James Philliphe Morán.
Oblación
Un bien llamado patriarca bíblico
sentó impositivas bases desde una ficcionalidad
contestataria que produjese réditos :
‘‘Amarás al Señor tu Dios… ’’.
Y aún repiten hoy día: ‘‘Te lo pedimos, Señor…’’,
jerarquizando el androcentrismo.
Incluso la Sumatoria del Mal,
otrora ángel en letras,
de varón acapara rasgos.
Tras la farsa politeísta,
se legitima el monoteísmo teocrático autoritario.
Por esculpir en Totem al dios hombre,
hicieron al hombre dios
mientras lo sacro fulmina la disidencia.
Empero,
hiere más la sumisión femenina impregnada
en el inconsciente colectivo:
erran , llamando femicidio al suicidio,
cuando la víctima a protegido al victimario.
Mas en el linaje varonil, también subyace la cosificación
paternalista ,
tarareando estereotipos;
siendo el abuelo exánime quien decidió ,
por quien ha de votar el nieto
aún no nacido .
Por rudo y soez que suene,
quienes en la pelvis tienen sus escasas neuronas
solo reconocen tres damas:
santa , madre,
o percanta.
Y es en el vagón
de las distorsionadas construcciones sociales,
en donde se cercenan espíritus y vaginas …
al tiempo que se entonan eclesiásticos himnos,
de adoración fálica…
en su contexto.
(+ según datos de la UNICEF del 2017, más de 200 millones de niñas y mujeres han sufrido la mutilación genital femenina(oblación), práctica realizada en la mayoría de ellas antes de los 15 años).
Bifurcación del Vocablo en los Idilios
La palabra engendrada en el romance,
es embrión que germina en páramo o floresta en mausoleo que se esfuma.
Es alborada en playa de quimeras
o verídica bofetada en el ocaso.
Exalta la somnolencia de la marea por la mansedumbre petrificada
o nos ahoga con la virulencia del olvido en catarata.
La palabra engendrada en el romance,
exprime zumos de néctar con piropos
o evapora las vendimias con erupciones peyorativas.
Por credulidad hace danzar plumas en vaivén en pajareras
o el polen oculta celoso, a las abejas de Cupido.
La palabra engendrada en el romance,
la hierba transmuta en azahares detallistas
o marchita de Babilonia los sándalos de la torpeza.
Trashuma eucaliptos con pleitesías o hiede la fetidez de las trincheras al callar.
Es ánfora de buganvilias en las estrofas
o estepa añejada por los sinsentidos de la novela bursátil.
La palabra engendrada en el romance,
se goza risueña en la bienvenida
o solloza ante el trémulo vértigo del adiós.
Derrota vikingos trúhanes con adverbios
o hipnotizada dormita en el teclado inactivo.
En fábulas hurta zapatillas para comprender a quien se ama
o espolvorea las cartas por rencor indómito.
La palabra engendrada en el romance,
con gorriones afina la citara del perdón
o en las heridas diluye el cítrico de las líricas grotescas.
Musicaliza súplicas del trovador en balcones
o es tóxica hiel que tergiversa del coro las voces.
Hace escuchar sonatas de gaitas en mazmorras
o silenciosa altanera denigra tarareando susurros.
La palabra engendrada en el romance,
provoca orgasmos por email y telepatía
o frígida asesina las caricias.
Al cuervo de ruiseñor le da tonadas
o halla escándalos en la calandria.
En la mar bravía desata la mofa con sarcasmo
o en el éxito difumina el llanto en balbuceos.
La palabra engendrada en el romance
es verso manoseando intimidades con hipérboles
o muda indiferencia que soslaya.
Embelesa con donaire los arrepentimientos
o deniega los perdones con rencor.
A raudales de los recuerdos el saudade confina
o lacera los momentos en la incineración.
Dualidad de las palabras que sanan o desangran. Hoguera o Plenilunio.
Dicotomía de los vocablos que irrigan o resecan. Éxtasis o bancarrota.
Contubernio de vocales y consonantes que nos lleva al Edén en un poema o
en el averno de la soledad con epitafios….
nos fusila…
cuando ya,
el arrepentimiento es derrotado,
por la tardanza….
Impúdica
Tras cada beso
mi subconsciente fenecía.
Ahogado en la marea del desenfreno.
Tratando de ignorar piromaníacos placeres
omitía complacer sus torturas
ahorrando cigarrillos…
en tanto que salvaguardaba mi epidermis.
Sexo furtivo que necio insistía en los retornos
quejumbrosos.
Renaciendo en cada muerte alucinógena del clímax.
Del látigo brotaban cactus lacerantes
doblegando mis rodillas
sobre alfombras de amaretto.
Empapados en esfuerzo
exhaustos pulverizábamos el lecho,
Leer más
en ausencia del tiempo y las galaxias.
Entonces,
algunos parlamentos daban tregua por segundos,
a la raleza de mi género en la cama.
Ninfomanía que invertía roles
maniatando mis orgullos blindados en machismos .
Tan solo sueños, hijos del insomnio, le llevaban al cansancio.
Más en la reiteración,
fisgoneada por Morfeo,
derramaba los recuerdos
en tempestades vaginales cual tsunamis.
Blasfemia concéntrica
Al fenecer de la tarde,
la dama de negro pisa el
proscenio.
Con ella
dolorosas verdades despiertan.
Hasta ahora invisibilizadas en el cristal
introspectivo de la otredad
por la sumisión del Yo
poético.
Aumentan los sonidos
de
vocablos callados en los debatires conmigo
mismo.
¡Oh bofetadas pútridas sonrojadas
ante el decoro!
Recuerdos cual colmenas
dan largas
a la existencia .
Vertiginosa polinización que
maquilla
agonizantes vértebras.
Majadera fragancia.
Sombra cansina.
Cause que erosiona laderas de algodón.
¿,Cuán olvidadizo es el
olvido?
Incólume persiste a los simulacros
de aniquilación.
Bandolera, plagió los celajes del
Alba,
y
en los ocasos le vislumbro
difuminada
en la combustión de las nubes.
En el transcurrir noctámbulo
escenas retro
socavan su ausencia.
Fragua. Tortura. Hoguera y jolgorio
a la vez.
Ese cabello difuso
como noche
polar.
El marrón estilista de las pupilas
que depilan
a esa alma.
Más como siempre,
en carroza
de insomnio colisiona la madrugada.
Bajo mentiras de párpados caídos
hurto
un primer beso .
Espurio ,
tal carcajada de cactus.
Por temor pueril
otra vez
aparto la almohada :
Ella es su intimidad.
Andamios de la resaca
me confrontan con
la alborada.
La oscuridad amanece con la
ausencia.
Hora es de dormir,
en el ir y venir
de la rutina.
Porque ,
donde no esta,
pernocta mi alma.
Antología de mis ausencias
De soledad murió tu espacio…
acribillado por mi demencial partida.
Bajo excusas de celuloide
abordaba yo navíos de experimentación erótica.
Llorabas letanías
que lustraban en vano mis sandalias.
Con el complejo de Frida,
inmolabas
los autorretratos;
con los colores subversivos
de la paleta de las degradaciones peyorativas que te regalaba.
Eternizando
el quejido del clímax histriónico
irrigabas con tifones salinos los contubernios
hijos de la voracidad carnal.
Hasta que te abofeteó vuestra sombra,
pretendiendo alcanzarte.
Le imploraste entonces asilo político
a los vestigios de tu existir….
cremando las crónicas
de mis repetitivas diásporas.
En mi lápida virtual dejaste las espinas…
mientras con pétalos,
surcaste los senderos del porvenir;
mutando en gaviota en pos de la alborada.
César de Jesús Molina es un escritor costarricense ,cuyo seudónimo es James Philliphe Morán. Ha escrito poesías ,cuentos, ensayos, obras de teatro y narraciones costumbristas.
Comentarios