Fabio Aguilera, Encargado de proyectos, Gas Tomza
Una energía alternativa con grandes beneficios que muchos desconocen.
Ese es el panorama actual al que se enfrenta Costa Rica con el gas licuado de petróleo (GLP) que, pese al aumento sostenido en la demanda registrado durante los últimos años, aún existen sectores que, por desconocimiento o falta de información, aún no se animan a dar el paso hacia la conversión.
Según la Intendencia de Energía de la ARESEP, en el 2019, más de 500 industrias y 5000 comercios utilizan en Costa Rica el gas como fuente de energía, representando más de un 50% del total de clientes.
Esto quiere decir que, si los diversos actores involucrados en la industria gasera, nos comprometemos a promocionar más el uso correcto y bondades del GLP, tendríamos cifras aún más favorables.
Hablemos, en esta ocasión, sobre los beneficios directos para el sector industrial que, solo en el 2019, demandó 33.5 millones de litros (2.6 millones más que el 2018), lo que equivale a un 37% del consumo sectorial durante ese año.
Durante el último lustro, algunas industrias han optado por migrar algunos procesos a gas, sobretodo en calderas, procurando ganar en eficiencia y ahorro a largo plazo.
Si bien el búnker sigue siendo más barato, es altamente contaminante, al igual que el diésel. En cambio, el gas, según nuestros estudios, puede reducir la huella de carbono hasta en un 13%.
Veámoslo en cifras. Por un litro de bunker, se requiere 1.56 de gas para producir el mismo poder calorífico. Si consideramos que el precio de gas ronda los 203 colones y el del bunker 150, eso significa que una conversión no solo me demandaría más producto, sino que me sale más caro.
A simple vista, no parecería negocio, mucho menos una idea atractiva para venderle el director financiero de cualquier empresa, acostumbrado a respaldar sus decisiones en números.
Tal vez aceptaría un cambio de diésel a gas que significa un ahorro del 15% en el costo del Combustible.
Sin embargo, ninguno de los dos productos se compara con el beneficio que el gas, como energía limpia y alternativa, aporta a la reducción de la huella de carbono.
Las emisiones de CO2 por litro de bunker son de 3.01 kilos por litro, mientras que el de gas de 1.6; es decir casi un 50% de menos contaminación para el ambiente.
Aparte, de que ya no se necesitaría gastar tanto en energía, ni en mantenimiento de equipos, logrando compensar, en el largo plazo, el diferencial de precio entre uno y otro.
Hilando un poco más fino, se dice que para limpiar una tonelada de CO2 se necesita un árbol de al menos 50 años, dato relevante considerando que los árboles son indispensables en la producción de oxígeno y combate del cambio climático.
Entonces, si existe evidencia comprobada en torno a sus beneficios, ¿por qué aún hay muchas industrias que siguen viendo con recelo y temor la migración de búnker o diésel a gas?
Como decía al principio, hemos fallado o al menos no hemos hecho lo suficiente para combatir la desinformación.
A lo que hemos podido ver, este no es un país gasero y todos los actores –entiéndase MINAE, RECOPE, gaseras, medios de comunicación y Cámaras Empresariales- deberíamos estar trabajando arduamente en crear esa cultura pro gas.
El Gobierno debe empezar por brindar mejores incentivos a las empresas para que reduzcan sus emisiones y apoyen así el proyecto país de descarbonización –el cual, me temo, que muchas desconocen en sus objetivos y alcances.
Un buen paso en esa dirección sería abogar por una baja en el impuesto que pesa sobre el GLP y equipararlo al del búnker a fin de que puedan competir en igualdad de condiciones.
Otro factor que genera desconfianza es la existencia de un único puerto, en Limón, para la importación de combustibles, lo que coloca a la industria –y al país, en general- en una posición de vulnerabilidad frente a eventos naturales o sociales que comprometan el suministro.
De ahí nuestro apoyo a la Terminal del Pacífico que vendría a garantizar un punto adicional de abastecimiento para los combustibles que representan el 66% de la energía que mueve Costa Rica.
De parte de Gas Tomza, estamos haciendo esfuerzos importantes para educar al consumidor y reforzar el servicio al cliente final. Conscientes de que un mejor servicio hará que el cliente se sienta más tranquilo y seguro, impulsamos campañas informativas en redes sociales, a la vez que contamos con la flotilla de camiones para reparto de granel y cilindros más moderna y grande del país para satisfacer las demandas de nuestros clientes, cubriendo todo el territorio Nacional. Además de inyectar más de 180.000 cilindros en los últimos años para la renovación del parque de cilindros y dar mayor seguridad al consumidor costarricense.
Si bien esto nos ha permitido satisfacer la creciente demanda residencial durante este año complejo, aún queda camino por recorrer en la parte industrial para crecer más y compensar la caída de casi un 70% que se presentó en sectores como el hotelero.
Es responsabilidad de todos combatir el desconocimiento, el temor y los mitos que convergen alrededor del gas, cuyo consumo responsable y seguro, en el marco de una relación ganar-ganar, favorece no solo al consumidor final, sino también al ambiente, a la generación de empleo y a la reactivación económica del país.
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