Francisco Flores: ¿Vivimos una crisis civilizatoria?
La democracia en América Latina no goza de buena salud, las elecciones no son suficientes, lo esencial es que los gobiernos de izquierda o derecha sorteen las crisis que les corresponde profundizando la democracia, no disminuyendo su valor o su importancia. No es ciertamente el mejor sistema, pero es el más adecuado para resolver la crisis civilizatoria que vivimos.
Francisco Javier Flores Zúñiga, Relaciones Internacionales.
Josef Estermann (2019) Dice que a “pesar de los grandes esfuerzos de las agencias de cooperación, de las instituciones internacionales financieras1(Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Interamericano, etc.) y de un sinnúmero de Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), durante las últimas cuatro décadas, la brecha entre un Norte global minoritario y un Sur mayoritario, no se ha disminuido, al contrario: el abismo se ha vuelta trampa mortal para muchos pueblos y sociedades enteras. La población del mal llamado “Tercer Mundo” es declarado “excedente” por las Bolsas de Valores más importantes del planeta, con tal de que la llamada “globalización” de tipo neoliberal sólo beneficia con el derroche posmoderno a los “pocos felices” (happy few) y excluye a las tres cuartas partes de la humanidad de las delicias que propaga la publicidad incesante del Mercado.”
Ramon Vega Canto (2012), Afirma por su parte que “si se mira con algún cuidado, la crisis actual tiene unas características diferentes a todas las anteriores ya que hace parte de un quiebre civilizatorio de carácter integral, que incluye factores ambientales, climáticos, energéticos, hídricos y alimenticios. La noción de crisis civilizatoria es importante porque con ella se quiere enfatizar que estamos asistiendo al agotamiento de un modelo de organización económica, productiva y social, con sus respectivas expresiones en el ámbito ideológico, simbólico y cultural. Esta crisis señala las terribles consecuencias de la producción de mercancías, que se ha hecho universal en los últimos 25 años, con el objetivo de acumular ganancias para los capitalistas de todo el mundo y que sólo es posible con el gasto exacerbado de materiales y energía.”
Mientras que para Edgardo Lander (2018). “El problema fundamental está en si la vida en el planeta Tierra podrá sobrevivir al capitalismo. Además de las consecuencias evidentes en los niveles de exclusión y carencias que se dan como resultado de esta apropiación tan brutalmente desigual de los bienes comunes, desde el punto de vista del funcionamiento de los sistemas políticos y los procesos de toma de decisiones sobre la crisis climática, son extraordinarios los impactos del fortalecimiento global del poder económico, y por ende político, de esta pequeña minoría de los súper ricos, la llamada clase de Davos.”
Agenda Internacional observa con visión crítica y periférica que el mundo efectivamente pasa por una crisis de civilización en la que están en juego todos los aspectos que permiten la vida humana en comunidad y con un destino común. El egoísmo se ha hecho moneda de curso y la desigualdad se ha normalizado, mientras que las respuestas de la derecha y de la izquierda de los liberales y los conservadores son insuficientes para poder contener la marcha de un proceso que amenaza la existencia de todos, y de todo el planeta.
Lejos de responder a su evolución progresiva, América Latina es capturada por elites que ven en la democracia un modelo limitado a las elecciones, porque cuando ganan sortean las crisis económicas, sociales y políticas dentro de los límites del autoritarismo y la captura del Estado. Al respecto vale la pena citar el estudio realizado por Flavia Freidenberg Andrés y Camilo Savedra Herrera. (2020). Ambos evalúan a los regímenes democráticos de América Latina en las últimas cuatro décadas y responde a una pregunta empírica-descriptiva que tiene que ver con cuál es la salud actual de la democracia y en qué medida esta y sus componentes han avanzado o retrocedido en ese período. Aun cuando la decisión sobre el concepto y los indicadores pueden condicionar los resultados de lo que se observa y se mide, ellos evalúan de manera descriptiva y analítica los datos que surgen de las metodologías desarrolladas por la política comparada, así como también discute los avances, déficits y desafíos que enfrenta la democracia de cara a su institucionalización como sistema político dominante en la región. El debate entre pesimistas y optimistas se da porque detrás de él hay una discusión profunda sobre el concepto mismo de democracia, sobre las decisiones metodológicas para su medición, las expectativas respecto a lo que debe ser la democracia tanto de la ciudadanía como de la academia y su dinámica de funcionamiento.
Agenda Internacional. Abre sus páginas a todas las corrientes de pensamiento que quieran participar en este debate, en el que las respuestas no son fáciles, pero si son necesarias. La democracia en América Latina no goza de buena salud, las elecciones no son suficientes, lo esencial es que los gobiernos de izquierda o derecha sorteen las crisis que les corresponde profundizando la democracia, no disminuyendo su valor o su importancia. No es ciertamente el mejor sistema, pero es el más adecuado para resolver la crisis civilizatoria que vivimos.
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