Francisco Flores: Centroamérica entre su pasado y el porvenir

Francisco Javier Flores Zúñiga, Relaciones Internacionales.

Uno de los debates no resueltos en nuestra economía, es precisamente definir el dilema estratégico sobre: si por la vía del crecimiento llegamos primero al desarrollo, o si por la vía del desarrollo llegamos a mantener el crecimiento.  Y este es el tema central de este artículo, que me permite repasar y comentar brevemente la situación actual de la región centroamericana.

Un reciente informe de la Comisión Económica para América Latina, CEPAL  órgano de Naciones Unidas y con largo historial de trabajos económicos y sociales sobre Centroamérica, coincide en su diagnóstico con el Informe del Estado de la Región más reciente en lo relativo a que el desarrollo regional está sujeto al tamaño de unas economías cuya estructura productiva es singular, posee pautas de crecimiento diferenciadas y marcadas, tanto  por la forma en que se han insertado en la economía internacional como por ser esta una región expuesta a los choques externos, incluyendo su vulnerabilidad ante desastres asociados a fenómenos naturales.

Asimismo, las divergencias responden en alguna medida a distintas estrategias de desarrollo, y su diferente compromiso con la integración regional.  Ciertamente hay aspectos donde los países que conforman esta región unida por la geografía y la historia deben ser comprendidos no solo por las características disímiles del entorno en el que se ubica Costa Rica, sino también determinar de qué forma influye en nuestro desarrollo el ser parte de una evolución económica, cuya mayor aspiración es alcanzar tanto el crecimiento como el desarrollo económico de largo plazo que conduzca necesariamente a un mejor nivel de vida para nuestros pueblos.

En los años noventa Centroamérica, al igual que el resto de América Latina y el Caribe, inició un proceso de repunte económico, que le permitió dejar atrás la década perdida en su desarrollo, aunque con fluctuaciones considerables y no siempre exentas de crisis o dificultades severas de balanza de pagos, financieras o fiscales en algunos países.

Tras la crisis financiera internacional de 2008-2009, la región tuvo que manejar también los impactos derivados de la Zona del Euro y la pérdida de impulso en la economía de los Estados Unidos a partir de 2013.  Todo este panorama, tendría consecuencias severas sobre las economías pequeñas y abiertas, como las de Centroamérica, de no haber desarrollado estas un proceso lento y complejo para subsanar los elevados costos económicos y sociales asociados a la inestabilidad global y una menor demanda externa.

Del breve repaso que he podido hacer sobre las principales coyunturas que afectaron el crecimiento de largo plazo de las economías de la región, es evidente que se ha retrasado el objetivo de consolidar una senda de desarrollo con igualdad.  Sin embargo, pese a estas demoras, la región tiene oportunidades que no se pueden desdeñar, sustentadas en su capacidad para encontrar y desarrollar actividades productivas de alto valor agregado, resultantes de políticas públicas que no solo promuevan la inversión, sino la innovación, al mismo tiempo que faciliten la actividad comercial tanto a lo interno como a lo externo de la región.

Ahora bien, lo que presumiblemente es una aspiración de cada país, debe acometerse desde una perspectiva regional, dado que nunca como ahora, tiene tanta importancia estratégica la integración como modelo de desarrollo. La lógica de que cada país desarrolle su propio modelo económico y su propia estrategia macroeconómica, está cada vez más lejos de serla vía avenida para alcanzar la meta anhelada. Hoy por hoy lo que se impone es responder a la recesión, el desempleo y al ajuste fiscal derivadas de políticas macroeconómicas que no han tenido éxito en otras regiones, con una acción coordinada y basada en acuerdos sustantivos que le permitan a Centroamérica mantener su estabilidad interna, pero ante todo proyectar su capacidad de insertarse en la economía internacional de manera eficiente y sostenida.

En el inicio de la segunda década del siglo veintiuno, nuestra región enfrenta retos fundamentales, entre los que destacan la polarización económica, que no permite cerrar las brechas sociales en términos del PIB per cápita, así como un significativo rezago en la productividad laboral, situaciones que requieren resolverse no solo por la vía de mayores tasas de crecimiento. Lo que necesitamos es una fórmula productiva de carácter regional para poder superar las metas de crecimiento y concentrarnos en las oportunidades del desarrollo que es el único camino para superar los dos flagelos de nuestra sociedad:  la desigualdad y la pobreza.

En un contexto donde la deriva autoritaria en Nicaragua, y El Salvador, paradójicamente tienen su origen en procesos electorales instaurados desde la firma de los acuerdos de paz en 1987, que con diferencia de grado muestran una involución de los derechos ciudadanos, tenemos un gobierno en Guatemala que no termina de configurar su ruta democrática, mientras que en Honduras su pueblo aspira a iniciar ese camino diferente con renovados liderazgos.  Frente a ellos la democracia en Costa Rica, espera confiada a que la mitad de su electorado que aún no decide su voto, defina con claridad cuál será la ruta que la reconducirá por el camino de la justicia y la libertad. Panamá y Belice en los extremos de la región muestran estabilidad y confianza en sus destinos y esperan que los liderazgos combinados de la región puedan construir puentes para acercar objetivos que distingan lo que nos une y no lo que nos separa.

De nuestras fuentes internacionales queremos compartir este fin de semana lo siguente:

Cambio de régimen en la economía global Después de ayudar a impulsar décadas de desarrollo y modernización en las economías emergentes, el modelo de crecimiento ganador del Premio Nobel del economista del siglo XX W. Arthur Lewis ahora se puede aplicar a todo el mundo. Desafortunadamente, lo que muestra es que nos dirigimos a un período de profunda incertidumbre y crecimiento limitado por la oferta.

La recuperación de Draghi en Italia está en peligro El fondo de recuperación pandémica Next Generation EU ha brindado a Italia una oportunidad única en una generación para restablecer su economía. Pero los riesgos que supone para el gobierno del primer ministro Mario Draghi la inminente elección presidencial pueden hacer que el país sea incapaz de aprovechar este momento.

Gambito de Viena de Irán El riesgo de que Naciones Unidas vuelva a imponer las sanciones económicas a Irán que terminaron con el acuerdo nuclear de 2015 se cierne sobre la presidencia del intransigente Ebrahim Raisi como una espada de Damocles. Esta amenaza puede ser el incentivo más fuerte de Raisi para llegar a un compromiso en las conversaciones nucleares en curso.

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