Jeanette Amit.
Retrato continuo de tu boca
Tu boca ha recorrido
la mitad de mi cuerpo y de la arena
en esta última hora
de lluvia y muchedumbres.
Tu boca ha dibujado
cicatrices de ámbar
entre los súbitos balcones
que la noche sostiene
al borde indescifrable de sus astros.
Tu boca mineral
de río repentino entre el ocaso,
tu boca que ha llegado
hasta el filo incandescente del mar
para beber la espuma
que la luna encendió entre mis caderas.
Porque tu boca no descansa
en su ruta marina,
en su rastro de cruces diminutas.
Porque mis pechos te conocen bien
-cuervo herido en la sed de su plumaje-
y han tactado ese color de lluvia
que se empoza despacio
hasta entre las pupilas de tu aliento,
esa presión de luz sobre tus dientes
que perfora la estrella
como la piel morena de los sueños
que cae floreciendo de tus labios.
Tu boca en mi cabello
es una flecha cóncava
entre madejas húmedas.
Y es que los más antiguos ojos
del azul te reclaman
todas las potestades
brillantes de mi cuerpo.
Me levanto y miro hacia la lejanía
y tus labios regresan
-inevitablemente vivos-
desde el hondo bogar del horizonte,
y su grito es el mar
creciendo entre mis piernas.
Solo tu boca sobrevive
a todos los incendios de la ausencia,
solo tu boca cabe en mi memoria
y también en mi olvido.
Con ella la noche finalmente dispara
la mitad prisionera de mi nombre
como un faro del aire,
y arrastra entre su aliento
este poema y mi canto
que suben al encuentro de tu cuerpo.
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