Hámer Salazar: Taxonomía en el Estado costarricense (III parte)
En nuestras entregas anteriores, nos hemos referido a los cambios que deberían darse en las instituciones que conforman el Ministerio del Ambiente y Energía. En este artículo abordaremos algunos cambios que deberían darse en el Ministerio de Agricultura y Ganadería, en particular, por los efectos que estos podrían tener en la economía nacional, pero también en la economía de la Región Occidental del Valle Central.
Hámer Salazar, Biólogo. info@hamersalazar.com
El Ministerio de Agricultura y Ganadería y La Fanal.
El Ministerio de Agricultura y Ganadería es una de las instituciones que nace con la Segunda República y, en sus orígenes, se llamó Ministerio de Agricultura e Industria. Luego pasó a llamarse Ministerio de Agricultura y Ganadería, y se creó un nuevo Ministerio de Industria. Como ya lo hemos dicho, varias de las instituciones de lo que hoy es el Ministerio del Ambiente y Energía, pertenecían al Ministerio de Agricultura y Ganadería, como por ejemplo la Dirección General Forestal, la Dirección de Parques Nacionales, la Dirección General de Vida Silvestre y el Instituto Meteorológico Nacional. También se le endosó el Concejo Nacional de Producción, con el propósito de promocionar y fomentar las actividades productivas agropecuarias y mejorar el desarrollo económico del país y su competitividad.
El Consejo Nacional de Producción (CNP) nació como respuesta a la escacez de alimentos que hubo en el mundo, como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, y Costa Rica no fue la excepción. La creación del CNP fue un gran acierto, pues durante muchos años lideró la organización de la producción agrícola y pecuaria, en primera instancia, para cumplir con la premisa de la seguridad alimentaria y, en segundo lugar, para propiciar el desarrollo nacional, cuando Costa Rica era un país eminentemente agrícola y la mayoría de exportaciones se derivaban de este sector.
En el año de 1949, se le asignó al CNP la administración de la FANAL, pues tenía como función “velar por el desarrollo armónico de la economía nacional, y podrá, con mayor visión, dictar las normas de políticas y funcionamiento de la Fábrica, pues por su organización y funciones tiene conocimiento de aquellos problemas que afectan la producción general del país” (ver Decreto-Ley No. 567, junio de 1949). Sin embargo, todo ha cambiado para el CNP. Ya no existen políticas para la seguridad alimentaria del país, ni las exportaciones agrícolas son la base de la economía nacional, con excepción de unos diez productos tradicionales, en los que no está involucrado el CNP; tampoco tiene ninguna visión de desarrollo, ni los conocimientos necesarios como para “dictar las políticas y el funcionamiento de la Fábrica”. Es decir, los objetivos de creación del CNP se cumplieron desde la década de los años ochenta cuando desaparecieron los centros de abasto, conocidos como “estancos” y con el tiempo pasó a ser una especie de parásito de la FANAL. Peor aún, sin observar el deber de cuidado de la Fábrica, que se puso en evidencia cuando aceptó recibir el edificio de la nueva Fábrica, en Grecia, con serios problemas estructurales, especialmente en el sistema de tratamiento de aguas residuales que nunca funcionó. Los tanques de cemento para el almacenamiento de los efluentes o residuos orgánicos, presentaron serios problemas estructurales y nunca pudieron ser ni siquiera estrenados, de tal manera que los líquidos se vertían en una quebrada cercana, lo que provocó la denuncia por parte de los vecinos, lo que trajo, como consecuencia, que el Ministerio de Salud emitiera una orden sanitaria para el cese de una parte del proceso de producción de alcohol.
Desde entonces, la FANAL compra el alcohol a grandes ingenios de Guanacaste para rectificarlos en Grecia, mientras que CATSA y otros ingenios, a través de la Liga Agrícola Industrial de la Caña de Azúcar, exportan cientos de toneladas de alcohol desde el puerto de Punta Morales. Es decir, no solamente descuidó sus procesos productivos, sino que permitió la fabricación de alcohol en su propio perjuicio.
Sin embargo, antes de la decisión de la Junta de Gobierno de la Segunda República de asignar la FANAL al CNP, la misma Junta le había conferido un marco jurídico más sólido para su funcionamiento (ver Decreto-Ley No. 353, 1949), como lo fue una personería jurídica propia y con plena capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones. En su momento, fue regida por una junta directiva, compuesta por cinco miembros propietarios cuyo presidente era, precisamente, el Ministro de Economía, los demás miembros los asignaba el Poder Ejecutivo, con el fin de procurar una representación de los sectores económico-sociales, directamente vinculados con las actividades de la empresa, principalmente, proveedores de dulce o melaza, así como naranjas y otras frutas.
Por lo anterior, nuestra propuesta es que la Fábrica Nacional de Licores se independice del Consejo Nacional de Producción, se le de personalidad jurídica instrumental y se ubique dentro del Ministerio de Economía, Industria y Comercio, tal como la concibió la Junta Fundadora de la Segunda República.
FANAL fue una de las principales fuentes de ingreso del Estado costarricense por más de un siglo. En medio de la crisis de la pandemia ha demostrado ser una institución de vital importancia, como proveedora de alcohol para el sector salud. Asimismo, las bebidas alcohólicas ocupan los primeros lugares, a nivel mundial, dentro de la economía, lo que convierte a la FANAL en una fuente de ingresos segura.
La dinamización de las actividades productivas de la FANAL redundará en un mayor desarrollo para Grecia, tanto por la mano de obra que requeriría, como por los beneficios que la Fábrica traslada a las organizaciones comunales, así como para asegurar la producción de alcohol con fines médicos, de investigación e industriales y para asegurar la existencia de la actividad cañera en Grecia.
En este serie de artículos nos hemos referido a los Ministerios del Ambiente y Energia y el de Agricultura. Sin embargo, el mismo ejercicio se podría hacer con los demás ministerios. Y es que el inventario y clasificación, incluso la eliminación y fundición de instituciones de Estado, no son ideas nuevas, sin embargo, el aparato estatal sigue creciendo, y la maraña de instituciones y la tramitología asociada a estas, hacen que el Estado sea ineficiente e ineficaz, por lo que urge, especialmente en medio de la profunda crisis económica en la que vivimos, que se revise el objetivo principal de cada una de las instituciones, valorar su eliminación, su fortalecimiento y su ubicación dentro del engranaje estatal, con el fin de que sea menos caro, más eficiente y eficaz, con el fin de mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos y la competitividad del país.
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