
Del libro: Conmigo al desnudo – Antología poética
Diosa perversa
Te prefiero atrevido,
maquiavélico incluso
y descarado,
capaz de sonrojarme los instintos
con tu lengua abismal
libre de culpas,
dispuestas a morir
en mis infiernos diarios.
Te quiero galopando
regiones inconclusas
de mi cuerpo
con cielos al acecho,
caminante secreto
de mi carne
que grita en el ayuno
como diosa incorrecta
y vengativa
por orgásmicos duelos
que contonean mi piel
y la acarician.
Tócame solo así,
que yo sabré pagarte
con un pecado santo
de lenguas insensatas,
purgando su delito
en los altares
de algún cielo infernal
que merecemos.
Pecado primigenio
El árbol inventado
que desdeñó la fruta
donde nació el pecado primigenio,
duerme sonriendo sus mentiras
en la cama de todos.
Las Evas atraparon los deleites
de su tronco travieso
y sugestivo
para jugar con él
a sus antojos.
Desde entonces,
el beso y la serpiente
son marido y mujer.
De beso y mariposas
Mi cama está preñada de desvelos
que deshonran amantes inventados
y me encienden,
mientras mis manos tejen
los placeres
en el sitio habitual
de los orgasmos.
Un beso de entre tantos
implora mariposas
en mi vientre convulso
y se desmaya,
cuando el sudor
convoca las caricias.
Un beso de entre tantos…
Tu beso.
Pájaro impreciso
Ellos esconden la sonrisa
por los vuelos que no tienen final,
solo alas peregrinas
rompiendo los relojes de algún tiempo
que nunca amaneció.
Todo en su andanza
es golondrina incierta,
cuerpos en vela
erigiendo los abismos
para caer de plenitudes
en la almohada silente.
Tu beso es como un pájaro
impreciso
que goza mi inquietud
entre las sábanas.
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