Eva Fraile: Dioses del Sahara, debut de Sergio Álava, una obra sobre las distintas realidades de la vida en el desierto.

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Eva Fraile, Asesora Editorial – Madrid.

Sergio Álava debuta como escritor con Dioses del Sahara, una novela ambientada en uno de los lugares más bellos y feroces del planeta, el desierto del Sahara. Álava, aventurero, emprendedor, lector precoz y admirador de Frederick Forsyth, se decantó para su primera incursión literaria por la autopublicación y decidió presentar al Premio literario Amazon Storyteller 2020 este thriller de acción y aventuras que muestra las distintas caras de la realidad de la vida en el Sahara, a veces entrañable, a veces implacable y cruda.

No obstante, la obra huye de dramatismos y presenta unos personajes naturales y creíbles, incluso en su lado más dramático. «Todo lo que acontece en la novela, desde los operadores de satélites, pasando por los traficantes de armas, hasta la cooperación internacional entre diversas fuerzas del orden, son historias ficticias, pero muy reales y presentes en el marco actual. Por ello, busqué el realismo y la plausibilidad, para que el lector se sumerja en la historia y se la crea de principio a fin».

En efecto, se trata de una historia dinámica, actual, realista, profunda en ciertos momentos, y con la dureza propia de las situaciones que se relatan, algo a lo que contribuye la narración no lineal, que le da a los distintos relatos un aspecto casi de puzle cuyas piezas están escogidas y colocadas especialmente para agilizar la narración y no pisarse entre ellas. Además, no existe un protagonismo claro entre unas y otras, sino que son todas igual de importantes. «Decidir que no habría un solo personaje principal fue saliendo según avanzaba la narración y, en realidad, es como en la vida misma. En cualquier historia real que no suceda en solitario, siempre habrá más de un personaje principal», explica el autor.

Dioses del Sahara es también una obra muy personal, pues está escrita a partir de las experiencias personales del propio Álava, fascinado por sus viajes a la zona: «He visitado varios países de los que tienen en su territorio partes del Sahara. Las diferencias de costumbres entre los moradores del desierto son casi imperceptibles de unos a otros, ya que los Tuareg se mueven por todo el mar de arena sin importarles mucho las fronteras trazadas sobre un mapa. Aprendes de sus costumbres hablando con ellos, observando lo que hacen y escuchando las historias. Lo justo es respetar sus creencias y costumbres y no tomarse derechos en una casa ajena. Porque el Sahara es su casa». Sin embargo, reconoce que no podría vivir allí: «No es mi sitio, me gusta disfrutar de viajes por los diferentes desiertos, pero no viviría allí por elección propia. Es un lugar muy duro y difícil y carece de cosas esenciales para mí como los árboles, praderas, campos…».

También muestra una postura clara acerca del conflicto del Sahara Occidental: «Hay un pueblo oprimido, sin patria real, por el interés puramente económico que tiene Marruecos sobre la zona. Pero como es un pueblo que no tiene poder económico, ni puede ejercer una gran presión mediática, pues no le importa a casi nadie. Pasa en muchos otros lugares del mundo, pero como no se ve, no importa».

 

 

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