Gustavo Arroyo: Un camino difícil para el próximo Presidente de los EE.UU.
Por otra parte, hay un pesar de un sector de la ciudadanía, por las poses asumidas por el Presidente en cuanto a expresiones raciales que le podrían restar el apoyo de los migrantes, no obstante a ello, hemos visto como el Presidente de los Estados Unidos, ha hecho hincapié en el apoyo a los afroaestadounidenses y otros grupos de la sociedad norteamericana.
El próximo 03 de noviembre del 2020, el mundo entero estará presenciando la celebración de las quincuagécimo novenas elecciones de los Estados Unidos de Norteamérica o la elección del presidente número 46; de una democracia con 229 años de historia, la más antigua del planeta. Esta vez pesa en el ambiente un aire de desconcierto y se experimenta un momento de incertidumbre en la vida política del pueblo norteamericano, pues se debate entre la continuidad de la gestión de un gobierno republicano, aferrado a las ideas políticas de antaño, pero con algún tipo de variaciones, que retratan el particular liderazgo del Presidente Donald Trump, ajeno al mundo de la política tradicional, que se ha convertido en su debilidad y fortaleza al mismo tiempo.
En estos cuatro años de gestión, pudimos observa un estilo conservador del Presidente Trump, con líneas duras de comunicación con el pueblo estadounidense y con una falta de precisión en los renglones de la política internacional, caracterizada por un frío tratamiento con algunos países y regiones como la Comunidad Europea, América Latina y países asiáticos; por otro lado, su falta de capacidad para administrar la pandemia, que llega a más de 9 millones de contagiados, cuyas repercusiones en la economía del país, ha provocado una tasa de desempleo de un 7,9 por ciento. Esta será la tarea más difícil con la que deberá lidiar el próximo Gobierno, que llegue a ocupar la Presidencia de los Estados Unidos, pues tendrá que gestar un cambio de ciento ochenta grados, para garantizarle un futuro promisorio, a los ciudadanos estadounidenses.
Por otra parte, el candidato Demócrata Joe Biden, pareciera que apuesta por una sociedad con mayores oportunidades y con énfasis en la política social, lo cual hace patente en su retórica discursiva, al proyectar un cambio sustancial de la realidad estadounidense. Sin embargo, el candidato demócrata, crea una atmósfera de incertidumbre por la complejidad del momento, y por la entereza y frialdad, que debe tener en estos tiempos el Presidente de los Estados Unidos, para enfrentar la dura crisis, y las que vendrán como parte del nuevo orden mundial, con tendencias del pasado, al retorno de la bipolaridad de la política internacional.
No obstante, Biden, es una opción política convincente, al gozar de una trayectoria política que aventaja por mucho al presidente Trump y por su admirable capacidad para hacer notar los desaciertos de Trump. Este importante background, provocó el replanteamiento de la estrategia de campaña de Trump y propició su debilitamiento sistemático, que ha hecho mella a las posibilidades de la reelección para los próximos cuatro años.
No deja de ser complejo, el método para neutralizar los ataques del partido opositor y del candidato demócrata, pues en un sistema político bipartidista, la mala gestión de gobierno y la falta de identificación social con el pueblo, son las principales causas que justifican la derrota de un candidato, sobre todo en una contienda electoral, polarizada entre dos partidos, que se tildan de comunistas y de capitalistas, y que carecen ambos a mi modo de ver, de una coherente y convincente propuesta para los electores, que se sienten desesperados por los efectos de la pandemia y de una economía que no da muestras de mejoramiento, desde que el Presidente Trump asumió la Presidencia de este país.
El sistema electoral y sus deficiencias
El sistema estadounidense, es un sistema de elección indirecto (semi-presidencialista) creado desde la Constitución Política de 1787 mediante una sola ronda, que opera a través de un sistema de escogencia denominado “colegio electoral” que sigue siendo cuestionado por expertos en política y para muchos es un sistema anacrónico, por su controversial modo de operar y por el difícil vaticinio de las encuestadoras y de los sondeos de opinión, pues si bien, arrojan números aproximados o mapas de acercamiento del entorno electoral, lo cierto es que, resulta una tarea compleja determinar, quién obtendrá el mayor número de votos electorales, para la elección definitiva de los representantes de los colegios electorales.
Por ello el voto popular, no es una manifestación convincente o de alta certeza, para descifrar el comportamiento de las elecciones en este país del norte, y como a contrario, ocurre en las elecciones directas de los sistemas presidencialistas como el costarricense.
La ecuación entre el número de votantes censados que muestran una simpatía por uno u otro candidato algunas veces no concuerda con la simpatía del colegio electoral. El avance o ventaja que pueda darse, es parte de la estrategia de campaña que desarrollen los equipos y colaboradores de cada partido, a través de estudios detallados, para capitalizar a los electores en los estados claves, para sacar el mejor provecho electoral de cada uno de estos.
Del comportamiento de las elecciones anteriores o de estudios electorales donde ha existido un reñido enfrentamiento de dos adversarios, constituye una luz para los partidos políticos en la incesante búsqueda de atrapar votos en la contienda electoral, así como una ruta para diagnosticar con mayor certeza, el rumbo que tendrá la campaña, y la diferencia que podrá hacer en la recta al final de las elecciones. El integrante del sistema electoral deberá votar por el candidato de su preferencia, siendo este represente un elector no identificado plenamente, pero con un convencimiento previo, para su ejercicio del voto.
Un detalle importante que se debe tomar en cuenta, es que la mayoría de los integrantes del sistema electoral, son funcionarios locales electos o líderes partidarios, pero sus nombres no aparecen en las boletas que se entregan para emitir el voto, por lo que sus identidades son prácticamente desconocidas para los votantes, eso por un lado, hace que el sistema tenga también sus bondades puesto que el elector vota por listas desconocidas, con solo la advertencia de su preferencia partidista.
Llama la atención, que en este sistema, cada estado tiene tantos votos en el Colegio como miembros en la Cámara de Representantes ( es un número que va a depender de la población del estado) y en el Senado (dos por cada estado de la Unión, independientemente de su tamaño), el caso de California que es un estado clave, por ejemplo, tiene 55 votos en el Colegio; junto con Texas 38; Nueva York 29, Florida 29, Illinois 20; Pensilvania 20, mientras que otros estados con una población menor como es el caso de Alaska, Delaware, Vermont y Wyoming, solo tienen tres cada uno.
Pero habrá estados que experimenten una movilización o desplazamiento del voto, guiados por factores que marcan la tendencia en cada elección y esos son los elementos determinantes que deben detectar y precisar los partidos, para el triunfo de los candidatos.
Valga hacer una observación; la Constitución de los Estados Unidos, otorga a cada estado la facultad de decidir el procedimiento de cómo computar los votos. Pero en los casos de Nebraska y Maine, el candidato que obtiene más votos se lleva, en teoría, todos los electores de ese estado en el Colegio.
Detalles del Colegio electoral y algunos casos controversiales
Estados Unidos tiene una población de 328.239.523 millones de habitantes, y se encuentran inscritos para las próximas elecciones 231.884.208 votantes, con 116.990 centros de votación, (2016). De estos estos habitantes, se estima que 32 millones son latinos.
El colegio electoral está compuesto por un total de 538 representantes o delegados, de los cuales se requiere 270 para ganar las elecciones nacionales, en una sola ronda, sin embargo, el que va arriba en las encuestas no siempre es el que gana al final.
En la última encuesta realizada entre el 7 y 15 de agosto del 2020, por la Agencia de Encuestas “Latino Decisions”, un 66% de los entrevistados, se inclina por el candidato demócrata Joe Biden mientras que un 24% se inclina por Donald Trump.
Por otra parte, los debates dan como vencedor a Joe Biden con un 60% y 53% respectivamente y a Trump con apenas un apoyo del 28% y 39% por ciento de un total 585 registrados, que siguieron los debates presidenciales (encuesta realizada el 22 de octubre a 585 votantes, según dicha encuestadora).
Otro de los aspectos a destacar en el sistema del colegio electoral, e que en el pasado, se han registrado deficiencias advierte, como la que ocurrió entre John Quincy Adams, en 1824, perdiendo Andrew Jackson.
En el caso de las elecciones del año 2000 que estuvieron en la mira de los analistas y del mundo entero, el candidato demócrata Al Gore aventajaba a George W Bush en los sondeos de opinión con 500.000 votos, sin embargo, al final Bush obtiene en votos populares 50.456.002 y en votos electorales 271; por su parte Al Gore, obtiene en votos populares 50.999.897 y en votos electorales 266, imponiéndose Bush en Florida con 271 votos electorales. Esto dejó un sinsabor en los electores estadounidenses y en la opinión pública internacional, ´por la incongruencia de un sistema que es ajeno a los sistemas presidencialistas de elección directa, que el ganador se proclama conforme al sistema que indique la Constitución o la ley electoral, tal y como funciona en nuestro país. En Costa Rica, el candidato que obtenga un porcentaje superior al 40%, en la primera ronda, es el vencedor, y sino en la segunda que celebra un mes después con un voto de diferencia.
Otro de los casos recordados, es el de las elecciones pasadas del 2016, Hilary Clinton ganaba con un margen de 2% y obtuvo tres millones de votos más que Trump y al final pierde las elecciones, con los siguientes resultados:
Donald Trump:
- Votos Populares: 62.984.828
- Votos electorales: 304
Hillary Clinton:
- Votos populares:65.853.514
- Votos electorales: 227
Hoy en las elecciones del 2020, Biden aventaja a Trump por 7,85 en la intención de voto a nivel nacional, entre las mujeres se inclinan un 61% por Biden y un 37% por Trump; entre los hombres un 47% apoya al Exvicepresidente Biden y un 48% a Trump, según CNN y una Cadena NBC News, y en Florida arroja un apoyo para Biden de 51% y un 47% para Trump. Pareciera que hay un comportamiento parecido o similar a las elecciones que hemos recordado, sin embargo, según los pronósticos, se decidirá esta votación en el último momento de la elección.
Los candidatos, el pensamiento y las elecciones
Joe Biden es un político, abogado y profesor universitario, conocido como el Vice-presidente de Barak Obama, de 77 años, nacido en Pensilvania, casado con Jill Biden, perteneciente al Partido Demócrata, fue Senador por Delaware entre 1973 y 2009, y entre sus propuestas de campaña, aboga por una política fiscal justa, el fortalecimento de la economía interna, y destaca en el pasado, el importante apoyó el Obamacare (Ley de cuidado de salud a bajo precio), así como a leyes en favor de las mujeres y con una línea en la protección del ambiente.
Por su parte Donald Trump, es un empresario exitoso, Presidente actual de los Estados Unidos, (2016-2020), nacido en Nueva york, casado con Melania Trump, es un político perteneciente al Partido Republicano; productor y presentador de televisión y cine y en su gobierno optó por realizar un giro populista, con una marcada tendencia en el nacionalismo, poniendo la mira en el interior de la economía de los Estados Unidos, reconociendo los valores republicanos de la gran nación y en política exterior, ha estrechado las relaciones con Israel, y decidió abandonar varios tratados como el de Rusia de Fuerzas Locales de Rango Intermedio, del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, retirando las relaciones comerciales, y del Acuerdo de París contra el cambio climático, dejando todas estas acciones una reflexión nada alentadora para la Comunidad Europea dando signos de ruptura y alejamiento. Por otro lado, Estados Unidos anuncia en el 2017 su retirada de la Unesco, y por otro lado, abandonó el Pacto Mundial de la ONU sobre Migración y Refugiados y rompe el Acuerdo Nuclear con Irán, en mayo de 2018, con el propósito de buscar medidas económicas, contra ese país, y en el 2018 anuncia, su salida del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y en noviembre de 2018, firma el Nuevo Tratado de Libre Comercio con México y Canadá, con el nombre de T-MEC o USMCA, que sustituyó al Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) conocido como NAFTA, suscrito en 1194, calificado por el propio Trump como: “el peor acuerdo de la historia”
Las corrientes ideológicas del Gobierno
Existen una serie de corrientes presentes en el Partido Repúblicano, que se hecho notar y sentir durante su gobierno; por un lado, su filosofía paleoconservadora, en defensa de la política comercial proteccionista y regionalista, con posturas en contra del libre comercio, y con una leve tendencia al aislacionismo y defensa del nacionalismo, con el objetivo primordial de proteger y recobrar la fuerza de una nación poderosa e imponente como lo fue este país en el siglo pasado, con otras variaciones y grupos internos heterogéneos, conservadoras, dentro de su notorio esquema político, de recobrar los valores familiares de antaño y las viejas costumbres del ciudadano estadounidense que brega por su patria y que anhela un reencuentro con los altos valores del nacionalismo. En ese sentido, se observa dentro de su radio de acción política, una fuerte identificación con las organizaciones religiosas de base principalmente cristiano-protestantes; por otro lado, se enfila en los cauces de un liberalismo económico fuerte, el reduccionismo del Estado, y el libre mercado como lógica de actuación de la doctrina republicana conservadora, y su política fiscal a aplicar una reducción de los impuestos, siendo una heterogeneidad de corrientes que componen el Partido Republicano, donde Donald Trump encaja perfectamente, con la salvedad, que un ala del partido no comulga con algunas de sus ideas expresadas en el Gobierno.
El contexto de las elecciones y la pandemia
Es innegable que las elecciones nacionales y procesos electorales para escoger nuevos presidentes, que han tenido lugar recientemente en algunos países del mundo, como Bolivia, se desarrollan en medio de una crisis de salud pública con la particularidad de que son procesos electorales atípicos y excepcionales, con controles sanitarios drásticos, que no dejan de ser un riesgo para los derechos de las personas, pues en el marco de un Estado de Derecho, se deben garantizar plenamente otros derechos como la libertad de expresión, así como el pluralismo político y la libertad de tránsito, como parte de una democracia republicana.
En ese sentido, para los gobiernos han tenido que sortear los vientos entre quedarse en caso u optar por la apertura de los negocios, de lo contrario es un riesgo para su futuro electoral, eso les ha desmeritado apoyo por la forma de manejar la pandemia y la protesta social, que para un sector de la población podría ser poco preocupado en las medidas aplicadas. Hoy a pocos días Biden según los sondeos, aventaja a Trump por pocos puntos en la inclinación de los electores estadounidenses.
Vemos a la gran nación del Norte, devastada por una enfermedad que llegó en el peor momento y con una economía partida en dos, con una alarmante cifra de contagiados, alcanzando las cifras de 9,179,092 contagiados y con 232,042, decesos, al mes de octubre de 2020, según información de agencias noticiosas.
Por el comportamiento del proceso, según las proyecciones irían a las urnas 155 millones de votantes un poco más que en el 2016 que participaron 126 millones de electores con un 55% de participación, pareciera que existe un comportamiento electoral que se inclina a una subida porcentual en estas próximas elecciones y eso pudiera obedecer a la polarización de la contienda y el deseo de los demócratas de romper con la era de Donal Trump y mandarlo para la casa.
De ahí que podemos ver un débil apoyo a los republicanos, pero podría suceder que los electores voten en el último momento por Donald Trump, pero en vista de que el presidente, no es del riñón de los republicanos y su mandato sufre un nivel de desgaste por sus posiciones extremas, que hemos podido observar en ciertos casos, más bien, este sea el factor que detone la caída de Trump, sin olvidar el tono de la pandemia que es la prueba de fuego para todos los gobernantes que deseen reelegirse como ocurre en el sistema norteamericano cuya mandato es de 4 años, con derecho a la reelección consecutiva por una sola vez, y ese ha sido la tendencia desde hace ya varios años, donde el partido en el poder se reelige nuevamente, pero esta vez pareciera que los estadounidenses, tienen ciertas dudas respecto a la gestión del gobierno actual.
Por otro lado, sin restarle importancia a la gestión del Presidente Donald Trump, vemos por una lado, una candidato republicano, que tiende a rescatar los valores y las tradiciones de la nación estadounidense, por otro lado, una notoria intención de encauzar esfuerzos en recuperar la economía interna y fortalecer el desarrollo empresarial local.
Trump en su mandato se apartó de la política económica global y ha hecho un ligero giro hacia el crecimiento interno y se retira de la política comercial internacional, optando por la no intervención en el medio oriente y cambiando el concepto de intervención externa a seguridad interna, con un leve distanciamiento de la Unión Europea, pues el eje económico de acción de esta región, pareciera desplazarse hacia China y Rusia.
Por su parte el candidato Joe Biden, dirige su propuesta de gobierno a fortalecer la economía doméstica pero con una intervención estatal importante y con un discurso que además se enfoca en la necesidad de energía renovables, que le puede acreditar el apoyo de los sectores progresistas del país, cuyos nichos electorales son redituables en un proceso electoral.
Por otra parte, hay un pesar de un sector de la ciudadanía, por las poses asumidas por el Presidente en cuanto a expresiones raciales que le podrían restar el apoyo de los migrantes, no obstante a ello, hemos visto como el Presidente de los Estados Unidos, ha hecho hincapié en el apoyo a los afroaestadounidenses y otros grupos de la sociedad norteamericana.
En ese forcejeo por el cargo más importante de una de las economías más fuertes, del mundo, el presidente Trump ofrece más trabajos como son 10 millones de nuevos empleos en 10 meses y la creación de un millón de nuevas empresas, pero pareciera que no hay claridad de cuál sería el procedimiento para esta medida, pero se presume que es utilizando desregulación y reduciendo impuestos; por su parte, Joe Biden el candidato demócrata el más firme contrincante de Trump, propone el cobro de impuestos a los ricos, y así como a la corporaciones, para luego emplear esos ingresos a invertirlos en tecnologías limpias y crear nuevos empleos.
Existen puntos de coincidencia entre ambos, entre ellos, los candidatos prefieren reconstruir la capacidad de fabricación estadounidense, restaurando la cadena de suministros locales, así como imponiendo aranceles y multas fiscales, de las empresas que trasladan trabajos a otros países y beneficios para los que traigan al país trabajos, por otro lado, Biden propone un salario mínimo de 15 dólares por hora, y ésta propuesta va en la misma frecuencia, del discurso de Trump, según lo señalado por varias agencias noticiosas y encuestadoras.
De las empresas estadounidenses que trabajan en China solo un 4% redirigieron sus operaciones a su mercado doméstico, pero según los datos oficiales, el 79% de las empresas hicieron caso omiso a lo señalado por Trump, dejando patente un débil liderazgo en esta política de reinserción de las industrias al país, sin embargo, esto podría o obedecer a que los beneficios fiscales y económicos, que encuentran en China, parecieran superiores a los de su país.
Por último, aquella máxima de que los errores que comete una administración y los del gobernante, se pagan doble, sigue teniendo vigencia en la política mundial. Así las cosas, las olas de protesta contra la violencia racial, la política de enfrentamiento y la dudosa administración de la pandemia, entre otros tropiezos del Gobierno Republicano, según los sondeos de opinión, le dan una ventaja importante a Biden sobre Trump, como la encuesta de opinión pública de junio de 2020, donde un 57% desaprobaba la labor de Trump, mientras que un 38% la aprobaba.
En conclusión, un sistema electoral como el que conocemos en los Estados Unidos, por su particularidad, y a ello le agregamos, la suma de aciertos y desaciertos que tendrá que soportar el Presidente Trump el 03 de noviembre, son los factores determinantes, si quiere continuar en el poder o dejarle a Biden la herencia de una sociedad maltrecha y golpeada, pero eso está aún por verse.
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