Hámer Salazar, Biólogo. info@hamersalazar.com
Es bien sabido que la ingesta de mariscos, en especial los camarones, pueden causar alergia en alguna gente. Eso pareciera estar ocurriendo en parte de la sociedad costarricense con la pesca del camarón, cuyo síntoma principal es el picor, el escozor, la incomodidad que la ley para capturar este marisco está causando, porque se autoriza el uso de las redes de arrastre. Ciertamente, el nivel de conciencia y de sensibilidad hacia los temas ambientales han calado hondo en nuestra sociedad y esta merecía ser escuchada, en este caso, en relación con el veto que varios sectores le solicitaron al presidente de la República y que cumplió el pasado viernes 30 de octubre.
Es bien sabido que el veto no implica, necesariamente, que la ley no se vaya a aprobar y ejecutar, pues tendrá que volver a la Asamblea Legislativa para que se le hagan las enmiendas correspondientes y que esta vez sea aprobada por 38 votos. Pero sí permite una tregua para que quienes protestan argumentando que los estudios que hizo INCOPESCA, como insumo principal para la aprobación de la ley, no son del todo científicos; es un tiempo para que los opositores a esta técnica de pesca puntualicen y demuestren, tanto al INCOPESCA, como a los diputados y a la misma Sala Constitucional, dónde están las fallas; es un tiempo para que se permita probar, con la presencia de las principales organizaciones que están en contra del proyecto, y personal científico calificado, el uso de las redes de arrastre que permiten excluir la fauna acompañante; que se le muestre al público en general, con videos hechos en Costa Rica, el fondo marino y la presencia de camarones; que se muestre un barco en plena faena de pesca de camarón y las redes que dicen que excluyen la fauna acompañante; así como que INCOPESCA aclare las dudas de las organizaciones que están en contra del proyecto, no solo desde el punto de vista técnico- científico, sino desde el punto de vista de la administración de los recursos de nuestro mar territorial.
El artículo 50 constitucional.
El tema del camarón, como recurso natural y el encrespamiento social que la extracción por medio redes de arrastre ha causado, es una evidente confrontación del artículo 50 de la Constitución Política. Por un lado, dice que “El Estado procurará el mayor bienestar a todos los habitantes del país, organizando y estimulando la producción y el más adecuado reparto de la riqueza”. En relación con el reparto de la riqueza, este se puede entender como el mejor uso y eficiencia del erario, pero también en relación con la riqueza natural existente, lo cual incluye la flora, fauna, suelo, bosques, minerales, espectro radioeléctrico, etc. Mientras que el mismo artículo 50 le pone freno a la producción, cuando se trata de extracción de los recursos naturales e indica que “toda persona tiene derecho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado”. Estas dos características, aparentemente opuestas del artículo 50 constitucional, nos ha conducido por la senda del llamado “desarrollo sostenible”, que no es otra cosa más que la utilización de los recursos naturales hoy, con métodos y técnicas tales que aseguren que las generaciones futuras también puedan seguir disfrutando de esos recursos naturales.
Un país de lujo.
Ciertamente, los costarricenses nos damos el lujo de mantener cerca del 30% del territorio continental bajo alguna categoría de manejo de áreas silvestres, tales como parques nacionales, reservas biológicas, refugios de vida silvestre, entre otras, administradas bajo el concepto de potestad imperio del Ministerio del Ambiente y Energía, lo cual implica que los recursos naturales que existen dentro de esas áreas silvestres protegidas, son prácticamente intocables. Costa Rica debe ser el único país en el mundo en donde nos damos el lujo de tener una isla habitable, a tan solo unos cuantos kilómetros de la costa, sin residentes, excepto los guardaparques, tal es el caso de la Isla de San Lucas, en el Golfo de Nicoya, recientemente convertida en Parque Nacional. Existen muchas otras áreas silvestres de propiedad particular, que se suman a estos esfuerzos de conservación que hemos hecho los costarricenses durante más de 60 años. Dentro de estas áreas se puede hacer un uso no consuntivo de los recursos naturales a través de actividades no extractivas, como el turismo y los servicios ambientales derivados, la conservación misma de la flora y la fauna, la protección de los suelos y las áreas de recarga acuífera, para citar unos cuantos beneficios.
Lejos del mar.
En relación con la Costa Rica marítima, que es 10 veces mayor en extensión que la continental, de esta sí que sabemos poco. La mayoría de los costarricenses vivimos en el Valle Central o lejos de las costas. En consecuencia, el mar representa para muchos, un lugar para ir de vacaciones. Disfrutamos de murmullo de las olas, de la arena, del sol y, quizás, los más curiosos repararán en las conchas, las aves marinas o los cangrejos. Los nerviosos pensarán en tiburones, mantarrayas o serpientes marinas. Pero la mayoría ignora la gran cantidad de formas de vida que existen en los océanos: más de 20 mil especies de peces, miles de especies de moluscos, cangrejos, langostas, corales, esponjas, anémonas, medusas, estrellas, pepinos y erizos de mar, solo para citar algunos cuantos grupos; pero también hay ballenas, delfines, tortugas… Dentro de los peces, uno de nuestros principales recursos es el atún aleta amarilla, que es explotado, básicamente, por una flota de bandera extranjera. ¿Y del camarón, qué sabemos los costarricenses? ¿Dónde y cómo viven? ¿De qué se alimentan? ¿Cómo se pescan? ¿Cuántos camarones se podrían encontrar por metro cuadrado en el fondo marino? ¿Coexisten los camarones en las zonas de arrecifes? Para muchos, las mejores respuestas serían que son deliciosos, que los encontramos en el plato y que se pescan con tenedor. Quizás si se le informa a la población acerca de aspectos como estos, podríamos tener mayor criterio para opinar, y no solamente adherir nuestra opinión a uno u otro bando.
Desde siempre, los costarricenses le hemos dado la espalda al mar. Hasta hace pocos años, es que los medios de comunicación se han interesado por informar de ballenas y delfines, de arrecifes de coral, pero seguimos dándole la espalda al mar, con excepción de los que viven allí en la costa y que su principal fuente de ingreso son los productos del mar.
Uno de los casos de éxito de aprovechamiento sostenible de los recursos marinos son los huevos de tortuga en Ostional, Guanacaste, donde una asociación de desarrollo, con la mirada aguda de los biólogos de la Universidad de Costa Rica y la supervisión de los funcionarios del MINAE, han hecho de este, uno de los proyectos de aprovechamiento y conservación más importante de las tortugas marinas. El conocimiento que ha adquirido la comunidad costera es impresionante y el cariño con el que tratan a las tortugas madres y el cuidado de los huevos y crías, es admirable. Este reconocimiento no implica que, necesariamente, quien escribe esté de acuerdo con esta práctica. Simplemente no como huevos de tortuga.
Preservación o conservación
La aptitud conservacionista del país ha hecho que el Ministerio del Ambiente y Energía se haya convertido en una especie de superministerio, que tiene bajo su responsabilidad cerca del 30% del territorio nacional en las áreas de silvestres protegidas, pero, además, todos aquellos aspectos que tienen que ver con los recursos naturales, fuera de las áreas silvestres. El MINAE es, también, responsable por, prácticamente, todo el territorio marino. En ambos casos, tanto para la parte continental como marina, cumple una doble función, como juez y parte de los procesos productivos y de conservación.
La vocación del MINAE es de conservación por lo que todas las actividades productivas deberían trasladarse el Ministerio de Economía, Industria y Comercio. Si se separan las actividades productivas de las de conservación se puede mantener un equilibrio entre ambas actividades. Así, por ejemplo, el Instituto Costarricense de Electricidad es una entidad de producción, distribución y venta de energía eléctrica y es fundamental y estratégica para el desarrollo del país. El ICE obtiene la energía mediante el uso de los recursos naturales y eso está muy bien, pero sí estuviera dentro del Ministerio de Economía, Industria y Comercio, no se encontraría con las trabas que tiene estando en el mismo Ministerio que no le permite desarrollar proyectos en diferentes zonas del país. Las propuestas de aprovechamiento deberían proceder de otros ministerios y el MINAE ejercer el control y la protección. Ya existe una experiencia al respecto, cuando se traslado el área de telecomunicaciones que estaba en el MINAET, al Ministerio de Ciencia y Tecnología.
El INCOPESCA, que está adscrita al MINAE, es una institución que propende el aprovechamiento de los recursos pesqueros, incluyendo la acuicultura, teniendo como eje transversal el uso sostenible de los recursos biológicos, es decir la función de conservación. Es aquí donde se observa la necesidad de que los entes productivos estén en un ministerio y los de conservación en otros. Unos proponen y ejecutan el aprovechamiento de los recursos naturales y otros fiscalizan que se estén utilizando los métodos y técnicas correctos, así como que las extracciones se realicen en los lugares autorizados.
En este sentido, hay que señalar que en temas de medio ambiente hay conceptos como el de preservación, que implica la necesidad de que los procesos ecológicos y evolutivos continúen con la menor intervención humana posibles, mientras que la conservación consiste en asegurar la continuidad de los procesos ecológicos, con la posibilidad del aprovechamiento de los recursos naturales, tal como el caso de las tortugas marinas al que me he referido antes. Así mismo, existen dos puntos de vista por medio de las cuales se hace la defensa del medio ambiente. La mayoría de las veces ambas corrientes coinciden, otras no. Me refiero al ecologismo y la ecología. El ecologismo es una ideología que incluye preocupaciones de la sociedad y que busca un modelo de desarrollo en el que las personas puedan vivir en armonía con la naturaleza y los demás seres humanos; mientras que la ecología es una ciencia, que se basa en la aplicación del método científico. Son los hechos científicos los que alimentan al ecologismo. Por eso es importante el veto y la tregua para que, ecologismo y ecología se vuelvan a dar la mano, o bien que la ecología enderece las premisas del ecologismo, al menos para podernos comer un arroz con camarones en paz, o bien para evitar comer camarones.
Pero, con independencia de sí comemos camarones o no, el país sí debe ser consecuente con su política ambiental, y prohibir la importación de camarón obtenido mediante la pesca por arrastre, salvo que el camarón importado cuente con las certificaciones de pesca sostenible, por el uso de redes que permitan eliminar gran parte de la fauna acompañante, tales como tortugas marinas, tiburones y otras especies de peces. Así mismo, el Ministerio de Economía, Industria y Comercio, debería exigir que el etiquetado del camarón incluya si el producto es de origen silvestre o si es un producto de acuicultura.
Costa Rica, tiene un gran capital científico, conformado por biólogos, geólogos, físicos, geógrafos, ingenieros y otros profesionales, con las capacidades y conocimientos suficientes como para aprovechar los recursos naturales de manera sostenible. Debemos creer en nosotros mismos, así como ordenar la casa, para que existan los pesos y contrapesos en las instituciones del Estado que permitan el desarrollo, especialmente en estos momentos donde requerimos sacar lo mejor de la gente y de los recursos naturales para poner a producir este país, de acuerdo con los conceptos del desarrollo sostenible.
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