Inés Revuelta. Perspectivas para el 2021: un justo y necesario golpe de timón

0

Inés Revuelta Sánchez, Académica UNA.

El mundo, tal como lo conocíamos en diciembre del 2019, ha cambiado irremediablemente. Por consiguiente, por más acertados que sean los modelos de predicción de mercados, por más elocuentes que resulten los discursos de los analistas económicos, y hasta por más atinada resulte ser la suerte presagiada por las pitonisas y adivinadores, somos incapaces de predecir el rumbo que tomará la historia de la humanidad en los próximos años, considerando este punto de inflexión llamado Pandemia.  No obstante, Borges nos reconforta cuando dice que “no hay obra que no sea de su tiempo” y Whitman lo complementa afirmando que “en todas las épocas, el mundo ha valorado lo bueno y lo malo”.

De ahí que, ante la invitación que se me hace para valorar las perspectivas para el 2021, me voy a centrar en aquellos temas que como ciudadana considero prioritarios de resolver en la Costa Rica del año que iniciamos; lo anterior tomando en consideración que son los tiempos, los signos y las obras que como sociedad nos corresponde dilucidar y resolver. Ante esto, las perspectivas para el 2021, me hacen plantear estas ideas no desde lo que espero, sino desde lo que creo que debemos hacer sin esperar más tiempo:

  1. En primera instancia está atender la crisis económica y fiscal, al tiempo de proponer medidas efectivas para la reactivación económica. Estas serán, indudablemente, las acciones que el Ejecutivo debe adoptar en el corto plazo con miras a dar confianza a la población y a los inversores internacionales. Sin embargo, será prioritario para lograr su cometido, que el Gobierno retome tanto el rumbo como el tiempo pasado y perdido en el 2020, reestablezca su credibilidad ante la ciudadanía y sea capaz de crear acuerdos sociales y gremiales, que sean duraderos y creíbles pero que también sean reales y ejecutables al cortísimo plazo.
  2. Como segundo aspecto y vinculado al anterior, se deberá incidir urgentemente en una reducción del desempleo y la pobreza. Un desempleo y una pobreza que tienen muchos rostros, pero en particular y con extraordinaria fuerza, se presenta con rostro de mujer y que preocupa más allá del discurso de género, porque induce a que haya serios daños colaterales en la niñez, la juventud y las personas mayores que dependen en hogares cuya jefatura es una mujer. Seguimos siendo un país desigual, excluyente y bastante perverso en la búsqueda de soluciones a los problemas del hambre, la carencia de vivienda y acceso a un empleo digno y de calidad y en el caso de las mujeres en tiempos de pandemia, los números se han agravado lo cual a la vez, ha impactado exponencialmente en las personas que dependen de ellas.
  3. Como tercer aspecto está el cerrar la brecha educativa y las desigualdades generadas por la pandemia en un sistema educativo que en los últimos tiempos, ha estado empecinado en excluir de las aulas a una gran cantidad de estudiantes. Tendremos no solo un año perdido en educación sino una generación abandonada a su suerte, que en gran medida se excluyó de las aulas y que fuimos incapaces de sostener y atender con una innovadora propuesta pedagógica y didáctica. Las brechas sociales, económicas, tecnológicas y educativas, se ensancharon en medio de una crisis sanitaria, afectando por lógica perversa y en mayor medida a quienes tienen menos posibilidades de sobrevivir. Es urgente un acuerdo nacional por y para la educación, lo cual incluye disponer en forma real de los recursos necesarios en cantidad y calidad así como de la innovación pertinente para atender la población excluida y rezagada en el sistema educativo; lo anterior sin olvidar nunca que la ecuación incluye a las personas estudiantes, a las docentes y demás trabajadores de la educación y que los resultados e impacto hacia el desarrollo, debe considerar la calidad de vida prioritariamente en lo físico y lo mental, la dignidad humana y el bien común de las personas en su conjunto .
  4. Por último, hay que considerar que las trompetas que anuncia la nueva campaña electoral 2022 ya están sonando en muchos partidos políticos, cuando no en todos, y esta coyuntura agravará la gobernanza y la gobernabilidad del país. Con relación a la primera, el país ha perdido la capacidad institucional del Estado para resolver en tiempo las grandes necesidades de la población; a esto se agrega, la carencia de gobernabilidad política, entendida como esa capacidad conciliadora de crear acuerdos con los partidos de oposición, con los grupos gremiales, empresariales y sociales que en su conjunto, puedan crear un equilibrio de fuerzas para que la sociedad cuente con respuestas oportunas y adecuadas a los grandes problemas económicos y sociales. De no considerarse esto como una perspectiva 2021 y actuar con mucha madurez y visión país, los grandes desequilibrios causarán irremediablemente más pobreza y exclusión.

Para los ilusionistas, el país está petrificado en sus buenos tiempos como el Dorian Grey en su retrato o como Narciso viéndose la punta de la nariz en la fuente. Pero realmente, el país ha perdido su brillo, su capacidad de encanto. En los últimos años se han acallado e ignorado las voces de mujeres y hombres con una visión de futuro y una inusitada capacidad de crear acuerdos; y en cambio, hoy más que nunca brotan en las esquinas las personas que crean caos, siembran desconfianza y se jactan de poder incendiar Roma con un comentario, una chota, una denuncia infundada, una propuesta populista o una noticia falsa.

Con lo expuesto, no estoy esperando que en el 2021 se nos revele un nuevo Mesías ni convertirnos en una Arcadia, pero sí espero de la clase política, sindical y empresarial, e incluso de la ciudadanía, la mayor cordura, madurez, capacidad de diálogo, propuestas constructivas y sí: atender la pobreza, el desempleo, la exclusión educativa como las grandes prioridades del país, con visión de estadistas y ciudadanía preocupados y ocupados por el futuro y no sólo por el Bicentenario a la vuelta de la esquina. Se deberá buscar, plantear y ejecutar una salida consensuada a la crisis económica y fiscal con propuestas realistas y factibles, políticamente hablando, sin tenerle miedo a esta palabra y satanizar lo que verdaderamente implica. Si hacemos bien esa tarea, ganamos todas y todos y construimos una sociedad más justa y equitativa, e incluso un país más preparado para tomar las decisiones políticas y en otras áreas para el futuro que se avecina. Incluso me atrevo a asegura que si no procrastinamos en lo social y en lo político, podemos parar esta bola de nieve que nos está arrastrando en un alud hasta el momento imparable.

Añado que debemos trabajar con más ética, ahínco, responsabilidad y altura de miras en este 2021, porque la ciudadanía reconoce y valora con creces las buenas y malas obras de su tiempo y por ende, a sus responsables. Y nunca olvidar, que la Patria somos todas y todos; en esa misma medida, debemos actuar con responsabilidad personal y ciudadana para un año que debe contar por dos: el que se nos fue y el que a la vuelta de la esquina, nos presenta una oportunidad.

Para finalizar, deseo cerrar mi último artículo de este año para como creyente, pedir a Dios la protección y la luz,  así como la fuerza y la Fe que requerimos para iluminar y avanzar en el camino que nos deparará este 2021.


COVID-19
Suscribase COVID-19

También podría gustarte Más del autor

Comentarios

Cargando...