Fernando Centeno Güell, Filósofo y poeta (1907-19930.
Nacimiento
¿Cómo contarte la leyenda blanca que
relatan los pájaros?
Es el alba primera del mundo.
Ciervos de plata y sombra
abrevan tiernas claridades,
aprenden su canción humilde los insectos y en
el cielo florece la rosa de las aves.
Fue la luz, y fue el trino,
la luz se hizo música en largas edades.
El viento
ara la Tierra con sus bueyes impalpables.
Es claro y limpio, en el primer día del mundo, el
aire.
Corren las aguas a llenar la concha
sonora de los mares
y el laberinto donde los moluscos han
ido a refugiarse…
Nacientes margaritas
intentan el suicidio de sus pétalos. De
viento y verdes formas trémulas, vistense
los bosques y los valles. Juegan a mecer su sombra
los primeros árboles.
Redención de la vida,
sueño de ser libre dentro de la cárcel. En
una misma lengua
proclaman libertades
la hoja, la piedra y el pez.
Las fieras levantan sus fauces y
rugen a un cielo de génesis
poblado de mundos estelares.
El hombre fue nacido.
El blanco y el de la noche en el cuerpo. En
su pupila, el blanco,
bebió luces y paisajes,
el otro, desgarró su boca en una blanca herida al
descubrir su ritmo autóctono
y la dócil flexibilidad de su talle.
Fue nacido tu cuerpo.
Entre ríos de miel
y océanos lunares, tu cuerpo,
—flor primera de carne— y
tu vida,
y tu sangre.
Tu palabra guardada,
habla de siglos que duran instantes, de
caracoles que esperaron siglos para
tener sus cuernos ágiles.
Tu cuerpo,
cubierto de sonidos.
El mar en ti con sus amargas sales.
Ríos en tu mano
inician su corriente detenida y
cinco pájaros vuelan cuando tu
mano se abre.
En tu piel, rosas de ébano
—húmedos oasis—.
Junto a la estrella perfecta de su sueño, mi
ternura se tiende a contemplarte.
Sobre la tierra aún no ha florecido la muerte. El
hombre todavía ignora su mensaje.
Historia de los pájaros
que aplauden tu sueño desde el aire.
Yo comprendo el génesis del mundo cuando
empieza tu cuerpo a despertarse.
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