Gloria Bejarano: No podemos desentendernos e ignorar nuestra cuota de responsabilidad en la construcción del tejido social

De poco servirá todo lo anterior si no asumimos individualmente y con responsabilidad la tarea de reconstruir el tejido social, esta es una deuda pendiente que tenemos con las víctimas de la violencia, sus familias y la patria.

Gloria Bejarano Almada.

La reconstrucción del tejido social, una deuda pendiente.
“Es mucho más difícil juzgarse a uno mismo que juzgar a los demás…”
Antoine de Saint-Exupéry
Cuando leí esta cita entendí por qué en las redes sociales predomina hoy en día el insulto y la descalificación.  Es más fácil culpar a otros que asumir la responsabilidad de nuestra propia conducta, sea por acción o por omisión.
El reciente asesinato de dos jóvenes en manos de delincuentes juveniles ha desatado toda clase de comentarios en los que el dolor y la empatía se han hecho presentes, así como el respeto y la admiración por la respuesta de los padres de Marco ante la tragedia que viven.  De igual manera se juzga con dureza la calidad de las leyes, la actuación de los jueces, la labor policial y la responsabilidad parental, no faltan los comentarios poco empáticos y solidarios con las víctimas y sus familias.  Leí solo una publicación, de doña Gilda Jiménez, en la que pide perdón a los padres de Marco por su cuota de responsabilidad en lo que concierne a la construcción del tejido social en nuestro país:
“Por mi parte, le pido perdón a la Familia Calzada Valverde por mi cuota de responsabilidad en esta tragedia y les prometo hacer mi mejor esfuerzo para sumar mucho más de lo que resto.”
Leí una y otra vez las palabras de doña Gilda, en la que menciona como todos somos responsables de la construcción de esta sociedad que permitió la muerte de Marco, la de Manfred y la de tantas otras personas que han sido asesinados en nuestras calles.
No hay duda de que, víctimas y victimarios, son el resultado de una sociedad que ha perdido sus valores más elementales y que lejos de reconocer la cuota de responsabilidad individual, busca culpar a los otros sobre la descomposición social que enfrentamos, la ineficiencia y corrupción de nuestro sistema.
Pero si tan solo hiciéramos un alto y pusiéramos en una balanza lo bueno y lo malo que tenemos como sociedad, podríamos tomarnos el tiempo para hacer un examen de consciencia y juzgar cuál ha sido nuestro aporte en uno y otro lado de la balanza, porque al final de cuentas nuestras acciones, nuestra pasividad o indiferencia contribuyen a la construcción del tejido social, que no es otra cosa que el elemento que garantiza a un pueblo su gobernabilidad y el bienestar de todos y cada uno de los habitantes de la nación.
Es evidente que nuestro tejido social está gravemente dañado pues el sentido de solidaridad, de cohesión, de pertenencia y respeto que nos ha caracterizado está siendo sustituido por la división, el resentimiento, la indiferencia y el odio.   Hoy más que nunca debemos hacer un verdadero esfuerzo por reconstruir el tejido social, contribuyendo en forma individual y colectiva, para alcanzar la re-vinculación de la población con el ser costarricense, ese que reconoce y se identifica con su historia, sus orígenes, sus logros como nación y sus principios fundamentales.
La insensata muerte de Marcos y Manfred nos debe llamar a todos a buscar el fortalecimiento del tejido social, pues no es solo con señalamientos que vamos a lograr la contención de la violencia en nuestro país, no es solo cambiando leyes o aumentado el número de efectivos en las calles que vamos a revertir el irrespeto por la vida humana.
Recuperar el tejido social es sinónimo de recobrar el sentido de solidaridad, de protección, de respeto a los derechos humanos y a la vida, es procurar la armonía entre los habitantes de esta tierra bendita y juntos luchar por una mayor justicia social.
Recuperar el tejido social es tener la certeza de que podremos contar con la ayuda de unos y otros, es buscar la unificación del pueblo alrededor de los grandes retos que tenemos como recuperar valores, sentirnos parte de una misma cultura, de una misma tradición e identificar todo eso que tenemos en común y nos une como hermanos.  Los padres de Marco nos han dado una lección de vida, al perdonar y pedir por las otras familias que también están sufriendo, eso es ser coherentes con sus principios, eso es aportar a la reconstrucción de un tejido social, eso es predicar con el ejemplo.
No hay duda de que es urgente gestionar una mayor celeridad en el sistema judicial, una revisión y adecuación de nuestras leyes, una mayor coordinación entre la fuerza pública y la policía municipal, una mayor vigilancia en aquellos lugares donde se han concentrado estos grupos delictivos, una mayor asignación de recursos para el Ministerio de Seguridad, una estrategia para combatir el narcotráfico y la delincuencia, como también es urgente recuperar la vida en familia, la educación y formación de las nuevas generaciones; la crisis social, la brecha educativa, y la deserción escolar están siendo aprovechadas por los grupos delictivos para sumar a nuestros niños y jóvenes a sus filas.
Sin embargo, de poco servirá todo lo anterior si no asumimos individualmente y con responsabilidad la tarea de reconstruir el tejido social, esta es una deuda pendiente que tenemos con las víctimas de la violencia, sus familias y la patria.

 

Compartido de Diario Extra

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