Francisco Barahona: Vivimos una situación difícil, oscura y poco alentadora

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Francisco Barahona Riera.

No veo una clase política orientando, metiendo el bisturí, dialogando para beneficiar a la mayoría. Solo piensan en quién va a ganar las próximas elecciones.

“Partidos carentes de ideas y contenido ideológico, políticos sin capacidad ni formación, un entorno internacional complejo… y si a todo ello le sumamos la crisis del coronavirus, nos da como resultado “una situación difícil, oscura y poco alentadora”.

Por estos y otros motivos es que el abogado y politólogo, Francisco Barahona Riera se declara pesimista sobre el futuro del país, salvo que se tomen medidas que permitan el restablecimiento de una sociedad democrática basada en la clase media, en la reducción de la pobreza y la redistribución de la riqueza. “De lo contrario, vamos a seguir igual, haya pandemia o no.”

La revista solicitó a algunos de sus colaboradores, elaborar el cuestionario que sirvió de base para la entrevista, tarea en la cual participaron: Miguel A. Sobrado (Sociólogo), Melissa Vargas (Politóloga), Federico Tinoco (Sociólogo), Gabriela Giusti (Periodista), Walter Gutiérrez (Estudiante universitario), Ronald Fernández (Politólogo), Lilliana Sánchez (Politóloga) y Álvaro Salas (Médico).

La Revista:

  • ¿Cree usted que Costa Rica cuenta con las herramientas y capacidades para afrontar y salir de esta grave crisis que está afectando al mundo?

Francisco Barahona:

“Yo he ido perdiendo la fe de que el sistema democrático costarricense tenga la agilidad; la clase política, la inteligencia; y la institucionalidad, la velocidad, para dar respuesta a esta crisis, que no es solo de salud, sino también económica y política.  Me temo que en eso soy pesimista, y cuando digo pesimista, quiero subrayar que en este país no están reunidas las condiciones para que se produzcan cambios de mediano calado -no hablo de cambios de mucha profundidad-. Hay una sequía intelectual profunda en la dinámica de búsqueda de soluciones y las personas que los costarricenses escogimos hace dos años para que rigieran nuestros destinos, han probado que no tienen la capacidad mínima elemental para proponernos suficientes cambios o iniciativas que permitan que el barco comience a navegar en aguas menos turbulentas.”

La Revista:

  • ¿Cómo analiza lo que pasa en el contexto internacional a nivel político y socioeconómico?

Francisco Barahona:

“Fuera de Costa Rica tenemos una crisis general del capitalismo internacional, la cual pareciera estar orientada a crear divisiones y pugnas. Se está formando un nuevo modelo, donde los actores internacionales ven reducido su poderío, su capacidad de tomar iniciativas y, sobre todo, de controlar la velocidad y el rumbo del cambio.

Hoy vemos, por ejemplo, a Estados Unidos en medio de un proceso electoral incierto, a una Unión Europea procurando salvarse a sí misma con un gran fondo económico (similar al Plan Marshall posterior a la Segunda Guerra Mundial), a China reculando, a Brasil en una situación muy delicada, lo mismo que África del Sur e incluso Japón.

Bueno pareciera que estamos frente al peligro de que el sistema multilateral construido después de la Segunda Guerra Mundial para evitar una Tercera Guerra Mundial ya no esté dando la talla. Con solo mencionar la crisis de la OMS y sin ahondar en las denuncias del presidente estadounidense, ahí ya vemos como el multilateralismo está encontrando enemigos formidables. “

La Revista:  

  • ¿A qué atribuye la prolongada crisis de nuestro sistema político? 

Francisco Barahona:

“Hace 15 o 20 años, nuestro país debió haber encontrado una apertura para iniciar profundas reformas constitucionales de cara al fin del bipartidismo y al inicio de un nuevo capítulo de multipolaridad política en la Asamblea.

Incluso, me atreví a plantear la posibilidad al Tribunal Supremo de Elecciones de, mediante un referéndum, preguntar al pueblo de Costa Rica si quería o no convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, en tiempos de paz y mucho antes de la pandemia.

El Tribunal nos dio luz verde, empezamos a recoger firmas y después vino la Sala IV y nos frenó completamente la propuesta, cerrando así la posibilidad de que el mismo pueblo se pronunciara sobre una eventual reforma constitucional. Ya esa puerta está cerrada.”

La Revista:

  • ¿Cuál es su lectura de lo que ocurrió en las pasadas elecciones nacionales? Denos un balance general de lo que ha hecho el Gobierno en estos dos años.

Francisco Barahona:

“Desde la óptica de las pasadas elecciones, lo que ocurrió al final es que nos obligaron a escoger entre el mal menor de dos candidatos que al principio nadie pensaba que podían llegar a la segunda ronda. El haber utilizado de mala manera temas como el ataque a la Virgen de Los Ángeles o el matrimonio entre personas del mismo sexo hizo desviar totalmente la discusión y resultó ganador nuevamente el PAC que, tras seis años de gestión (dos de la actual administración y cuatro de la anterior) ha dado muestras de no tener capacidad de proponer acciones alternativas que se construyan en el marco de una dinámica democrática.

Esta administración no tiene una vocación de diálogo amplio, solo consulta a los sectores conservadores, industriales y privados. Rechaza iniciar una apertura de diálogo con otros actores como las universidades, los sindicatos y organizaciones de la sociedad civil que han planteado reformas estructurales y acciones diferentes a las que el gobierno y la Asamblea Legislativa impulsan.

El cuento del gobierno de unidad nacional resultó ser puro cuento, porque ni existió en tiempos de Piza ni existe en el presente; porque no hay un contenido profundo ideológico-programático en los partidos políticos. Pero, además, ninguno de los partidos políticos en la Asamblea Legislativa tiene mentes capaces, como si los había en el pasado, para diseñar el nuevo modelo político que ayude a la reactivación económica y a superar la pandemia. Nada de esto se puede hacer sin una participación real, una negociación real que permita una redistribución de la riqueza.

Y este es un punto focal en mi análisis, porque lo que tenemos es una enorme concentración de la riqueza y medios de producción en pocas manos, o sea que cada vez, con o sin pandemia, hay más ricos, que no están participando en igualdad de condiciones en la solución de los problemas, sino defendiendo sus privilegios y riquezas. Paralelo a eso, hemos favorecido la destrucción de la clase media, que ha sido fundamental en los últimos cuarenta o cincuenta años en la construcción de una democracia a la tica, como la llamamos con mucho orgullo. “

La Revista:

  • ¿Cómo la pandemia puede afectar o agravar el panorama político y económico que venía presentando Costa Rica desde antes del coronavirus y que ya de por sí era complicado?

Francisco Barahona:

“Con la pandemia vamos a tener miles y miles de personas de clase media o baja que van a pasar a la clase pobre, sin trabajo, alimento ni educación para sus hijos. Esto puede aumentar la desconfianza en la clase política y también las manifestaciones de violencia y anarquía en la sociedad, elementos muy peligrosos para nuestro sistema democrático.

En la medida que una buena mayoría de los partidos políticos no se preocupen por establecer una sociedad democrática basada en la clase media, en la reducción de la pobreza y la redistribución de la riqueza, vamos a seguir igual, haya pandemia o no. Y ese modelo de sociedad es algo que no se está construyendo hoy en día, más bien, vemos todo lo contrario. “

La Revista:

  • ¿Qué es lo que usted visualiza en el panorama político actual que lo hace declararse pesimista frente a lo que está ocurriendo y puede ocurrir en el futuro?

Francisco Barahona:

“Soy pesimista porque no veo una clase política orientando, metiendo el bisturí, dialogando para beneficiar a la mayoría. Veo partidos políticos sin contenido ideológico, solo pensando en quién va a ganar las próximas elecciones. No veo liderazgo sino puros cálculos electoreros. Veo a medios manipulando a la gente y que funcionan como cajas reproductoras del mensaje de Casa Presidencial.

Da la impresión de que ya no se puede criticar, a pesar de que hace tres meses el gobierno tenía una debilidad absoluta, a raíz de varios escándalos. Ahora como se trata del miedo de la pandemia, hay que aceptar, acríticamente, todo lo que hace o dice el gobierno porque si no se es un mal patriota.

Esto puede resultar a corto plazo, pero a mediano plazo lo que van a construir es una bomba de tiempo. A largo plazo no veo una salida democrática y pacífica como la que yo veía con la Asamblea Nacional Constituyente. No veo salida política, salvo una salida anárquica, peligrosísima, que se puede acelerar a partir de toda la dinámica de la emergencia del coronavirus. “

La Revista:

  • Con respecto al trámite de algunos proyectos de ley en la Asamblea Legislativa, ello, porque llama la atención que hay proyectos que se han tramitado rapidísimo, a pesar de ser temas de fondo cuyas repercusiones en un futuro desconocemos.
  • ¿Es conveniente o no la celeridad en la tramitación de algunos expedientes, o debe priorizarse un debate más reposado, sobre todo en las comisiones?

Francisco Barahona:

“Lo serio de esto es que, como en todo proyecto de ley, se debe pedir opiniones a todas las instancias que son referentes en el tema específico a legislar y esto lleva tiempo. Aquí ha habido respuestas que se han tramitado a la ligera, sin profundizar. Hay una especie de limbo de influencia en la Asamblea y así se va haciendo poco a poco la construcción de las leyes.

Además, una buena parte de los diputados tienen poca o nula formación, no solo política, sino democrática e histórica por la manera en que fueron electos. El Parlamento no solo ha caído a menos, sino que es más fácil de manejar desde el punto de vista de conseguir mayoría de votos. Esto es especialmente grave cuando el gobierno actual lo que ha hecho es prometer una serie de cosas que no ha concretado, pero sí exige al Parlamento que se apruebe una buena cantidad de préstamos internacionales con la idea de obtener capacidad para continuar gobernando y financiando al Gobierno Central y los planes sociales por la vía del crédito.

Y así hemos venido alimentando la bomba de tiempo del déficit fiscal que, desde hace más de un año, cuando se tramitó el paquete fiscal, nos decían que era inaguantable con un 6% o 6.5% del PIB; ya andamos por el 8.5% o 9% y el Banco Central dice que a finales de este año podríamos estar cercanos al 11%. Como ya lo han advertido las calificadoras de riesgo crediticio, esto es muy grave y no veo que lo estemos solucionando. Estos créditos, a mediano y largo plazo, nos enjaranan más, pero en medio del contexto grave del coronavirus, nos dicen que debemos aceptarlos, aunque eso signifique comprometer el futuro de las nuevas generaciones que deberán pagarlos.

Quiero recordar que, luego de la discusión que se produjo cuando se aprobó el paquete fiscal, nos cargaron la mano al sector trabajador público, a las universidades y a las municipalidades que ahora lograron evitar la famosa regla fiscal. Pero el hecho es que los sectores ricos, que concentran el 70 o 80 por ciento de la riqueza nacional y que la gente conoce con nombres y apellidos, se les perdonó una cantidad enorme de deudas al fisco, cercanas al 8 por ciento del PIB.

Entonces, uno ve un desbalance, con un gobierno que no escucha o escucha solo a un sector, y donde no hay capacidad de encontrar respuestas. Todo esto lo veo destructivo; no tengo esperanza que vaya a mejorar en la conducción de una oposición rigurosa, que permita plantear una alternativa a la especie de desgobierno sin ideas que es lo que tenemos hoy en día.

A veces siento que en la administración de don Carlos Alvarado hay demasiada juventud y poca sapiencia, casi no hay experiencia en ese gabinete, no hay esfuerzo suficiente y en el fondo lo que yo reclamo es que no siento el sentimiento de compromiso patrio a fondo, ni del Ejecutivo ni del Legislativo.”

La Revista:

  • ¿Hay contradicciones económicas y sociales en la estructura del Poder Ejecutivo?
  • ¿Qué implicaciones ha tenido la inclusión en el gabinete de militantes del PUSC, así como las continuas renuncias en el Ministerio de la Presidencia, cuya cartera ahora la ocupa un liberacionista?
  • ¿Se ha resquebrajado el gobierno de Unidad Nacional?
  • ¿A qué se atribuye el enorme poder que tendría la Unión de Cámara en la toma de decisiones políticas y cómo considera el papel de la oposición en la Asamblea Legislativa?

Francisco Barahona:

“Yo no creo que en ese supuesto gobierno de unidad nacional se haya quebrado algo. En realidad, como el PAC no tenía una bandera ideológica consistente, al PAC se lo comió Rodolfo Piza y la gente que llevó a la Casa Presidencial.  Esa gente era neoliberal, muchos de ellos habían estado con Otto Guevara y el Partido Libertario y eran el ala más conservadora ligada con la Academia de Centroamérica; neoliberales a ultranza que han escrito siempre en el periódico La Nación, a los que canal 7 y canal 6 los entrevista reiteradamente, que tienen claramente un modelo fondomonetarista y de Banco Mundial.

El gobierno de Carlos ha sido orientado en esa perspectiva neoliberal, sin la menor duda; algunos de estos aún son ministros, otros se han salido. A mí me sorprende cuando el presidente dice que ahora sí está dispuesto a escuchar a todos y a establecer un gran diálogo nacional, pero al final solo escucha a los empresarios y a sus amigos de UCAAEP.  En realidad, no escucha, lo que hace es una burla, y al sector de profesores o sindicatos no se les toma en cuenta para nada, ni siquiera se les da acuse de recibo a las propuestas que han venido defendiendo a través de los últimos dos o tres años.

El nuevo ministro Prieto es un ave recién llegada al gabinete, y el presidente tiene sus compromisos; con un señor Garnier y otras personas ligadas al PUSC conservador, neoliberal; no veo ningún cambio en esta dirección.  Y los nuevos llegados a la política que uno pensaría que significan sangre nueva, como Restauración Nacional, pues no, porque llegaron con un pensamiento basado en interpretaciones teológicas de La Biblia, tremendamente conservadoras muy ligadas a las iglesias conservadoras de los Estados Unidos.

Aquí han encontrado un terreno abonado porque la Iglesia Católica, desde hace ya varias décadas, abandonó un discurso de compromiso social como el que tuvo durante muchos años, sobre todo en las décadas del 40 y 50 con Monseñor Sanabria. Estas nuevas iglesias protestantes son conservadoras en el pensamiento económico, neoliberales, y además son tremendamente conservadoras en los dogmas que manejan desde el punto de vista religioso.

Me da la sensación de que mientras en la Asamblea Legislativa se aprueban todos estos créditos (y se aprobarán más), incluyendo los dedicados a infraestructura, el equipo neoliberal del gobierno, en el que están el Ministro de Hacienda, el Presidente del Banco Central y yo agregaría a la Contralora General, están caminando a sus anchas en Costa Rica, junto con representantes del Fondo Monetario Internacional (FMI). Pidiendo que se vendan algunas instituciones y tratando de igualar los salarios de los empleados públicos, con el pretexto que estos tienen puras prebendas y privilegios, negándose a llamarlos como derechos o reconocimiento a sus aportes laborales.

Casi que tengo la impresión que el FMI y sus acólitos tienen el burro amarrado y ellos son el tigre suelto. La gente no se está percatando del estrangulamiento del sector estatal, el cual es fundamental para salir de la crisis, pero que cuando la superemos, va estar totalmente ahogado y con una gran presión para reducir su tamaño y vender activos a la empresa privada a precios de ganga; esta operación paralela me preocupa porque la gente no la está viendo. Al FMI y al BM hay que tenerles cuidado. Ya no es mi generación sino las próximas generaciones, mis hijos y nietos, lo que heredarán lo que hagamos o dejemos de hacer. “

La Revista:

  • ¿Qué agentes internacionales podrían estar interviniendo o profundizando su injerencia en decisiones políticas y económicas en beneficio propio?

Francisco Barahona:

“Hay un movimiento de algunos millonarios, algunos ya pasaditos en años para decirlo con gentileza, que están procurando un nuevo perfil de la economía mundial. El problema es que ellos y sus grandes capitales se sustentan en un modelo capitalista que está haciendo aguas. Ese es el gran problema del FMI y del BM, que deben remozarse y regresar a las ideas originales del modelo keynesiano.

Paralelamente tenemos a unas izquierdas sin dientes y demolidas. Hay algunos esfuerzos como el grupo que se acaba de reunir en Puebla, México, con representantes de expresidentes sudamericanos, tratando de construir una nueva izquierda latinoamericana a partir de la integración, pero ya con mala fama por los fracasos del socialismo del siglo XXI, en Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Efectivamente, hay una especie de sordera, pero la solución a futuro no puede pasar por los grandes capitales y su pensamiento “renovado”, ni por las izquierdas fracasadas de América Latina y otros países del continente.

La nueva dinámica de algunos países pareciera que tampoco proporciona recetas a seguir. China, con un capitalismo estatal que tampoco es socialista, salvo porque lo maneja un partido único; Rusia con un capitalismo desvergonzado y corrupto;  una Unión Europea peleada con Estados Unidos, o más bien, con el presidente Trump, y en donde se viene dando el resurgimiento, un poco frenado por la pandemia, de movimientos neonazis.

Estados Unidos está fracasando porque no está elaborando un nuevo modelo. Vemos al Partido Republicano defendiendo a su presidente a trocha y mocha, independientemente de la barbaridad que diga y al Partido Demócrata con temor de hacer propuestas alternativas.  Y en América Latina tenemos una Argentina driblando hacia la izquierda tradicional, un Brasil, hacia la derecha militando con el presidente norteamericano, y eso hace que nuestros partidos políticos no tengan ninguna capacidad de hacer propuestas propias.

En definitiva, hay una falta de faros de orientación; ojalá América Latina pudiera encontrar alguna salida, pero ahí es donde fracasan los partidos políticos en la región. Este es un país pequeño y cuando no tenemos salida a lo interno hay que buscarla afuera, pero lo que tenemos es un borbollón de contradicciones, una especie de avión en picada dando vueltas antes de estrellarse y el piloto sin ninguna capacidad de salvamento. La situación es difícil, oscura, poco alentadora. “

La Revista:

  • ¿Qué nos puede comentar sobre el tema de Costa Rica y sus relaciones internacionales en este momento?
  • ¿Cuál ha sido el rol de la Cancillería en el complejo escenario de los últimos meses y qué podemos esperar para el futuro en esta materia?

Francisco Barahona:

“En esto tengo que ser muy radical. Con los tres cancilleres que hemos tenido, la Cancillería ha estado totalmente borrada del mapa. No ha habido toma de decisiones e implementación de propuestas de cómo Costa Rica debería potenciar su política exterior, justamente para cosechar el buen nombre que tiene el país en el mundo y salir beneficiados.

Salvo arreglar vuelos de aviones para el retorno de costarricenses varados en otros países por la pandemia, y ahora con el tema de las fronteras, me da la impresión de que la Cancillería es un instrumento burocrático que existe para justificar el personal que tenemos dentro y fuera de Costa Rica para mantenernos conectados al mundo, pero sin políticas concretas, propuestas o iniciativas de fondo, salvo en materia de descarbonización, tema que ha bajado en la escala de prioridades por el coronavirus. Siento una cancillería nula, sin liderazgo, con un canciller que fue embajador en Corea y viceministro del MOPT, pero con muy poca experiencia en materia diplomática y de política internacional. La Cancillería no me parece que sea ningún resorte para bien o para mal en el futuro de nuestro país. “

La Revista:

  • Respecto del replanteamiento del sistema político, eso no se relaciona más bien con las capacidades de los propios actores políticos que por los mismos partidos; es decir, los partidos se nutren de las personas y sus pensamientos.
  • ¿No será que estamos ayunos de liderazgos y de gente que promueva debates o será más bien que los partidos no lo están permitiendo? Me cuesta creer que en partidos como PLN o PUSC no haya dirigentes que promuevan un debate de más altura alrededor de los grandes temas nacionales.

Francisco Barahona:

“Bueno, en primer lugar, no son partidos tan grandes, son pequeños en términos electorales y también en pensamiento de propuestas políticas. Hay varios elementos que traigo a colación para responder.

Desde hace unos 30 años, los partidos Liberación y Unidad Social Cristiana abandonaron la formación de cuadros que habían mantenido con una gran riqueza y pluralismo político. Antes invitaban no solo a los políticos de sus partidos y homólogos de otras partes del mundo, sino inclusive a pensadores que llegaban a cuestionarlos y hacerles planteamientos contrarios a sus banderas. Eso se acabó, fue fulminado, entonces también fumigaron a los pensadores, a los académicos e intelectuales que había en esos partidos y que comenzaron a ser incómodos pero que tenían la suficiente experiencia histórica para retomar el brillo de las propuestas, del claro pensamiento social demócrata o social cristiano que, en algún momento, tuvo relevancia.

Entonces, como diría Beto Cañas, se fueron nutriendo de la gradería de sol, de gente que únicamente quería sobrevivir a través de un partido y chupaban alfombra para llegar a puestos de representación popular, persiguiendo intereses electorales y no doctrinarios ni tampoco compromisos éticos. Todo esto afectó a las candidaturas, las alcaldías, los Concejos Municipales y por supuesto a la Asamblea Legislativa y el Poder Ejecutivo. Fue llegando gente sin formación. Por ejemplo, el actual Presidente no tienen ninguna formación, es un simple periodista que ni siquiera ejerció su profesión mucho tiempo. Fue llevado como asesor de comunicaciones al Congreso y brincó a ser jefe del IMAS, Ministro de Trabajo y luego a la candidatura. La carambola le llegó jovencísimo, sin formación ni experiencia política. Lo mismo puedo decir de muchos de los diputados y diputadas.

Pero, además, todo el sector educativo –primaria, secundaria y universidades- se convirtió en un sistema complaciente, acrítico, donde la medianería, el “quédese calladito”, y la no confrontación prevalecen, bajo la creencia de que somos un país pacífico donde hay que dialogar y llegar a consensos. Pero, por favor, si la democracia y su vitalidad se fundamentan en encontrar soluciones mayoritarias; en ninguna parte del mundo el poder político se puede construir sobre la base de que todo mundo esté de acuerdo, siempre debe haber oposición, aunque la mayoría incline la balanza.

Todo esto, sumado a que dirigentes de las universidades se matricularon en el PAC, pensando que era un partido medio progresista, pero sin consolidación ideológica. Ottón Solís venía del PLN y era un economista más o menos socialdemócrata que obtuvo en Inglaterra su posgrado, pero vino a crear un partido de centro que equivale a ser ni “chicha ni limonada.”

Tampoco se preocupó su líder ni sus dirigencias en crear una receta ideológica, una propuesta alternativa a PLN o al PUSC. Se convirtieron en maquinarias electorales, algo muy similar a lo que, desde mi óptica, está pasando con Renovación y Nueva República.  Son partidos que logran cierta parte del queque para nombrar gente, pero sin compromiso democrático. Tampoco tenemos oposición. ¿Oposición a qué? Si todos están en el centro y no son “ni chicha ni limonada”. Bajo esa lógica, los que mandan son quienes ostentan el poder económico. “

La Revista:

  • ¿Qué comentario no contemplado en la entrevista quisiera agregar?

Francisco Barahona:

Creo que La Revista es de los pocos medios que realmente permiten profundizar en las medidas sociales políticas y económicas que el país requiere. El reto es poder orquestar propuestas alternativas y llevarlas a la práctica. Porque sin poder político, ninguna propuesta alcanza y esa es parte de la crisis en la que estamos imbuidos. Pareciera que no hay voluntad política para los cambios a profundidad ni para utilizar instrumental democrático en nuestro sistema institucional, entonces la voluntad es “sálvese quien pueda”, egoísmo pleno, anarquía o defender los intereses que ya se han logrado concentrar en pocas manos.  Eso es lo que me tiene a mí muy decepcionado. Ojalá podamos encontrar alguna salida porque amo sobre todo a nuestra democracia y a nuestra institucionalidad.

 

  • Eugenio Herrera
  • Ronald Fernández
  • Ricardo Carballo

 


Francisco Barahona Riera.
Fue Rector de la Universidad para la Paz, Catedrático en la Escuela de Derecho de la Universidad de Costa Rica. En dicha institución obtuvo una licenciatura en Derecho y Ciencias Políticas en 1973. Realizó su doctorado en Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de París en 1977. También realizó estudios en derecho internacional en la Universidad de París y en el Instituto Internacional de Derechos Humanos en Estrasburgo. En sus trabajos destacan los temas de la política internacional, la sociología, educación para la paz entre otros. Fue coordinador Presidencial de la Universidad para la Paz de 1980 a 1982, Académico, investigador, autor de diversas publicaciones y analista político.

 

 

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