Jeanette Amit.
Víctima del crepúsculo
Detente
al filo de mi voz,
donde las navajas silvestres
de mi tacto no lleguen,
donde la garra esquiva
de mi lengua no manche
tu antigua soledad
de animal transparente.
Que las lanzas despiertas
en mis ojos te cruzan
de mitad a mitad
cada broche de ausencia,
y este aroma de espinas del otoño
anega las montañas
con su torpe caricia
de luces clandestinas.
Guarda la distancia,
que es fatal esta furia
del rocío en mi cuerpo,
que todas las raíces
de tu piel te señalan
como única víctima
de todos mis crepúsculos.
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