Guy De Téramond Peralta: Lo peor que podemos hacer es volver al mundo de antes
Guy De Téramond Peralta, Físico.
Con mirada profunda pero sonrisa a flor de labios y contagiosa simpatía, nos habló por largo espacio de tiempo nuestro entrevistado, que para quienes no lo conocen, es el -si no-, el costarricense más prominentes en su campo de estudio con que cuenta el país y con quien como sociedad guardamos enorme deuda.
Abordando de una vez los temas de la conversación, nos referimos a los cambios introducidos en la sociedad contemporánea a raiz del acceso a las nuevas tecnologías, y como la pandemia global estaría con o sin darnos cuenta de las transformaciones radicales e integral que venían asomándose y que hoy se están concretando.
Si bien los avances tecnológicos nos han ayudado a mantener la cohesión social en época de distanciamiento, es fundamental que la crisis nos sirva para redimensionar otros aspectos de mayor trascendencia como el cambio climático, la dinámica de nuestras economías y la formación de personas con criterio que no sean esclavas de la modernidad.
Así opina el físico, catedrático y exministro de Ciencia y Tecnología (2000-2002), responsable de la interconexión de Costa Rica a la Red Internet y el establecimiento de la Red Nacional de Investigación (CRNet) (1993), llamado el padre de Internet en Costa Rica, Dr. Guy de Téramond, quien está convencido que:
“…si no se da ese cambio positivo hacia el futuro no habremos aprendido mucho. “Entre más poderosos sean los instrumentos tecnológicos, más grandes los peligros que conllevan y eso es algo inevitable, de ahí la necesidad importante de formar a la gente, sobre todo a los más jóvenes, para no dejarse deslumbrar por las creaciones humanas”, afirmó el también exdirector del Centro de Informática.
De su renuencia a utilizar las redes sociales, del delicado balance entre ciencia y humanismo, de la tendencia a anteponer la economía al bienestar de las personas y hasta de los proyectos en los que está trabajando…
Estos fueron parte de los temas sobre los cuales el considerado padre del Internet en Costa Rica conversó con colaboradores de La Revista durante una extensa entrevista en la que no solo se abordaron los desafíos tecnológicos, sino también los de carácter social, económico y ambiental que atraviesa la humanidad.
Esta situación de salud a nivel mundial nos ha llevado a dar un paso muy importante en el uso de las tecnologías de la información y comunicación. Pareciera que ya no hay marcha atrás en muchos aspectos como el teletrabajo, los cursos en línea o el comercio electrónico. Hay algunos países en donde todo esto se encuentra muy avanzado, mientras que para otros es algo totalmente nuevo. ¿Nos puede poner en contexto sobre todo lo que estamos viviendo y darnos una idea de hacia dónde vamos en el futuro?
De Téramond: Para mí también ha sido algo nuevo y todos hemos aprendido mucho. El hecho de ver a mis nietas siguiendo sus clases por internet y que sepan manejar las plataformas mejor que los adultos son una clara muestra de ello. Pero el asunto va mucho más allá; una de las cosas que hemos visto en esta pandemia es el rol extraordinario del internet como instrumento para mantener la cohesión social. Yo me pregunto qué hubiera pasado en esta pandemia si no hubiéramos tenido internet. Estaríamos totalmente fragmentados, sin acceso a información, ni siquiera sobre los cuidados que hay que tener, ni posibilidad de aprender de los errores de otros países. Ha sido algo extraordinario; yo, por ejemplo, todos los días reviso el sitio de John Hopkins para ver cómo evoluciona la pandemia en cada país.
Algo muy interesante es que esos instrumentos estaban ahí y casi no se usaban, al menos no de una forma generalizada; en mi disciplina, que es la física y no la informática, tenía que estar yendo a reuniones aquí y allá, pero la verdad es que nunca he asistido a más conferencias que desde hace un par de semanas y en varias partes del mundo; es extraordinario, pero de todo eso tal vez lo más importante es haber mantenido la cohesión social.
Por otra parte, algo muy preocupante es lo que pasa con las personas que no tienen acceso a estas tecnologías y pueden presentar un rezago aún mayor, lo que nos demuestra, claramente, que el internet y la banda ancha debe llegar a todos los hogares. Esto debe ser una prioridad para cualquier gobierno en estos momentos.
Esa es una tendencia que viene desde hace muchos años y ahora, a raíz de la crisis, ha aumentado cuantitativamente la necesidad de recurrir a estos instrumentos de comunicaciones que contrarrestan la fragmentación propia de la época. ¿Cree que se vaya a dar también un cambio cualitativo en el impacto social y de infraestructura de la aplicación de la tecnología?
De Téramond: No tanto en el cambio a nivel tecnológico sino más bien de toda la sociedad. Si no se da ese cambio positivo hacia el futuro no habremos aprendido mucho. Internet y todas las tecnologías son instrumentos que pueden ser muy poderosos y aportar a los cambios sociales, pero también pueden ser muy dañinos. El asunto es cómo se usa y este es un tema complejísimo. Lo peor que nos podría pasar después de la pandemia, aparte del drama de todos los fallecidos y sus familias, es que volvamos al mismo mundo de antes. Si volvemos a la misma sociedad, a la práctica de 20 mil aviones volando continuamente y tragándose el oxígeno del planeta, entonces la próxima situación que vivamos va a ser peor; si no aprendemos tendremos amenazas más serias, como un cambio climático de grandes proporciones, con un gran número de personas en riesgo, inviernos nucleares, etc. No pueden seguir estas tendencias tan agresivas, tenemos que aprender algo.
Me dan mucha esperanza las nuevas generaciones que manejan los medios de una manera extraordinaria, lo veo con mis nietas y sus amigas. Recientemente conversaban que ahora con la pandemia el aire es más fresco y sugerían que por qué no se dedica un mes o una semana al año a un lock down completo, sin aviones ni autos. Es decir, no solo está Greta Thunberg, hay miles de jóvenes con ideas muy claras, con mucho qué aportar y lo mejor de todo es que manejan instrumentos muy poderosos para hacerse oír. ¿Cuál es el mundo que muchos de nosotros, que no es que estemos en el ocaso, pero sí nos ha tocado vivir más, les estamos dejando? Un mundo contaminado. Y no es que yo sea activista del medio ambiente, pero la gente joven está muy preocupada del mundo donde les va a tocar vivir.
Otra cosa que hemos aprendido es que no es necesario andar corriendo tanto. Podemos pensar más, hacer las cosas con calma, llevar una vida más tranquila, menos angustiante, son cosas que podemos aprender y la tecnología nos puede ayudar.
Ahora tenemos un conocimiento de alcance rápido e inmediato, no sé si se acuerdan que para consultar algo nuevo antes debíamos recurrir toda una mañana a la colección de la Enciclopedia Británica que, por cierto, aún la tengo. Ahora en 10 minutos se saben un montón de cosas; todo eso va cambiando la manera de ser de la humanidad.
Pero no solo se trata de ese acceso a la información, porque se puede tener un acceso gigantesco y eso no necesariamente significa que se tenga criterio. Entonces, detrás de eso, hay que ver también lo positivo y lo negativo. A veces me parece que es solo tecnología y ya no se saca el tiempo para leer un libro de verdad. También se debe tener formación y ejes en la vida y eso no lo da la tecnología. Es solo un instrumento muy poderoso y tenemos que hacer un enorme esfuerzo para formar a las personas a partir de las grandes mentes de la humanidad, de los clásicos; eso es algo fundamental porque si no también podemos tener gente con mucha información, pero con poco criterio, sin ejes claros en sus vidas, de manera que es un desafío en todo sentido. Podemos hacer un uso muy interesante y poderoso de los instrumentos.
Los grandes intereses mundiales parecen no estar alineados con adoptar una actitud alejada del consumismo y es algo que se viene discutiendo desde hace más de 30 años y que incluso autores como Orwell ya habían anunciado. Todo el sistema productivo planetario está entrelazado y antes de ver cambios cualitativos pueden pasar decenas de años. Por ejemplo, ¿cómo convencer a estos sectores poderosos que hay que reducir los vuelos para contaminar menos? Difícilmente te van a hacer caso.
De Téramond: Ese es el gran desafío de la época y has puesto el dedo en la llaga. Siempre está naturalmente el terror del mundo orwelliano. Entre más sofisticados sean los instrumentos, los peligros son mayores. Es como abrir la caja de pandora y eso es un gran problema. Hay ejemplos muy recientes y uno de ellos es la Inteligencia Artificial, que ha llegado a un nivel de sofisticación impresionante. Con una búsqueda en Google, ya inmediatamente se conocen tus gustos y afinidades. Lo hemos visto con Cambridge Analítica, que utilizó de manera indebida, casi criminal, Facebook.
Con Inteligencia Artificial pudieron examinar los WhatsApps de miles de personas y darse cuenta que conocían mejor a una persona que alguien muy cercano. Eso, que es una intrusión muy profunda dentro de la intimidad del individuo, después fue utilizado para revertir o influenciar el referéndum en Inglaterra (Brexit) para salir de la Unión Europea y en Estados Unidos es bien conocido a lo que llevó en las últimas elecciones.
Vemos como la tecnología puede tener implicaciones geopolíticas profundas y presentar grandes desafíos. En culturas más avanzadas o con mucha tradición, como la francesa, se manejan estas tecnologías con un poco más de distancia por ser una cultura más cerrada. Lo vimos en las elecciones donde ganó Macron, y que también trataron de ser infiltradas por los expertos informáticos de un país del Este de Europa para evitar favorecer al candidato opositor del Frente Nacional y su tesis antieuropeas; pero rápido la gente se dio cuenta debido a errores gramaticales en los mensajes; no fue el caso de Inglaterra y Estados Unidos que tienen un idioma universal y del cual no se requiere un gran conocimiento para estar en redes sociales.
Volvemos de nuevo a este balance entre la tecnología y el humanismo, que es un problema muy profundo; entre más poderosos sean los instrumentos tecnológicos, más grandes los peligros que conllevan y eso es algo inevitable, de ahí la necesidad importante de formar a la gente, sobre todo a los más jóvenes, de no dejarse deslumbrar por las creaciones humanas.
Pareciera que la gran ventaja que ha tenido la cultura francesa es que tiene una tradición antigua y sólida, con unos filtros y una lucidez colectiva que no encuentro en ninguna otra cultura, aunque también es cierto que hay intelectuales en todas partes. Francia se resiste a esa tendencia de que la tecnología esté al servicio del consumismo, pero no ocurre lo mismo en los demás países, a los que les interesa más la venta que la cultura.
La nueva generación, específicamente los millenials, son maestros de la tecnología, son tan inteligentes que se dan cuenta de las dos caras de la tecnología. Yo los llamo los hijos del desencanto porque nunca hemos visto una generación más crítica de la cultura que esta. ¿Qué opina?
De Téramond: También es importante apuntar que solo la crítica no resuelve problemas; hay que enfrentarlos y en eso los he visto un poco débiles. ¿Qué vamos a hacer para cambiar esto? Es un dilema mucho más profundo sobre lo que ha sido el capitalismo y el espantoso desastre de las sociedades que han pasado por el socialismo, que es otra tragedia peor.
Debemos analizar críticamente donde los sistemas fallan. Todas las medidas económicas se dan en base a crecimiento y el éxito de las empresas, y no qué tan satisfechos están los clientes porque esto último no resulta rentable. Para citar un ejemplo, la primera nevera de mis padres nunca se descompuso en 40 años; hoy si acaso duran tres años, lo que contribuye a la sociedad del descarte.
El problema es medir el crecimiento en función de números en un mundo donde eso no es posible debido a nuestros recursos limitados. Además somos víctimas de nuestras propias creaciones, como el plástico, que puede parecer algo trivial, pero es un complejo molecular que no existe en la naturaleza y lo hemos utilizado de manera abusiva. Los cientos de miles de toneladas que se producen por mes no son degradables y después terminamos respirándolo o comiéndolo; es como la caja de Pandora de los griegos, que una vez abierta no se vuelve a cerrar.
¿Usted utiliza las redes sociales?
De Téramond: No uso ninguna de las redes sociales que la gente joven usa. No tengo tiempo, es una cuestión de higiene mental; paso mucho tiempo trabajando y respondiendo correos y la verdad no me interesa mucho saber muchas de las cosas irrelevantes que ahí se publican. Aparte de que me resisto a convertirme en esclavo de la tecnología.
Sin embargo, el celular sí me encanta, es un instrumento fantástico para, por ejemplo, poder orientarme o manejar en otros países; hay que saber usarlo para, en cierta forma, poder sobrevivir en estos tiempos.
La única red social que uso es una que lleva la parte científica o de publicaciones y esa es sumamente importante porque se puede si ver si algo que escribiste tuvo impacto o no y conocer el trabajo de otros. Igual que las demás puede ser muy interesante o dañina, volvemos a lo del criterio que el individuo debe tener para no volverse esclavo.
Muchos piensan que con esto que está sucediendo van a haber reformas en las estructuras fundamentales que nos hagan más solidarios y sabios. Pero recordemos que entre la Primera y Segunda Guerra Mundial transcurrieron 20 años y no se aprendió nada. ¿No sería esto lo peor que nos puede pasar? ¿No aprender de la historia?
De Téramond: Sería dramático que después de la pandemia volvamos al estado idéntico anterior de las cosas, con todo el sufrimiento que esto ha ocasionado. Este virus, que tiene a la humanidad de rodillas, es un recordatorio de la fragilidad de la condición humana y de que no tenemos plan B; es nuestra casa común y no podemos habitar en ningún otro lugar. Ni siquiera en Alfa Centauri donde podríamos llegar hasta dentro de 40 mil años y con la mala sorpresa de que la alfa más próxima es una estrella muy pequeña comparada al sol y que también tiene problemas que la harían inhabitable.
El problema no es el consumo, sino el que se convierta en una finalidad en sí mismo. Hemos visto a algunos países que creyeron que dándole más importancia a mantener la economía iban a salir adelante en esta crisis. Obviamente la economía es importante pero no se puede mantener sobre la base de gente enferma. La prioridad es que la fuerza laboral esté saludable.
Hemos visto a políticos que se dejaron guiar falsamente por la inmunidad de rebaño, basada en modelos matemáticos sencillos que no tomaron en cuenta la complejidad de este virus, y ahora lo están lamentando terriblemente; un error puede llevar a centenas de miles de muertos y a un daño aún mayor sobre la misma economía.
También esto es algo que hemos aprendido; cuando se pone a la persona por debajo de la economía, se cae en tragedia. Es un problema que se resume en qué es fundamental y qué es un medio. La economía es un medio para que la gente viva bien, pero cuando se vuelve en una finalidad en sí misma, suceden las tragedias humanas que vemos.
Estamos claros que el pensamiento humano es lo que nos ha permitido evolucionar porque de lo contrario no habríamos pasado la Edad de Cobre. ¿Pero cómo hacer que este tipo de posiciones no se limiten al intercambio de ideas y al círculo intelectual de la torre de marfil y se puedan aplicar a la realidad práctica?
De Téramond: El pensamiento es lo que nos distingue como especie. Me ha tocado conocer gente sin estudios formales con más sentido común y de los que he aprendido tanto, que me siento más afín con ellos que con los colegas de la torre de marfil; es peligroso teorizar demasiado, pero el trasfondo cultural es importante. Eso de la torre marfil, no hay tal; excepcionalmente existen algunos adictos, pero la mayoría de gente pensante está en contacto con la economía, con la producción, con el arte. Sobre la belleza y el arte, temas muy trascendentes, quisiera decir que son muy subjetivos; creo que cuando alguien ve algo que lo conmueve profundamente de una manera u otra eso es arte.
Hay un escepticismo posmodernista que nos impide definir los valores o ejes vitales que usted comentaba porque resulta que todo es relativo. Ya no se puede establecer nada que tenga una permanencia. Dentro de ese subjetivismo pareciera que ya no se puede valorar nada porque no se tiene un asidero…
De Téramond: Eso es negativo en el sentido que no habríamos aprendido nada como humanidad en cientos de miles de años. Sea lo que sea, la tradición está ahí, y la tradición puede tener elementos positivos y negativos. Queda a criterio de cada persona saber qué escoge de la tradición. La tradición es muy importante porque conlleva un montón de conocimiento y sentido común de todas las generaciones anteriores, sin contar con que muchas creaciones literarias y artísticas no se están produciendo en esta época; de vez en cuando vale la pena ir hacia atrás y ver las grandes obras.
No se trata de descartar la tradición porque sí y hacer todo nuevo; ese no es el caso; se tardan miles de años para encontrar sentido en tantas cosas que vienen de atrás, aunque también es cierto que tiene aspectos negativos como inmovilidad y rigidez, pero yo tengo un enorme respeto por lo que nuestros antepasados han hecho y lo mucho que les debemos; debe existir una continuidad. El punto es que las oportunidades que se tienen deberían ser universalmente accesibles.
Retomando el tema de tecnología del que hablábamos al principio. ¿Cómo ve los avances en cobertura de banda ancha en el país? ¿Qué planes se están ejecutando al respecto? Y cuéntenos brevemente en qué está trabajando ahorita.
De Téramond: Es necesario que se haga un gran esfuerzo nacional para que todo mundo tenga acceso a banda ancha. Todos estos proyectos se iniciaron en la UCR y después en el MICIT, en el 2000, tratamos de universalizarlo y convertirlo en un instrumento esencial. Y ojalá que esto de la pandemia nos lleve a reforzar ese proyecto para que todos puedan tener acceso a banda ancha a precios relativamente bajos.
Ahora el país tiene muchos operadores; el ICE, al inicio de la pandemia, facilitó el doble de ancho de banda por el mismo precio, lo que nos lleva a muchas preguntas, siendo la principal de ellas: ¿Por qué no lo hicieron antes? Probablemente porque nada ni nadie los forzó a hacerlo.
Quisiera contarles algo en lo que me ha tocado colaborar en los últimos años, especialmente durante la pandemia. En el 2014, durante la administración de Laura Chinchilla, hubo un proyecto de interés nacional para interconectar todos los operadores del país, a través del Network Information Center (NIC), con el fin de que todo el tráfico de los operadores se intercambie localmente; así si usted está con un operador y yo con otro, el tráfico no debe ir hasta Estados Unidos y regresar.
Todos los operadores estaban incluidos, menos el ICE, y ahora con la pandemia logramos que se conectaran provisionalmente y esperemos que se queden. Ahora queremos traer más servidores que están en ese centro, como los de Google y Netflix, para que cuando se quiera ver una película, no se tenga que bajar de Estados Unidos, sino hacerlo localmente y con grandes economías. Lo mismo sucedería con las clases virtuales; esto facilitaría mucho el proceso, de manera que es importante que el país siga moviéndose en esa dirección.
¿Ya para cerrar, alguna última reflexión que nos quiera compartir sobre la pandemia y las lecciones que nos ha dejado?
De Téramond: Sí claro, recordemos que las pandemias no son nada nuevo y allá por los años de 1660 o 1665, cuando la peste bubónica afectaba Londres y alrededores, hubo una anécdota significativa protagonizada por Isaac Newton que quisiera compartirles. En esa época, Newton era estudiante del Trinity College, en Cambridge, el cual tuvo que ser cerrado y todos los alumnos debieron irse para la casa por el distanciamiento social. No había muchas distracciones en ese momento y para Newton, quien vivía al norte en su casa de infancia, fue el año más importante de su vida: descubrió las leyes de la gravitación universal, cálculo integral, entre otras, y después comenzó con sus estudios de óptica y hasta fue profesor en Cambridge. En un año, en media pandemia, se convirtió en el matemático y científico más grande del mundo.
¿Cuál es el trasfondo de esta anécdota? Tenemos que descubrir de qué nos va a servir a cada uno de nosotros esta situación. Es un momento para pensar y analizar. Si seguimos igual no habremos ganado mucho; es una excelente oportunidad para reflexionar sobre lo que es verdaderamente importante para cada uno de nosotros e inspirarnos en la historia de Newton.
Mayor información sobre Guy de Téramond en:
- Academia Nacional de Ciencias de Costa Rica
- A History of Networking in Costa Rica (Vídeo y fotografías de entrevista)
Créditos:
- José Ricardo Carballo, Periodista Codirector
- Eugenio Herrera
- Ronald Fernández
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