Francisco Flores: 1º de setiembre, Día de la Libertad de Expresión

La libertad de expresión tanto en el magisterio público de don José María Castro Madriz, como en el de otros ilustres costarricenses, constituye uno de los principios más preciados por nuestro pueblo; además, desde sus orígenes, ha sido la fuente de creatividad y de realización de múltiples ideales.  Sin ella, no es posible construir nada duradero, porque como condición intrínseca del ser humano, no es posible ejercitarla cuando no se vive ni se siente.  Al proponer la idea de celebrar nuestra libertad de expresión

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Francisco Javier Flores Zúñiga, Relaciones Internacionales.

La historia nacional registra dos hitos de festejos ciudadanos al derecho de los costarricenses a comunicar su pensamiento sin previa censura: la procesión cívica que organizo en 1834 el periódico La Tertulia con la Ley de Imprenta en alto y el primer día de la Libertad de Expresión en un acto solemne de 1983, cuando mediante un decreto Ejecutivo don Luis Alberto Monge Álvarez definió que a partir de ese año cada primer día de setiembre, mes de la patria, los costarricenses meditarían sobre la libertad de expresión.

El 23 de setiembre del 2002 la Diputada Liliana Salas Salazar, presento a la corriente legislativa una iniciativa para la DECLARACIÓN DEL 1º DE SETIEMBRE COMO DÍA DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN que se convirtió en ley de la Republica mediante el decreto Nº 8510 del dieciséis de mayo del dos mil seis. En honor a su memoria, debo recordar que desde entonces esta ley no se ha cumplido de conformidad con su contenido que dicta lo siguiente:

“Artículo 1º-Declárase Día de la Libertad de Expresión el 1º de setiembre de cada año, fecha del natalicio del doctor José María Castro Madriz.

Artículo 2º-Autorízase a las instituciones públicas para que celebren actos conmemorativos relacionados con el Día de la Libertad de Expresión.”

El artículo 28 de nuestra Constitución Política garantiza que “nadie puede ser inquietado ni perseguido por la manifestación de sus opiniones (…)”.  Por su parte, el artículo 29 reza que “todos pueden comunicar sus pensamientos de palabra o por escrito y publicarlos sin previa censura…”

Al amparo de nuestros derechos fundamentales, la información y comunicación son elementos esenciales de nuestro sistema de vida en libertad.  Desde los albores de nuestra vida republicana, la libertad de opinión, de prensa y de expresión son un conjunto de principios regulares ejercidos con vigor; estos bastiones motivan la presente iniciativa con la que pretendo convocar al pueblo para meditar, al menos un día al año, sobre el valor de la libertad de expresión.

El doctor José María Castro Madriz, ilustre ex presidente de la República, predicó con la palabra y con la acción la importancia de la libertad de expresión, en la forja de la democracia costarricense, haciéndose acreedor del recuerdo y la veneración de su memoria; por esa razón, se consideró que el día de su natalicio era ideal para homenajear al padre de nuestra libertad de expresión.

A continuación, se citan algunos pensamientos del Doctor Castro Madriz:

“El patíbulo es siempre un pedestal:  en el patíbulo no perece ninguna idea y cuando los errores, a pesar de la grandeza de su martirio, se desvanecen o se ahuyentan al empuje irresistible de la discusión, en esa batalla incruenta de la luz contra las tinieblas, la verdad sin solio y sin espada, sin privilegios heredados, y sin hierro homicida, tiene que vencer para que se cumpla la ley de la providencia sobre la tierra.”

En su segunda administración, Castro Madriz fue objeto de la crítica mordaz del periódico apropiadamente llamado El Travieso.  Sus amigos políticos le recomendaban que lo mandara a cerrar.  En cambio, cuando el pregonero fue arrestado, ordenó ponerlo en libertad.  En ese momento, esbozó su señero pensamiento libertario en relación con la prensa de oposición, en la siguiente forma:

“Creo que la expresión de la verdad, aún la más amarga, conviene al gobernante que, como yo, tiene el valor de abdicar ante ella sus errores. Creo que toda discusión ordenada y comedida ilustra, y que el lenguaje de las malas pasiones, contra un gobierno que por su legitimidad y rectitud abunda en medios morales de defensa, es importante.”

La libertad de expresión tanto en el magisterio público de don José María Castro Madriz, como en el de otros ilustres costarricenses, constituye uno de los principios más preciados por nuestro pueblo; además, desde sus orígenes, ha sido la fuente de creatividad y de realización de múltiples ideales.  Sin ella, no es posible construir nada duradero, porque como condición intrínseca del ser humano, no es posible ejercitarla cuando no se vive ni se siente.  Al proponer la idea de celebrar nuestra libertad de expresión, la Diputada Salas Salazar recogió el espíritu de 1834 y de 1983 considerando que esta ley permitiera a heredar a las nuevas generaciones el aprecio por la libertad que ha hecho y puede hacer posible un mejor destino:

Un destino sin distinciones de raza, religión, sexo o filiación política y filosófica, para que expresen libremente sus opiniones, sin que sean perseguidos o marginados por ello.  Rechazar las amenazas que se ciernen sobre aquellos que se oponen a las directrices de las estructuras de poder.  Razonar y defender nuestras ideas apegados a la verdad, la sinceridad y la honestidad.  Avanzar sin temor frente a la inmoralidad y el cinismo de todas aquellas fuerzas que promueven la manipulación y la corrupción.  Denunciar abiertamente cualquier intento por disminuir o restringir nuestras libertades. Rechazar la idea de un orden social, económico y político impuesto o heredado, sustituyéndolo por un orden donde las mayorías ejerzan su libertad de pensar, crear y participar en el diseño de una sociedad, más justa, más humana y más solidaria.

Un programa de educación para la libertad de expresión, capaz de asegurar las condiciones para modificar conductas e ideas que desconocen la dignidad humana; puesto que, solo propiciando la acción creativa e imaginativa de todos los seres humanos, es posible asegurar los cambios que el tiempo y la historia le imponen a nuestra sociedad.  Un programa educativo dirigido a apoyar el significado y el ejercicio de la libertad de expresión puede modificar radicalmente las condiciones actuales de nuestra acción política, haciéndola más amplia, más ambiciosa y más segura.

Los medios para realizar los ideales de la libertad de expresión son una historia y un presente llenos de ideas y acciones, cuyos héroes y heroínas inspiran nuestra fe y nuestra lucha al servicio de la libertad. La libertad no se decreta, ni se nos otorga, la libertad es parte de nosotros, la sentimos o no, la ejercemos o no, la desarrollamos o no.  Es nuestra esencia, solo la disfrutamos en la medida en que la vivimos.  Los medios espirituales y materiales para desarrollarla son la justicia social, el humanismo y la solidaridad.  Cuando estos se encuentran limitados o restringidos, o cuando no se ajustan a la realidad, entonces no hay libertad plena.

El diálogo y la convivencia nos conducen al aumento de los beneficios de la libertad de opinar.  Sólo en un orden social donde los seres humanos pueden intercambiar sus opiniones y diferencias, es posible fecundar la libertad.  Si la sociedad que heredamos estimula el diálogo y la confianza, sus beneficios acrecentarán las posibilidades de vivir en paz y en consonancia con los valores que inspiran la solidaridad y el humanismo.

Con base las ideas aquí expuestas, sobre el significado de la libertad de expresión, sugiero al gobierno de la Republica actual, considerar el valor y la oportunidad de ejecutar en todos sus alcances esta importante ley que honra nuestros compromisos con los instrumentos internacionales, que el país ha firmado, entre ellos la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 19), la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (art. IV), Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 13) y, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 19).  Además, del rango constitucional garantizado en el artículo 29 de la Carta Fundamental.

La libertad de expresión constituye un derecho humano en sí mismo y representa una garantía genérica del goce de todos los demás derechos humanos, como el derecho a la vida, el derecho de reunión, etc. Para que el mes de la patria sea celebrado con honradez, orgullo y gloria cada 1 de setiembre, debemos celebrar la libertad de expresión, como cada 15 de setiembre celebramos nuestra independencia y como cada 30 de setiembre recordamos el fusilamiento de nuestro héroe nacional Don Juan Rafael Mora Porras. Porque recordar nuestra herencia, es fuente de luz, inspiración y guía espiritual para nuestro pueblo en la forja de su destino nacional.

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