
Del libro: Conmigo al desnudo – Antología poética
Marioneta herida
El tiempo me delata
con su mueca de marioneta herida
quiero correr, llorar
querer como ya quise
y nadie viene a mí y a nadie voy
me acostumbré a estar sola
a no decir en dónde estoy
ni si regreso
envejecí por ser inclaudicable
audaz, dueña de mí
del todo, de los nadie.
La marioneta esconde mi reloj.
Letras culpables
Hombres amando en páginas
que nada piden y dan todo
que comprenden mis manos
hurgadoras de oficio
y esta mirada sola entre las solas.
De tanto esconderme entre los miedos
me quedé sin el hombre y con el libro.
Los nombres del dolor
El tiempo se negó a entregarme
los nombres del dolor
volví con pasos diminutos
al sitio donde el ave
esconde sus memorias,
te pude ver la piel
agigantada de tanto caminar
por los desvíos,
las manos y el amor son una tarde
repitiendo pecados.
En el baúl incierto del ayer
me encontré con tu nombre.
Lo borré.
Mareas ocultas
Hoy me llovieron mariposas,
granizos desangrados
en el cuerpo inusual
de mis vigilias.
Besé en sus aleteos vespertinos
el rostro que me acosa
para perderme en la resaca
de sus mares ocultos
y supe que aún en contra
de mi sombra que emigra,
reverberan pasiones.
Es que estabas allí
hurgando en la costumbre
que te nombra
y me nombra.
Por eso desnudé de párpados
mis ojos,
gemelos planetarios
entre tantos dispares
y encapullé el recuerdo
en este cuerpo
de alas ajenas y punzantes.
El olvido cabalga en mis mareas.
Inventariada
La nostalgia se sienta
en muebles anticuados
que me negué a cambiar,
sobre el viejo tapiz
respiran agotadas las colillas
de viejos cigarrillos
que delatan la sombra del destierro.
Ahora soy objeto de inventario.
Desolada
Hoy le hablo a la pared
al cuadro de las flores
que mira mi tristeza y la comparte
al rostro que no existe
al hijo que se fue
al dolor de ser sombra
y al temor de olvidar que no lo fui.
Hoy me amanecen
miedos en la cama silente
sus voces persiguen mis insomnios
el corazón galopa en la certeza
de saberse perdido
y me traiciona.
Vivir fue un juego temporal
en el que todos pierden.
Tendré que envejecer con mis fantasmas.
La muerte no responde aún.
Está en camino.
Ese viejo disfraz
Hoy mi cuarto vistió su mejor traje
la lámpara que inclina los silencios
brilla más y mejor,
los tedios tienden sus reclamos
en la cama de siempre
saludan al fantasma que los nombra.
El espejo oculta su mirada
de vidrio deshonrado
luzco mi traje predilecto
los labios censurados
usan el lápiz rojo de la huida.
El engaño es un ardid
por el que todos pagan
un precio razonable.
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