pinto

 

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